Heradise: Redención

VI. Sacrificios de una Madre

El lugar quedó en silencio, los comandantes miraban sin empatía el cadáver de Dante. Devika se limitaba a ver de la misma manera, reteniendo la tristeza que le producía ese trágico escenario. Ellos pensaban que ese había sido el final de Dante, El Ángel de la Muerte, aquel que asesinó a su creador. Pero, estaban equivocados, alguien que estaba a la altura de Yix-Calamidad no pensaba igual que ellos, para Dante, solamente era el inicio.

Aquellos que tuvieron cercanía con Dante, su familia, lloraba alrededor de él, pero ninguno de ellos era consciente de que estaban en el mismo lugar, al mismo tiempo. Eran incapaces de romper la barrera de sus mentes. Por primera vez, Angeline experimentó un sentimiento carente de bondad y razón. Sintió ira, tristeza, dolor, y la mezcla de esas emociones originaba el deseo de venganza. Angeline, quiso matar a Azriel en ese instante.

—Ya está hecho —expresó Azriel—. Ahora, podemos volver a Luvixia.

Angeline miró con repudio y asco a Azriel, su corazón y mente estaban consumidas por el dolor de la pérdida, y creó una inmensa cantidad de cristales para atacarlo.

Entre los comandantes, Roux reaccionó y creó una barrera de oscuridad entre Azriel y los cristales. Todos quedaron sorprendidos por lo recién sucedido. El encantamiento de Roux todavía estaba en acción y toda Heradise presenciaba el atentado.

—¡Acaba con el encantamiento!

Azriel estaba exaltado por lo recién sucedido. Roux cerró la transmisión y trajo a Angeline en físico al lugar. Angeline sintió el cambio en sí misma y, en un acto reflejo, liberó a su padre de las cadenas.

—¡¿Cómo fue capaz de romper la barrera de la transmisión?! —preguntó Azriel, sorprendido.

—No tengo idea, Azriel —replicó Roux—. No olvides que este no es nuestro universo, por lo que no poseo conocimiento total de la materia en este lugar. Seguramente logró romper la barrera debido a ello… materializó esos cristales en la realidad justo en el momento que te iban a atravesar… impresionante.

Roux acabó susurrando para sí misma, atraída por el poder de Angeline. Kreiger maldijo la presencia de Angeline y blandió su mazo, deseoso de aplastar su cabeza como una nuez.

—Detente —ordenó Azriel—. Ella es mía.

Azriel blandió nuevamente su espada, dispuesto a matar a Angeline. El coraje de Angeline desapareció y buscó desesperadamente una salida —a la vez que cargaba a Dante en su espalda—, pero no encontraba una salida. No había manera de escapar con su padre a cuestas, pero se rehusaba a dejarlo, deseaba darle una digna sepultura.

De repente, Nyroh apareció entre Azriel y Angeline. Sus ojos celestes estaban irritados y desbordaban unas cuantas lágrimas, su mandíbula estaba tensa, al igual que sus puños.

—¡No matarás a nadie más!

Nyroh creó una inmensa cantidad de proyectiles de luz y oscuridad alrededor de cada comandante, para intimidarlos, y para asesinar al que tenía en frente. A pesar de tal acción, no recibió la reacción que esperaba. Azriel seguía sereno, miraba a Nyroh con un semblante serio que denotaba malicia en lo más profundo. Así, permanecieron por varios segundos, hasta que Nyroh se atrevió a parpadear. Azriel destruyó todos los proyectiles con su espada y atacó directamente a Nyroh. Un ataque fugaz, que acabó atravesando su pecho.

—¡Nyroh! —gritó Angeline atemorizada, no quería perder a alguien más, pero era incapaz de hacer algo.

—M-Maldición, eres más fuerte de lo que pensé —sonrió con diversión—. Te devolveré el golpe.

Nyroh chasqueó los dedos y un proyectil acabó atravesando la rodilla de Azriel, obligándolo a arrodillarse ante Nyroh. Aprovechó para deshacerse de la espada que recién atravesó su pecho y la lanzó lejos de ambos.

—Esto no acabará aquí, Azriel. Juro por Dante, que erradicaré el mal que traes dentro.

Azriel sonrió con desdén y alzó su mirada llena de locura.

—Los juramentos a un muerto no tienen valor, mira por tus vivos, idiota.

Nyroh bufó con molestia y desapareció con Angeline y Dante de aquel lugar. Los cristales que atentaban a los demás comandantes desaparecieron y corrieron a socorrer a Azriel.

—Maldición, no pude hacer nada —gruñó enfurecido, Kreiger.

—La próxima vez los rodearemos —ofreció Roux.

—Debemos aprovechar que no tienen a nadie que les proteja —expresó Azriel—. Este, es el mejor momento para atacar todos los reinos.

—Pero, Pandora sigue con vida —replicó Devika, buscaba una excusa para atrasar sus planes, pero no tenía remedio.

—Sin Dante, Pandora no es nada. Debemos aprovechar.

Azriel tenía razón, hasta cierto punto, pero la verdad de las cosas, era que estaba subestimando a Pandora. Ella perdió a Dante, quién era más que un amante y el padre de su hija, para ella; Dante era mucho más que eso, aun así, era capaz de darle frente a toda adversidad con tal de proteger a su única hija.

 

Bellger




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