Hera: La caída del sol y el rayo

¡Voy a matarle!

—Carajo— musité sosteniéndome del brazo de Zeus. Apreté los ojos tratando de buscar la voluntad para no vomitar hasta mi alma. Zeus masajeó mi espalda a lo que abrí los ojos para verle. Más mis ojos se abrieron con asombro al ver que no se trataba de Zeus —Lo siento— solté el brazo de Moro haciendo una reverencia.

—¿Qué sucede contigo? — Moro preguntó a lo que Zeus me alejó de él, más mi furia hacía él aún no había cesado así que terminé alejándome de Zeus también, yendo con Caos.

—Está embarazada— Zeus respondió y Moro pareció sorprenderse.

—Es tu mujer ¿no? — Moro preguntó y yo reí con sarcasmo.

—Lo es— dijo Zeus. Le conocía perfectamente bien, estaba haciendo todo para cabrearme aún más. Después de todo sé que él detestaba mis momentos de irreverencia y ahora estaba vengándose.

—¿Dónde estamos? — Heracles interrumpió aclarándose la garganta.

—En una de las salidas del inframundo— Moro respondió —No tengo ni la mínima idea de donde se encuentra ahora su palacio para llevarles directamente— dijo burlón.

Zeus rodó los ojos alzando su rayo llevándonos directo hacía la mansión donde los demás se encontraban. La última gota que hacía falta para rebalsar el vaso cayó, me alejé con prisa de todos vomitando hasta mi dignidad. Zeus se acercó masajeando mi espalda justo en el momento que una arqueada más vino, no rechacé su tacto porque era el único que me hacía sentir bien, aunque las ganas de arrancarle la cabeza aún seguían ahí.

—¿Estas bien? — preguntó limpiando mis labios con su dedo pulgar y yo asentí.

Regresamos con los demás y evité la mirada de todos hasta que Caos desapareció repentinamente como ya le era costumbre. Caminamos hacía la entrada y las puertas fueron abiertas por los soldados de Zeus quienes al vernos hicieron una reverencia haciéndose a un lado.

Los nervios comenzaron a manifestarse en mí ¿qué pasaría cuando Moro y mi padre se encontrasen cara a cara?

—¡Hera! — alguien gritó sacándome de mi ensimismamiento.

—¡Papá! — grité corriendo hacía Hypnos —Cuanto tiempo— reí lanzándome hacía él quien me alzó del suelo besando mi cabeza.

—¿Oh por los dioses te encuentras bien? ¿Esa es sangre en tu ropa? ¿Estás herida? —preguntó poniéndome en el suelo y yo negué. Había olvidado por completo que mi coraza y vestido seguían manchadas de la sangre de Zeus.

—Tranquilo, tuvimos un percance en el viaje, pero estoy bien, no es mi sangre es de Zeus, pero todo está bien— expliqué con rapidez antes que se desmallase.

—No me des estos sustos— suspiró acariciando mi mejilla —Tu padre me ha dicho que ahora esperamos doble— dijo aliviado y yo asentí «así que Thanatos ha hablado de mi» pensé —¡Felicidades por ti y por Zeus! — reí avergonzada.

—Gracias— acaricié mi vientre. Escuchamos como Zeus se aclaró la garganta haciéndome recordar quien estaba a mis espaldas —¡Oh claro! ¿Dónde está papá? Ha pasado algo inesperado y es urgente que hablemos— dije a lo que Hypnos dirigió su mirada a Moro quienes se quedaron viendo fijamente.

—¿Es tu padre? — Moro preguntó.

—¡No! — dije —Bueno si, pero no— respondí con rapidez a lo cual Moró me observó cómo bicho raro —¿Dónde está Thanatos? — le volví a preguntar a Hypnos con insistencia.

—Síganme— dijo Hypnos no muy convencido. Caminamos por el largo pasillo hasta el salón principal, mi corazón comenzó a palpitar con rapidez.

Hypnos empujó las enormes puertas y vi a Thanatos de espaldas con la maldita zorra de Metis a su lado. Thanatos volteó con rapidez ante el escandaloso ruido de las pesadas puertas y los papiros que sostenía se deslizaron de sus manos hasta el suelo al verme. Su rostro empalideció mientras corría hacía mí.

—¿Qué sucedió? — preguntó tembloroso —¿Estas bien? — desabrochó mi coraza con rapidez casi arrancándola de mi cuerpo sin darme oportunidad de explicarle —Maldición— musitó a lo que yo tomé sus manos temblorosas entre las mías.

—Papá— sonreí —Estoy bien— dije —Esta sangre no es mía, Zeus casi muere otra vez— lagrimas rodaron por mi rostro y él abrió los ojos con asombro. Me abrazó sin más causándome sorpresa.

—Lo siento— masculló acariciando mi cabello —Me he comportado como un imbécil— abrí los ojos con asombro —No sé qué sucede conmigo— escuché como Zeus daba la orden de que todos se retirasen del lugar —Perdona a este viejo imbécil— tomó mis hombros separándome de él a lo que yo le regalé una cálida sonrisa.

—No solo ha sido tu culpa— acaricié su mejilla —Después de todo tienes razón— suspiré —Eres mi padre y no he sabido valorar que te tengo a mi lado— deposité un pequeño beso en su mejilla— llevé mi vista al frente observando a Moro quien nos veía con atención. Mi padre iba a voltear, pero yo tomé su rostro para que me viese —Alguien ha venido a verte a ti y a Hypnos— susurré —Lamento mucho si no lo querías— liberé su rostro.

Zeus se acercó a mí y fue hasta ahí que me di cuenta que solo estábamos nosotros dos, Hypnos, Thanatos y Moro. Repentinamente un muy conocido silbido llegó hasta mí, un pequeño pajarillo carmesí batía sus alas en mi dirección hasta que se posó en mi hombro sobando su pequeña cabeza en mi cuello.

Mi padre vio a Zeus y este asintió por lo que Thanatos se dio la vuelta para ver en dirección a ese hombre desconocido que se encontraba junto a Hypnos, Moro frunció el entrecejo volteando hacía Hypnos, luego hacía Thanatos y así una vez más.

—Creo que deberías de presentarlos— Zeus susurró y yo asentí.

Zeus quiso atrapar al pajarillo, pero este voló posándose sobre mi cabeza donde se quedó mientras yo caminaba hacía los tres.

—Papá, Hypnos— tragué saliva. Ahora que les veía juntos el parecido era considerable, aunque la piel de Moro era mucho más pálida y su cabello completamente azabache y sus orbes parecían miel —É-él es M-Moro— tartamudeé sintiéndome pequeña cerca de los tres. Hypnos abrió la boca completamente atónito ante la situación y el rostro de Thanatos se volvió mucho más serio —Moro, él es Hypnos— lo señale —Hermano gemelo de Thanatos quien es mi padre— los presenté —Y por supuesto tus hermanos— el pajarillo sobre mi cabeza saltó silbando a lo que yo le tomé en un movimiento rápido sosteniéndole entre mi mano.



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En el texto hay: trianglo amoroso, drama, amor

Editado: 15.12.2020

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