—Despierta— alguien susurró —Mi amor despierta— unos ¿ardientes? labios se acomodaron sobre los míos ¿desde cuándo los fríos labios de Zeus eran tan cálidos?
—Zeus— musité.
—¿Zeus? — abrí los ojos con horror al reconocer la voz.
—¿Helios? — grité arrastrándome hacía atrás cayendo de la cama.
—¿Mi amor que te sucede? ¿Estás bien? — preguntó alarmado yendo hacía mí. «¿mi amor?» pensé. Mi corazón latió con rapidez al ver que me encontraba desnuda. Halé la tela de la cama tapándome, agradeciendo que Helios se encontrase vestido.
—Helios tu halo— me puse de pie enrollando la tela en mi cuerpo —¿Q-qué paso? Tus atributos regresaron ¿dónde están los demás? ¿Dónde están Ares, Hebe y Zeus? — él me vio como bicho raro.
—¿De qué hablas? — rio negando —¿Quiénes son Ares y Hebe? — «carajo, algo no está bien aquí» pensé con los nervios de punta —¿Zeus donde más estaría? Claro con su esposa en el Olimpo— abrí los ojos con horror toqué mi vientre y este estaba completamente plano. Helios tomó mi mano, se sentó en el filo de la cama abriendo sus piernas donde me acercó acomodando su rostro a mi abdomen —Mi amor estás preocupándome ¿por qué preguntas por él después de todo este tiempo? — preguntó.
—¿Después de todo este tiempo? — tragué saliva y él asintió despegándose de mi para verme al rostro.
—Sí, la guerra y todo el periodo de paz— frunció el entrecejo y mi boca se entreabrió —¿Acaso no lo recuerdas? Tu padre te alejó de ellos y a esos idiotas no les importó— chasqueó la lengua y todo el calor de mi cuerpo desapareció —Si no te hubiese encontrado en el bosque del nacimiento de agua esos malditos hubiesen seguido lastimándote— alzó su mano hasta acariciar mi mejilla.
—¿P-podemos ir al O-Olimpo? — tartamudeé.
—¿Qué? — se puso de pie. Di un paso hacia atrás —Han pasado siglos que no ponemos un pie en ese maldito lugar y ahora de la nada te comportas como una demente ¿y quieres ir al Olimpo? — negó cabreado —¡Me niego! —.
¡Necesito saber qué carajo está sucediendo! ¿acaso me he vuelto loca? ¿o solo había soñado mi vida junto a Zeus? ¡No puedo recordar nada! Oh por los dioses ahora que mierda está sucediendo. Lagrimas comenzaron a bajar por mis mejillas.
—Oh no, mi amor lo siento no quise decir eso— se puso de pie atrayéndome hacía él —Solo no quiero que vayan a lastimarte otra vez— acunó mi rostro entre sus manos —Eres mi esposa y solo quiero que estés bien— un sollozo se escapó de mis labios.
Ahora tenía la vida que deseé, Helios era mi esposo y al parecer vivíamos en su mansión ¿acaso mi deseo se había cumplido? ¿Pero dónde están mis hijos? «¿Eres tonta o qué?» mi consciencia habló «Jamás estuviste con Zeus, ni siquiera te casaste con él ¡Ares y Hebe jamás nacieron!» lo vocecilla de mi consciencia aclaró. ¡Necesito regresar a mi realidad!
—Vamos mi amor no llores— Helios sonrió dándome calidez —Tenia siglos de no verte hacerlo— abrí los ojos con impresión.
—Lo sabía— musité deslizando mis brazos por su cintura —Sabía que tu jamás ibas a lastimarme y aun así te dejé ir— escondí mi rostro en el hueco de su cuello sintiendo su agradable y cálido olor —Eres lo que siempre quise— él peinó mi cabello. «Pero no puedo tener» pensé, separándome de él —Helios te lo ruego— mordí mi labio —Llévame al Olimpo— supliqué y él suspiró con cansancio —Por favor— tomé su rostro entre mis manos —Prometo que si algo sucede nos iremos, necesito ver a mi padre— sus labios formaron una línea recta.
—Mi amor ahora no— sentenció firmemente —Prometiste que irías conmigo a traer al sol al alba— mi corazón se aceleró —Tenemos muchas cosas que hacer, prometo llevarte al Olimpo mañana— puso un mechón de mi cabello tras mi oreja —Pero ahora quédate conmigo— musitó. Mordí mi labio y asentí no muy convencida, después de todo ¿y si esta era mi realidad y lo demás no había sido más que solo un sueño?
—Helios— dije tímida —¿Tienes idea de cuánto te amo? — pregunté y él sonrió.
—Puedo sentirlo— me abrazó —Puedo sentirlo cada vez que tus ojos me ven, cada vez que me abrazas y en cada palabra que pronuncian tus labios— sollocé abrazándole.
—Te amo— gimoteé desahogando la verdad que trataba siempre de ocultar como una mentira —No sé en qué momento me enamoré tanto de ti y no está bien— hice puño la tela de su túnica —Estoy mintiéndome a cada momento, en cada maldito momento que lo niego— él se quiso separar de mi pero no se lo permití. «Pero el amor que siento por Zeus es mucho más fuerte ¡tanto que duele!».
—Mi vida— acarició mi cabello —¿Qué sucede contigo hoy? — tomó mis hombros separándome de él —¿Por qué lloras? Estoy aquí contigo no iré a ninguna parte mi amor ¿y por qué me ocultarías cuánto me amas? — sonrió dándome calidez —Tienes una eternidad a mi lado para que me ames como yo la tengo también—.
—Oh Helios— me puse de puntas hasta alcanzar su boca estrellando mis labios en los suyos con ímpetu, sentí como el peso del mundo caía de mis hombros sintiéndome completamente en paz.
La sabana se deslizó hasta mis pies dejándome desnuda una vez más. Helios acarició mi espalda desnuda erizando mi cuerpo completo. Había olvidado su tacto, su tan cálido tacto sobre mi piel. Di un salto enrollando mis piernas a sus caderas. Él caminó hasta la cama y me dejó caer con delicadeza para después subir encima de mí.