Heradise: Redención

XIV. Decisiones

Juntos subieron al último piso, el hotel era inmenso, tenía un total de cinco pisos y una azotea. Las llaves tenían un diseño interesante, eran gruesas y más grandes que una llave normal. Parecía más un identificador que una simple llave.

Nyroh jugó con las llaves y las extendió con sus manos, sonriente.

—Bueno, ¿cómo nos distribuimos los apartamentos?

Rek agarró el de la izquierda.

—Rek y yo agarraremos esta habitación —respondió Violet.

—Amathist, Liang…

—Pedimos la del centro —replicó Angeline.

Nyroh empuñó la mano en la que quedaba la última llave y asintió.

—Bueno, decidido. Celia y yo ocuparemos la habitación restante —dijo, inventando el nombre falso de Devika—. Aprovechen lo que queda del día para estudiar el lugar. Es lujoso.

Nyroh sonreía animado, pero en el transmisor habló seriamente.

—«Sean cuidadosas. Si ocurre algo, no duden en pedir ayuda mediante el transmisor. Iré a ayudarlos al primer grito de ayuda, estos cristales me permiten saber sus ubicaciones.

—«Entendido —respondieron en conjunto.

Cada pareja entró, quedando deslumbrados con cada detalle. Las habitaciones tenían un diseño rústico, pero elegante y atractivo. Las camas eran grandes y cómodas, el apartamento iba con baño y salón de estar con comedor incluido. El piso y las paredes de caoba, los muebles de mármol y las pinturas que decoraban el entorno. Era muy lujoso. No podían creer que recibieran tanta calidad por vencer al dueño del local en un duelo.

Nyroh saltó a una de las camas y movió sus extremidades.

—¡Esta cama es mía! —exclamó con la almohada ahogando su voz.

—Se volvió tuya en el instante que saltaste en ella —replicó Devika, sonriente—. Quiero probar la ducha.

Devika entró al baño y cerró la puerta. Tras quitarse el vestido y preparar la bañera, se hundió en esta con una sonrisa placentera, disfrutando cada segundo. Fue un baño de treinta minutos.

Salió del baño, vestida. Secaba su cabello con una toalla pequeña mientras buscaba a Nyroh en la habitación. Estaba dormido. Terminó de secarse el cabello y se acostó en su cama. Cerró sus ojos e intentó dormir, pero no pudo.

—No puedo dormir —susurró enfadada, mirando el reloj colgado en la pared.

Eran las 23:45.

Jugó con sus dedos, trazando elipses en el aire. Esperaba conciliar el sueño si realizaba cosas sin sentido, pero no era suficiente. Evelyn… no probamos si su poder era útil…

Giró discretamente hacia Nyroh. Seguía dormido. Se levantó de la cama, y salió del apartamento, en piyama. Cerró la puerta lentamente, intentando hacer el mínimo ruido posible, pero lo que ella no sabía, era que Nyroh fingía dormir.

 

Violet y Rek colocaron sus equipajes al lado de las camas. Ambos no tenían interés en elegir la cama. Rek enjuagó su rostro, deshaciéndose de los últimos restos de sangre y polvo. Agarró su copia de la llave y cruzó el umbral del apartamento.

—¿A dónde vas, Rek? —preguntó, curiosa.

—Iré a tomar algo en el bar —replicó—«. Y estudiaré el lugar.

Se fue por el pasillo, inquietando la mente de Violet. Deseaba descansar, pero su compañero pensaba molestarla el resto de la noche con sus ideas.

 

 

 

Angeline y Evelyn saltaron sobre sus camas, disfrutando la suavidad con sus cuerpos extendidos a lo largo y ancho de estas. Eran las 22:20.

—Esta cama es más cómoda que la mía —dijo Angeline, envidiando la calidad del servicio.

—Pienso lo mismo.

Evelyn se levantó aletargada al cabo de unos treinta minutos. La cama era tan suave y tentadora que casi acababa durmiendo en el momento. Acarició sus cienes y giró, buscando a Angeline con la mirada. Se había dormido. Miró su entorno, hasta que sus ojos enfocaron las ventanas de la habitación. Llena de energía, cerró las ventanas y las cubrió con las cortinas.

Qué mejor momento que este para intentarlo.

—Devika —susurró.

El nombre de su amante voló por su mente. ¿Voy a buscarla? Mejor no, no quiero que Nyroh levante sospechas.

Cerró sus ojos, y concentró su cuerpo y mente, sintió esa chispa única que se originaba en su nuca y acababa por recorrer cada parte de su cuerpo. Sus pupilas volvían a parecer rombos negros y profundos, su iris empezó a brillar y buscó hilos en la habitación, desesperada. Ella tenía un plan: Si su peculiar don no tenía restricciones, iba a contárselo a los demás. En caso contrario, guardaría su secreto hasta volver a Heradise.

Buscó en todo su entorno, pero no encontró nada. Sus manos temblaron, impotentes. Dejó caer su cuerpo sobre la cama y se arropó con la manta, introduciéndose en un profundo sueño, decepcionada de sí misma.

 

Violet persiguió a Rek hasta la entrada del bar, mantuvo distancia con él y se ocultaba cada que Rek volteaba a ver atrás. Sospecha de mí, pensó. Rek entró al bar y Violet corrió rápido, temiendo perderlo de vista. Al girar en el umbral de la entrada, chocó de golpe contra Rek.

—Vi, ¿por qué me sigues? —preguntó.

Violet exhaló con pesadez y negó varias veces.

—¿Cuándo supiste que te iba persiguiendo? —preguntó ella, curiosa por saber su nivel de sigilo.

—Desde que saliste del apartamento —replicó—. Sentí tu aroma de repente cuando abriste y cerraste la puerta.

—A veces olvido los sentidos potenciados que poseen ustedes —dijo vencida.

—En fin, ¿por qué me sigues? —preguntó molesto—«. Te dije que iba a estudiar el lugar, ¿no confías en mí?

—Solo quería saber a dónde ibas —respondió seria—«. Claro que confío en ti, idiota. Solo es miedo de que algo te pase.

—… está bien, vamos —dijo cansado—«. Haz lo que yo, y no hables, a no ser que te dirijan la palabra.




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