Éramos simplemente siete chicos. No teníamos mucho en común, salvo que un día preciso decidimos meternos en problemas y terminamos juntos en detención.
Reggie, siempre el deportista carismático, demasiado social para estar en detención, pero estuvo en el lugar y momento incorrecto de una guerra de comida. Matthew, muy inteligente y con una lengua afilada, simplemente debatió de más con el profesor Reed, quien no pudo tolerar ser desafiado por un estudiante. Alexandra, hermosa, amable y protectora, no dudó en patear en las bolas a un idiota que estaba molestando a Olivia, mostrando su valentía. Haciendo que ambas se fueran a detencion. Nathaniel, reservado y callado, acumulaba sus pensamientos hasta que explotó, insultando al profesor Morgan haciendo que lo envien directamente a detención. Patrick, problemático desde el día uno, era un cliente frecuente en detención, pero ese día no estuvo solo. Y yo, Cassiopeia, simplemente fui alguien que por error le tiró su batido de chocolate al director, un accidente que me costó caro.
Siete chicos diferentes, siete amigos asombrosos.
Una noche, la aventura nos llamó.
Un reto tonto: ingresar a la escuela en la noche y explorar sus pasillos desiertos. La adrenalina del desafío nos unió, riendo y susurrando mientras recorríamos el edificio vacío. Pero nuestros pasos nos llevaron a una escena que jamás habríamos imaginado.
Un ruido extraño, un susurro de pasos, y el choque de cuerpos en movimiento. Nos quedamos paralizados por el miedo y la sorpresa.
Todo paso tan rapido, todo sucedio en un segundo; Un ruido, un golpe, unos gritos.
Nuestro secreto.
Siete chicos diferentes, siete amigos asombrosos.
Siete personas que por un error presenciaron el mayor secreto de sus vidas.
Siete amigos, unidos por un secreto, distanciados por los malos entendidos.
La historia estaba lejos de terminar; apenas comenzaba.