Heradise: Redención

XIII. Schïnva

Me costó asimilar mi realidad. Una vez controlé mis dudas y despejé mi mente, pude atar cabos sueltos. Todo tenía sentido. Estábamos viendo el estado de aquella chica, me dijo que ella era alguien importante, para muchos. Mi curiosidad me ganó, y quise preguntarle por el paradero de mi familia. Dudosa, me respondió que, estaban en la fase final del plan.

Avanzaban por el páramo gélido con sumo cuidado. Aprovechaban las hierbas altas y los arbustos frondosos para mantener un perfil bajo. Nyroh se detuvo e hizo una señal con la mano para que se detuvieran.

—Devika, ¿qué tan lejos estamos de llegar a Vostlia?

Ella asomó la cabeza por la zona y extendió su mano.

—Estamos a 50 minutos a pie.

Caminaban en fila india, al final, estaban Violet y Rek, respectivamente. Violet veía de reojo a Rek, algo en ella le decía que su compañero iba a estar en conflicto consigo mismo. Suponía que no era fácil para él, volver a su tierra natal, a favor de quién era su enemigo inicialmente.

—Rek, ¿estás bien con todo esto?

Seguía viéndolo, seria y neutra.

—Sí, Vi. Sabes que te debo mi vida. Ahora soy leal a ti y no haría nada en contra de los Heridianos. Ese es nuestro pacto.

—De acuerdo.

Le tranquilizaba sentir la determinación y seriedad en su respuesta.

 

Ya estaban en la frontera de Vostlia, y podían apreciar a lo lejos una villa. Para ser una como tal, no era específicamente pequeña. Tenía muchas casas con aspectos que eran curiosos para ellos —a excepción de Devika y Rek—. Las casas poseían estilos diferentes y sus cimientos eran de níquel. Pero todos poseían algo en común, eran cabañas con un estilo victoriano. ¿Será esa la arquitectura de las casas de Vostlia? ¿Su cultura? Nyroh tenía esa curiosidad.

 

—Según la posición del sol, estamos cerca del atardecer —dijo Devika—. Esperemos al anochecer.

Nyroh se posicionó a la par de Devika y cruzó sus brazos.

—Supongo que no podemos rodearla.

—Nos tomaría mucho tiempo —replicó ella—. Sería lo más seguro, pero nos tomaría días extras evitar así los pueblos vostios. Además, Rek puede garantizarte que no es fácil esconder nuestro olor de ellos. Sentirán que criaturas desconocidas rondan en los alrededores sin entrar en la villa. ¿Cuál crees que sea la conclusión de ellos?

—Tiene razón —dijo Rek—. Lo mejor que podemos hacer, es cruzar e interactuar con la ciudad sin levantar demasiadas sospechas.

Nyroh frunció el ceño.

—Creo que nuestra simple presencia ya sería lo más sospechoso para ellos. ¡Es obvio! ¿Un grupo de viajeros encapuchados salen de la nada y cruzan el pueblo más apartado de Vostlia con rumbo al sur? Yo si fuera ellos no dudaría en lanzar preguntas trampas.

Todos callaron y pensaron en una solución.

—Sí puede funcionar —comentó Devika—. Al igual que en cualquier lugar, cada habitante vive en sus propios asuntos. Y si nos vemos obligados a encarar sus preguntas, lo haremos. Rek abandonó Luvixia cuando era apenas un cachorro, ha cambiado mucho y es dudoso que lo reconozcan. Él podría dar la cara por nosotros.

—¿Cuál sería nuestra fachada? —preguntó Rek.

Devika acariciaba su mejilla con la mano mientras pensaba, y chasqueó los dedos.

—Que somos una banda de guerreros nómadas que intenta ganarse la vida con encargos.

—Puede funcionar —comentó Angeline—. Cada uno posee un rasgo distinto, eso fundamentará lo de ser nómadas.

Todos asintieron a favor de la idea y avanzaron. Sin importar que fuera de noche o no.

Alrededor de la villa, había un muro de piedra, considerablemente alto, que señalaba el terreno de la misma. La entrada era simple, un camino de piedra con un cartel que traía su nombre, pero en el idioma del lugar.

—¿Qué dice ahí, Rek? —preguntó Angeline.

—Schïnva —respondió con el acento de la lengua—. Es el nombre de la villa.

Al cruzar la entrada, rompieron la formación y avanzaron en conjunto. Violet estaba impresionada con los habitantes. Eran diferentes a los bestrayos que enfrentó en Terra. Se veían más civilizados, e incluso cometían acciones que se asemejaban a los humanos de Terra. Algunos fumaban, otros platicaban entre ellos, y demás. Pero a pesar de ello, la villa poseía zonas peligrosas, como cualquier ciudad, callejones que pintaban mal y no había presencia de un cuerpo que protegiera la paz de la villa. Aunque pareciera que era innecesario.

Angeline admiraba cada cosa, invadida por su curiosidad. Miraba cada bestrayo e intentaba capturar cada detalle que podía. Evelyn hacía lo mismo, pero ocultaba más su emoción. Angeline había notado algo interesante en la mayoría de habitantes. Podía afirmar que más de la mitad de su gente era mayor de edad, se notaba la vejez en sus cuerpos.

Nyroh y Devika, estaban indecisos. ¿Permanecer en la villa por esa noche y fundamentar la fachada? O, ¿cruzar toda la villa antes del amanecer?

La primera opción era más peligrosa, pero la segunda significaba agotamiento excesivo. Acabarían incapaces de responder a una emboscada.

Nyroh chasqueó los dedos y se reunieron al lado del establecimiento más cercano.

—Debemos preguntar por un sitio para hospedarnos —comentó—. Rek, este es tu momento.

Rek conocía Vostlia, y Schïnva entraba en el terreno que él manejaba.

—Aquí hay una especie de hotel… pero, hay de todo.

—¿De todo? —preguntó Evelyn.

—Gente poderosa, ladrones, mercenarios, prostitutas, asesinos, esa clase de todo. Seguramente llamemos la atención estando ahí, por lo que nos veremos obligados a exponer nuestro potencial. En Vostlia, es devorar o ser devorado, en términos literales y metafóricos.

—Habrá que luchar, entonces —aclaró Nyroh.




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