—¿A quién se refería con «él»? — ¿esa era la voz de Zeus?
—Definitivamente debemos de descubrir que fue lo que sucedió con ella los días en que desapareció— Helios...
—Es obvio que su comportamiento no es normal, mi niña jamás actuaría así— dijo Dione. Me mantuve quieta fingiendo dormir.
—Ella no es mamá— murmuró Hebe —¿Y si alguien le ha suplantado? No sería la primera vez —.
—No— Zeus respondió—Es ella, he revisado su mente antes de que se desmallara— explicó despacio —Pero no puedo ver ninguno de sus recuerdos recientes— suspiró —Ella dijo «ayúdame, mi amor» ¿pero por qué? ¿En qué se supone que tenga que hacerlo? —.
—¿Y si ella tal vez está luchando con algo en su cabeza? Tal vez sea Gea — Dione supuso. Al parecer ya le habían dicho algo acerca de la maldición —Tal vez trata de afrontar sus poderes, o hay algo que está haciendo debilitar el hechizo de esa bruja— dijo.
—Pero ¿qué me dices de su repentino cambio de personalidad? — Poseidón preguntó.
—Bueno, aunque sé que se escucha estúpido, pero me recuerda mucho a mi— Dione resopló.
—¿A ti? — Thanatos preguntó.
—Cuando era tan solo una adolescente mucho antes que tú y yo nos conociéramos mis atributos se encontraban fuera de control debido a que no llegaban aun a su maduración— explicó —En mi cabeza solo estaba la idea de ser una chica mala— noté la vergüenza en su voz.
—¿Entonces es como el típico problema hormonal de los humanos adolescentes en versión divina? — Poseidón chasqueó la lengua.
— Supongo que si— Dione respondió—Lo más extraño de todo esto es eso que hizo con la daga— escuché pasos por el salón —Solo vean esto, se ha partido ni siquiera una roca es capaz de hacer lo que ella consiguió—.
—¿Qué es lo que tratas de decir? —Zeus apresuró.
—¿Oh vamos acaso no les recuerda a alguien? — Dione preguntó.
—A ti mi amor— Thanatos respondió—Es uno de tus atributos ¿no? —.
—Exacto— murmuró.
—Entonces estas diciéndonos que Hera ha desarrollado ¿nuevos atributos? Y está en su fase de «maduración» — dijo Helios escéptico.
—Solo es una teoría— ella aclaró—Aun no puedo asegurar nada—.
—Pero un dios no puede desarrollarlos por sí solos ¿nacemos así no? — comentó Zeus —Ni siquiera yo tengo el poder para concederlos— dijo —El único que puede hacerlo es...—
—Caos— Dione le interrumpió. Un calambre extraño cruzó mi cabeza provocando un quejido. Ellos hicieron silencio rápidamente.
—Hera— reconocí perfectamente esas manos acariciar mi mejilla —Mi amor despierta— Zeus. Abrí los ojos volviéndoles a cerrar rápidamente, la brillante luz de las lámparas me cegó, pero al abrirles y ver su rostro el recuerdo de cuando ambos éramos jóvenes y me pidió matrimonio para después pedirme que fuera su novia vino hacía mí. Una risilla se escapó de mis labios.
—Tonto— musité.
—¿Estas bien? — me ayudó a sentarme más un mareo se hizo presente. Tomé mi cabeza entre mis manos «Rompe las reglas» escuché a mi ¿consciencia hablar? Alejé la mano de Zeus que se encontraba en mi hombro de forma brusca.
—Jamás me había sentido mejor— reí mordiendo mi labio.
—Su cabello— Heracles susurró asustado.
—No puede ser...— Zeus se puso de pie. Tomé un mechón entre mis dedos y vi como poco a poco iba perdiendo su color hasta quedar de un precioso blanco platinado como el de Poseidón. Eché mi cabeza hacía atrás sintiendo como mi cuerpo vibraba en satisfacción.
—¡Papá haz algo! — Hebe elevó la voz. Agaché la cabeza percibiendo cada sensación. Suspiré y me puse de pie, alcé mi rostro fijando mi mirada en Helios consiguiendo que una pequeña sonrisa ladina se dibujara en mis labios. Caminé hasta él sin apartar mis ojos de los suyos mientras él me veía completamente embobado.
—¡N-no detente! ¡No la mires! — escuché gritar a Poseidón —¡Helios, aléjate de ella no dejes que te controle! — reí. Al parecer recordó las veces en que usé mi deseo con él.
—Nos vamos— susurré.
—¡Deténgala! — Dione gritó. Thanatos y Zeus corrieron hacía mí, abracé a Helios e invoqué un pasaje.
—¡Detente de una maldita vez! — Zeus me tomó por sorpresa, al parecer le había traído con nosotros. Helios parecía una estatua sin hacer nada más que solo no perderme de vista.
—Mírame— susurré viendo fijamente a Zeus.
—No te esfuerces, tu truco no funciona conmigo— ladeó una sonrisa. Me acerqué y él retrocedió.
—¿Entonces a que le temes? — reí caminando hacia él de forma coqueta —Mírame— volví a decir deslizando mi mano por su pecho. Un destello dorado surcó sus ojos en señal de que había caído por completo. Le di la espalda, pero fui detenida por sus manos las cuales se aferraron a mis caderas.
—Voy a follarte aquí mismo— musitó apegando mi trasero a su entrepierna.
Helios caminó hasta nosotros. Me atrajo hacía él atrapando mi boca con brusquedad. Coló su lengua con desesperación, Zeus deslizó su mano por mi cuello atrayendo así mi rostro hacía atrás terminando ahora en su boca. Esto estaba saliendo mejor de lo que había pensado. Helios dio pequeños mordiscos en mi cuello y Zeus se dedicó a deslizar sus manos por mi abdomen hasta atrapar uno de mis pechos haciéndome gemir, Helios gruñó y empujó su rostro para alejarlo de mi tomando así mis labios con dominio, Zeus mordió mi cuello y desabrochó mi pantalón. «¡Tienes que parar!» mi consciencia gritó. Me aparté de ambos y caí de rodillas.
—¡No! — Helios gritó tomando su cabello entre sus dedos.
—Oh no mierda no...— Zeus se dejó caer al suelo de rodillas —No puede ser— negó —maldito imbécil es como si te haya besado— limpió su boca con el dorso de mano —Tu maldita saliva está en mi boca— murmuró. El cabello que caía sobre mi rostro volvía a ser normal.
—¿D-dónde estoy? — musité respirando de una forma agitada.
—¿Hera? — Zeus masculló manteniendo distancia de mí.