—¿Te encuentras bien? — Helios preguntó sentándose a mi lado.
Zeus y Caos se habían marchado no hace mucho al hogar de las Moiras al parecer por lo sucedido con Caos su charla se había visto interrumpida. Mi querido esposo dijo que no quería marcharse si antes estar seguro donde Moro se encontraba así que fue con ellas para terminar de entender cómo y dónde buscarle. Fue así como él insistió en que no fuese y descansara, aunque extrañamente decidió que Helios se quedase conmigo y que Heracles lo hiciese también. Claro no sin antes amenazar a Helios y pedirle a Heracles que le vigilara.
—Lo estoy— dije tratando de no parecer nerviosa —¿Tu estas bien? — pregunté.
—Si— respondió. El silencio incomodo que se formó podía cortarse fácilmente.
—Helios—
—Hera—
—Lo siento— reímos —Habla tu primero— sonreí atreviéndome a verle a los ojos.
—No habíamos tenido tiempo para hablar— suspiró —Por lo que no había podido pedirte perdón por lo que hice— suspiró.
—¿De qué hablas? — pregunté confundida.
—Hebe me ha dicho lo que casi hago cuando Gea me tenía bajo su control— tensó su mandíbula y yo negué.
—Ya lo has dicho— me reacomodé en mi asiento —Gea te tenía bajo su control, no ha sido por tu voluntad, sé perfectamente que jamás harías algo así— mordí mi labio —Así que no tienes nada por lo que disculparte—.
—¡Ah! Lo olvidaba, aun no te he felicitado por tu embarazo— ¿su mirada era triste? ¡Oh por los dioses!
—Gracias— sentí un nudo en la garganta —Y-yo quería hablarlo contigo— balbuceé y él frunció el entrecejo.
—No tienes por qué hacerlo— negó —Tus decisiones no me incumben— un frio extraño recorrió mi pecho, pero ¿por qué? —Y por lo visto Zeus va muy enserio esta vez— ladeó una sonrisa —Es hora de que olvides todo lo que sucedió entre nosotros—.
¿Olvidar? Porque la maldita duda siempre aparece cuando él está cerca ¿en verdad quería olvidarlo todo? «¿Qué carajos haces?» mi conciencia gritó.
—Cuando todo esto termine voy a marcharme— volteé exaltada hacía él —No puedo seguir a tu lado, porque si sigo así tu tormento no va a parar — abrí los ojos con sorpresa negando —Se muy bien lo que sientes. Sé que estando aquí todo se vuelve un caos en ti y no quiero ser quien arruine tu vida— acarició mi mejilla —Lo mejor será no volverte a ver— lagrimas rodaron por mis mejillas —Quiero obligar a mi voluntad a ya no amarte— ¿esto era lo correcto?
—No me dejes— musité. Las palabras parecieron salir solas de mi boca. Un fuerte rayo se escuchó haciendo alejar a Helios quien se puso de pie yendo unos metros lejos de mí. Sequé mis lágrimas con rapidez justo en el momento que Caos y Zeus entraban al salón.
—Es hora— dijo Zeus acercándose —Tenemos que irnos— deslizó su mano por mi cabeza hasta mi cuello depositando un beso en mi frente. Caos me veía fijamente hasta que entornó sus ojos abriéndole con sorpresa dejándome confundida. Mas no dijo nada.
—¿Dónde está el niño bonito? — Caos preguntó. Apunté hacia el diván más lejano donde él se encontraba completamente dormido.
—Maldito idiota— masculló Zeus detonando un potente rayo dentro del lugar. Heracles gritó cayendo del diván. Volteé hacía Zeus dándole una mirada enfurecida y este solo se encogió de hombros.
—Lo siento— dijo Heracles corriendo hacia nosotros —Estoy cansado— talló sus ojos. Acaricie su cabello peinándole hacía atrás.
—Mi amor después de todo sigue siendo un humano— le dije a Zeus y este solo entornó los ojos.
—Estoy bien— masculló.
—¿Y bien? — Helios se acercó —¿Ya sabes cómo llegar a Moro? — preguntó.
—Si— Zeus respondió —Se encuentra en la parte más profunda del inframundo—.
—¿El tártaro? — pregunté.
—No, mucho más abajo del tártaro— Zeus suspiró —Al parecer hay una cuarta región que siempre se mantiene oculta—.
—¿Estás seguro de esto? — Helios preguntó. Me removí incomoda de mi lugar al ver como Caos seguía sin apartar su mirada de mi —Es una de las regiones que nadie se ha atrevido a ir, no sabemos que puede haber ahí a parte de Moro—.
—¿Acaso tienes miedo pequeña ninfa? — Zeus arqueó su ceja.
—Cierra la maldita boca o voy a obligarte a hacerlo— Helios se acercó quedando a centímetros de Zeus. Cerré los ojos tomando aire para no explotar y ser yo quien les terminé cerrando la boca a los dos.
—Basta— Caos interfirió —Solo pierden el tiempo estúpidamente— Zeus ladeó una sonrisa y Helios se alejó gruñendo.
Zeus elevó el rayo dejando que un pasaje bajara con fuerza. Cuando mis pies tocaron el suelo nuevamente tuve que acuclillarme mientras sostenía mi pecho jadeando ¿qué carajos pasa? Zeus se acercó jadeando al igual que yo.
—Esto no puede ser cierto— Caos masculló de lo más tranquilo —Son unos debiluchos— chasqueó la lengua.
Busqué con la mirada a Helios y Heracles y al igual que nosotros se encontraban de rodillas sujetándose el pecho con aparente dolor, aunque Heracles se veía mucho peor.