Heradise: Redención

I. Paz Momentánea

 

BELLGER

28 de octubre de 2036

12:35

 

Bellger permanecía en total calma, hacía un día soleado y Dante disfrutaba pasar esos días con su querida hija. Debido al papel importante que tuvo que aceptar con Pandora, su tiempo en Bellger era bastante reducido. Pasar un mediodía con su hija, era un momento que difícilmente ocurría, y por ello, siempre lo aprovechaba al máximo.

Ambos, yacían acostados en la pradera de flores junto al bosque de las hadas. Dante disfrutaba de la linda sonata que las hadas cantaban y la fresca brisa que el viento producía.

—Papá, me gustaría viajar contigo algún día. Conocer el resto de Heradise, ¡quiero descubrir todas esas bellezas contigo!

Dante rio con profunda felicidad por el deseo de su hija y aceptó sin dudar.

—Algún día, Angie. Algún día.

Abrazó con fuerza a Angeline y la alzó en el aire, de tal manera que ella se posicionara como si estuviera volando.

—Algún día, alcanzarás la madurez y juntos surcaremos el universo en busca de maravillas.

—¡Sí! ¡Quiero demostrarle a Nyroh que amo vivir aventuras! ¡Quiero ir a un lugar que él nunca haya visto!

El cabello castaño de Angeline bailaba con el viento y sus ojos grisáceos veían con alegría a su padre. «Nunca cambies, cariño», pensó el Ángel con orgullo. Para Dante, su hija era una increíble caja de sorpresas, varias veces hizo cosas que nadie esperó de ella, era excepcional y le enorgullecía la forma de pensar que ella misma forjó a su temprana edad.

La presencia de Angeline era lo suficiente para despejar su mente de las preocupaciones que siempre lo abrumaban. A pesar de cruzar un tiempo de paz momentáneo, la posibilidad de que fueran atacados por sorpresa le quitaba el sueño a Dante, temía que algo malo pasara en el momento menos oportuno para ellos.

—Papá, sé que algo te preocupa —expresó la pequeña—. Soy capaz de distinguir cuándo algo te agobia.

Dante reaccionó con sorpresa e intentó negar la afirmación de su hija, pero al final no pudo negárselo. Angeline era alguien difícil de engañar, sabía cómo entrar en la mente de aquellos que hablaran con ella.

—No, no es nada, hija —respondió avergonzado—. A veces tener que lidiar con bastantes cosas genera mucha preocupación, por suerte pude venir a estar contigo por hoy.

Angeline quedó insatisfecha con la respuesta de su padre y extendió sus magníficas alas, dispuesta a volar.

—¡A que no me atrapas! —gritó confiada y desapareció rápidamente de la visión de su padre. Fue tan rápida, que un segundo después de haber desaparecido, apareció la ráfaga de viento por su desplazamiento.

Dante quedó perplejo por la acción de su hija, no porque quisiera jugar a las escondidas, sino; porque voló a una rapidez increíble, para su corta edad, le sorprendía.

Pero claro, Dante pasaba poco tiempo con su preciada hija, no era consciente de la evolución de los poderes de Angeline y cómo ella los manipulaba a su gusto y antojo, la caja de sorpresas se convertía en un enorme armario para Dante.

—¡Ya verás! —respondió con la misma emoción de Angeline y voló en busca de su hija.

La buscó por la pradera, las montañas, el bosque y no dio con ella, hasta que decidió buscarla en la cueva, aquella cueva que habitó en su primera llegada a Bellger.

—Dónde estará mi niña traviesa.

Preguntó con poca paciencia y buscó a Angeline por toda la cueva, sin buenos resultados, pero; no fue hasta que notó una particularidad en él tras salir de la cueva, que encontró a su hija. Resultó ser, que Angeline suplantó a su sombra desde que llegó al bosque de las hadas.

—¡Aquí estás! —se convirtió en sombra por igual y cargó a su hija en brazos.

Angeline adoptó su apariencia espectral y rio tras ser alzada por los brazos de su padre. Dante, por otro lado, estaba más impactado por la capacidad de su hija. Sin entrenamiento, sin tutor, fue capaz de descubrir las maneras de manipular sus poderes natos.

—¡Duraste bastante en darte cuenta! —dijo entre risas.

—Eres buena escondiéndote —respondió Dante sorprendido.

—Soy astuta, igual que tú —replicó ella y se liberó de los brazos de su padre—. Hace dos años que descubrí mis poderes.

Angeline expresaba culpa por no haberlo comentado antes, siempre le contaba todo a Dante y a Pandora, pero ese fue el único secreto que se guardó para sí misma.

—¿Por qué no dijiste nada? —preguntó Dante, con curiosidad.

Angeline dirigió su mirada apenada al suelo mientras jugaba con sus dedos. Dante esperaba una respuesta válida y bien formulada por su hija, ella sabía ingeniarse buenas excusas para cubrir sus travesuras.

—Siempre están ocupados pensando en la situación de Heradise, en las estrategias y planes para contrarrestar a Calamidad y todas esas cosas que todavía no comprendo del todo —respondió en un solo golpe—. ¡Quiero evolucionar mis poderes por mí misma! ¡Descubrir de qué soy capaz! ¡Y he descubierto muchas cosas que nunca imaginé!

Las palabras de Angeline sonaban llenas de vida y curiosidad, además de soltar una que otra risa infantil, mientras su padre la observaba con una sonrisa risueña. Dante era consciente de la pureza que poseía el alma de su hija, y no quería que nada ni nadie se la arrebatara. Él no quiso que su hija sufriera lo mismo que él, Dante deseaba que Angeline pudiera vivir su vida ajena a la guerra, quería acabar con todo antes de que su hija se viera obligada a formar parte. Sin embargo, Angeline quería verse obligada para revolucionar completamente la situación.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.