Han pasado cerca de tres meses desde que Samanta y yo nos separamos, o mejor dicho desde que yo la aleje de mí y durante todo este tiempo no he dejado de pensar en ella. Ni de preguntarme si ¿acaso está bien? o si ¿tiene miedo? y también si con todo lo que le ha sucedido, ¿ella aun podrá ser capaz de sonreír como antes?, ¿Sam aún seguirá siendo Sam, mi pequeña y querida hermana? La verdad tengo miedo de ser olvidada por ella, pero al mismo tiempo anhelo que me deje atrás y encuentre su propio camino, y que pueda ser capaz de afrontar firmemente su destino; no me odies Sam por favor, no me guardes rencor por haber soltado tu mano.
Y mientras las lágrimas recorrían por las mejillas de Alice, esta no pudo evitar recordar su pasado, aquel que gracias a Samanta quien estuvo a su lado había olvidado, pero que junto con su partida volvió para atormentarla nuevamente...
Recuerdo que donde nací y crecí, no era precisamente un lugar al cual uno podría llamar hogar. Mis padres nos trajeron al mundo a mi hermano y a mí, sin siquiera desearnos y por tanto nunca se hicieron cargo de nosotros, al menos no como se suponía debía ser. No tengo idea alguna de como fui criada desde mi nacimiento hasta cumplir seis años, pero fue a partir de esa edad que comencé a cuidar de mí. Ya que, si tenía hambre, sed o sueño, o si acaso estaba sucia, sabía que ninguno de ellos se haría cargo de mí. Tristemente lo mismo le sucedió a mi hermano menor, quien nació cuando cumplí siete años.
Mi papá nunca estaba en casa y cuando venía solo se encerraba en la habitación con mi madre, y al terminar sus asuntos se volvía a marchar. Ella era alguien que no podía decirle que no a mi padre, ni al alcohol. Pero cuando Eliot nació creí que las cosas serían diferentes, sin embargo, ella simplemente lo ignoró, sin importar cuanto llorase ella nunca se compadeció de él. Mi pequeño hermano nunca bebió leche o uso pañales, ni fue abrazado o besado por su madre. ¿Acaso alguna vez ella nos amó? ¿al menos lo amo a él?
Mi hermano fue vestido, bañado, alimentado y amado por mí. Yo sabía que él me necesitaba, y no importaba cuanto me costara yo había tomado la decisión firme, con solo siete años de edad, de criarlo y de jamás abandonarlo pasara lo que pasara. Cuando cumplí diez años, mi madre repentinamente comenzó a mostrar interés por mí, algo que honestamente me hacía sentir muy feliz. Pero basto poco tiempo para descubrir sus verdaderas intenciones. A ella nosotros no le importábamos, y el darnos un techo era más que suficiente para, entre comillas cobrarnos un alquiler.
Aunque queríamos pagarle no sabíamos cómo, ya que no existía trabajo alguno para niños de diez o tres años. Por ello todos los días nos despertaba a las tres de la mañana, aún con la luna posada en el cielo, y nos mandaba hacia las frías y peligrosas calles a nada más que mendigar. Era obligatorio conseguir dinero para cubrir los gastos de su alcoholismo, para así seguir conservando un techo donde vivir.
No éramos más que una fuente de dinero para ella; mi madre solía decir que, ya que nos había traído al mundo, estábamos en la obligación de retribuirle todo lo que, según ella, hacía por nosotros. De no ser por las personas de las calles, quienes se solidarizaban con nosotros, brindándonos abrigo, comida y demás en definitiva Eliot y yo hubiéramos muerto. Realmente las acciones de aquellos extraños, evitaron que perdiera la fe hacia la humanidad, gracias a su gentileza y compasión jamás me deje envenenar por el odio, rencor o sentimientos oscuros. Fue también por la sonrisa de Eliot que irradiaba paz, que nunca me rendí.
Cuando cumplí trece años, nos llevaron a un orfanato donde una hermosa familia nos adoptó, fue entonces que me sentí tan afortunada, ya que yo era muy ''grande'' como para que una familia me quiera adoptar, temía me separaran de Eliot sin embargo ellos decidieron adoptarnos a ambos. Después de mucho, habíamos encontrado un lugar al cual llamar hogar, con una mamá y papá maravillosos.
Fuimos a la escuela, aprendimos a leer y escribir, aprendimos a amar y a ser amados, descubrimos tantas cosas maravillosas ahí, todo era como un sueño del cual definitivamente ninguno de los dos quería despertar, y poco a poco fuimos dejando atrás los terribles recuerdos de aquella ''madre'' y ''padre'', a quienes no odiaba, pero tampoco ansiaba volver a verlos...
Dos años maravillosos habían pasado, cada vez todo iba mejor, pero una tarde al volver a casa todo cambió. Mi hermano pequeño Eliot había desaparecido, mamá y papá lloraban sin cesar mientras hablaban con la policía, ellos dijeron que una mujer se lo había llevado y de inmediato supe que se trataba de aquella mujer a quien alguna vez llamamos madre.
Yo los guie hasta aquel horrible lugar y al entrar ella estaba ahí, recostada sobre aquel viejo sofá café como siempre, rodeada por un sin fin de botellas de alcohol, la mayoría ya vacías. Todos peguntaban por Eliot, pero ella solo reía, luego su mirada apuntó fijo hacia la ventana. Yo corrí de inmediato hacia el parque que se encontraba tras aquel viejo edificio, yo entendí que si no me daba prisa lo más probable era que no iba a volver a ver a mi hermano.
Al llegar vi como un hombre de aspecto terrorífico lo tenía entre sus brazos, bien sujeto para que no escapara. Por primera vez me sentí tan asustada y horrorizada, tanto que por un momento pensé en dejarlo atrás e irme, pero al ver los ojos de mi hermanito desbordando un sin fin de lágrimas, recordé de inmediato la promesa que le hice cuando nació, que pasara lo que pasara yo siempre lo protegería.
Yo sabía que aquel hombre si o si se llevaría a Eliot, de eso no había dudas, por ello sin pensarlo dos veces me puse de rodillas y le implore que también me llevara con él. Luego de unos segundos de absoluto silencio, este preguntó nuestras edades y luego de responder ocho y quince años, aquel sujeto tomo mi mano y nos arrastró hacia las sombras, obligándonos a renunciar a la felicidad que mamá y papá nos habían brindado.
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en busca de la verdad, en el habra una trama de tragedias, en este libro hay distintas historias
Editado: 11.06.2021