Heradise: Redención

IX. Perfecta Sincronía

No comprendí al inicio por qué lloraba tanto, estaba arrepentida, era obvio, pero no conocía el motivo. Sus mejillas y sus ojos estaban enrojecidos por su incesante llanto. Despegué mi rostro de su pecho y la miré a los ojos. «¿Por qué lloras?» Mi pregunta la dejó sorprendida, después de unos segundos, exhaló lentamente y dijo «Todo el tiempo, estuve viendo tus acciones. Vi cada aventura, cada decisión, cada momento, cada sufrimiento. Yo… lo siento, no interferí en tu muerte, aunque lo deseé, no lo hice». Ahí, comprendí quién es ella, y tuvo la disposición de ayudarme a comprender, quién soy yo.

Devika permanecía con la mirada en el techo mientras esperaba que Nyroh volviera con Evelyn. No esperaba llegar tan lejos, pero su corazón latía de alegría, al fin estaba a salvo, rodeada de gente que la aceptaría, una vez contara toda su historia. En lo más profundo de su corazón, deseaba conocerlos a todos. Entre tanto silencio, percibió la ruptura del viento, y la figura de Nyroh atravesó el umbral de la puerta. Ambos cruzaron miradas, él expresaba alivio y ella expresaba regocijo. Evelyn asomó su cabeza por la puerta y presenció el reencuentro de ambos con curiosidad.

—¿Cómo te llamas? —preguntó—. Es de mala educación espiar.

Evelyn saltó con sorpresa y entró nuevamente en la habitación. Se preguntaba cómo fue capaz de notar su presencia, si seguía acostada en la cama de Angeline.

—Me llamo Evelyn. Un gusto, Devika.

Evelyn se acercó y sonrieron mutuamente en muestra de saludo. Un saludo que duró varios segundos, ambas se sentían atraídas por los colores de sus ojos.

—¿Cómo te sientes? —preguntó, Nyroh. Se acercó para medir su temperatura con la palma de su mano y asintió levemente.

—Mejor que cuando llegué —replicó, aliviada—, aunque, no puedo levantarme todavía sin marearme. Sigo débil.

Evelyn salió de la habitación y buscó entre las cosas de Eve; en su hogar, la poción que curaría su debilidad. Eve guardaba una galería de pociones de todo tipo en un mueble enorme. A pesar de que estaban guardados y divididos según su categoría, fue difícil encontrarlo.

—Te tengo —susurró. Agarró el frasco y volvió enseguida a la casa de Angeline. Al llegar, Nyroh le cuestionó qué traía en sus manos.

—Esta poción aliviará sus mareos —dijo mientras se sentaba al costado de Devika—. ¿Me permite?

Devika sonreía con ternura al tenerla tan cerca y asintió levemente. Evelyn pasó su mano por debajo de la cabeza de Devika para servirle de soporte. Devika se inclinó un poco y Evelyn le ofreció el frasco con la poción. Tomó la poción de un solo toque, dejando sorprendida a Evelyn.

—No sabe tan mal como pensé —comentó—. En Luvixia, las pociones suelen tener un sabor extremadamente amargo.

—Es curioso, aquí suelen mantener el sabor del agua. ¿Ya se siente mejor?

Devika suspiró y lentamente se reincorporó sobre la cama con sus ojos cerrados. Los abrió lentamente y pudo apreciar todo su entorno.

—Ya me siento bien —sonrió—. Gracias.

—Es un placer —respondió y regresó a su casa a limpiar y guardar el frasco en el almacén de Eve. Poco se hablaba de las habilidades de su mamá para crear pociones y elixires mágicos. Gracias a sus aventuras por todo el universo, y el acceso que tuvo a innumerables bibliotecas de Heradise, su atracción hacia la alquimia y sus derivadas no hizo más que crecer. Explotó todo el conocimiento adquirido y cuando menos se esperó, se volvió una gran alquimista y curandera.  

Devika estiraba sus brazos con tranquilidad mientras miraba el techo y exhalaba todo su aire retenido.

—Evelyn es una chica interesante —confesó—. No sé cómo explicarlo, pero quiero conocerla mejor. Ella es mitad ángel, mitad vitor, ¿verdad?

—¡Espera! —exclamó Nyroh, anonadado—. ¿Estás diciendo que sientes curiosidad por Evelyn? ¿Por qué me cuentas esto?

Devika colocó su mano cerca de su barbilla y acarició sus labios con su dedo índice y cordial. Nyroh permanecía extrañado, pero reconocía que estaba formulando su respuesta.

—Eres mi único contacto confidente hasta este momento —respondió con su característica voz dulce—. Siento cariño y confianza por ti, si no te cuento a ti, ¿entonces a quién?

Las mejillas de Nyroh se ruborizaron y carraspeó, intentando recuperar su postura de hace unos segundos.

—Aprecio eso —respondió—, pero no hagas nada que te comprometa. Mantén distancia con todos, al menos por ahora. Debes ganarte la confianza de ellos.

Devika suspiró nuevamente y acarició su mejilla con delicadeza. Fue tan repentina su acción, que Nyroh se tensó al tacto.

—No te preocupes, he planeado todo —expresó, confiada, pero no con una confianza arrogante, no, una confianza auténtica—. Para cuando llegue el atardecer, toda tu familia confiará en mí, te lo aseguro.

Nyroh apartó la mirada y sujetó su mano con calidez.

—He de admitir, que en ti no veo y tampoco siento maldad —confesó con serenidad, pero cambió drásticamente su gesto en uno molesto—, pero, en el momento que hagas algo sospechoso, no dudaré en asesinarte. Ya estoy harto de que alguien muera por mis errores.




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