Capitulo 2: El Legado del Abuelo

Lyvia comienza a explorar la casa, encontrando pequeños detalles que no encajan: libros antiguos sobre temas esotéricos y cartas escritas en un lenguaje que no puede entender.

“El polvo cubría los libros viejos, pero lo que más inquietaba a Lyvia era que parecían haber sido usados recientemente.”

Mientras explora la casa, queda anonadada, el vestíbulo de la casa es amplio y oscuro, con techos altos. Un gran candelabro de hierro cuelga del techo, aunque ya no ilumina tanto como antaño. Las paredes están cubiertas de paneles de madera oscura, con retratos antiguos de miembros de la familia de Don Arturo, cuyas miradas parecen seguir a los visitantes. Hay una gran escalera de caracol de madera que conduce al segundo piso, con el pasamanos gastado por los años de uso.

El salón es la habitación más grande y lujosa de la casa. Unas enormes ventanas con cortinas de terciopelo rojo oscuro apenas permiten que la luz del día entre. Al fondo, hay una chimenea de piedra tallada, que alguna vez fue el centro de la vida en la casa. Encima de la chimenea, un retrato de Don Arturo en su juventud, con una expresión seria y enigmática. Muebles antiguos de cuero y madera oscura están dispersos, con una gruesa alfombra persa cubriendo el suelo de madera. El aire en esta habitación es denso, como si estuviera lleno de las memorias y secretos que alguna vez se compartieron allí.

Los pasillos son largos y están pobremente iluminados, con suelos que crujen bajo los pies de quien los atraviesa. Los cuartos de la planta superior, algunos sellados desde hace años, están llenos de muebles cubiertos con sábanas blancas, dando la impresión de que la casa ha estado esperando el regreso de su verdadero heredero. Algunas puertas están cerradas con llave, lo que sugiere que esconden más secretos. Las ventanas permiten que entre apenas la luz, lo suficiente para que el polvo en el aire sea visible, creando una atmósfera cargada de misterio.

Una puerta la cual me a dado curiosidad por sus grabados era un idioma que no conocia, camine lentamente y siento como mi respiracion aumenta junto con los latidos de mi corazon, siento el aire denso como si algo detras de esa puerta me atrayera como un iman, toco el pomo de la puerta y lentamente la giro.

De repente, escuché un leve crujido detrás de mí, y cuando me giré, vi una figura apoyada contra la pared al final del pasillo. Era un chico, alto, de pelo oscuro y desordenado, con una expresión que mezclaba curiosidad e intriga. Llevaba una chaqueta de cuero gastada, y a pesar de la oscuridad, sus ojos brillaban como si escondieran algo más de lo que mostraban.

—Parece que te perdiste, ¨dijo con una voz suave pero profunda, que hizo eco en el pasillo¨.

—¿Quién eres?. ¨le pregunté, tratando de mantener mi tono firme, aunque sentía mi corazón latir más rápido¨.

Él sonrió, como si mi pregunta lo hubiera divertido. —Lucas. ¿Y tú?.

—Lyvia. ¿Vives aquí?

—Digamos que soy... un visitante frecuente.¨respondió, sin darme una respuesta directa, como si disfrutara de mis preguntas sin ofrecerme una solución. Dio unos pasos hacia mí, sin perder su mirada fija en la mía, como si pudiera leer algo en mis ojos que yo misma no conocía.

—No parece que seas del pueblo. ¨observé, intentando entender quién era y por qué estaba aquí¨.

Lucas arqueó una ceja y dio una pequeña sonrisa. —Tú tampoco lo pareces. ¿Vienes a desenterrar secretos o a crear algunos nuevos?.

Su comentario me dejó desconcertada. Era como si supiera más sobre mí de lo que yo le había dicho. —Estoy aquí por la muerte de mi abuelo. ¨le dije, esperando obtener más de él con la verdad¨.

Lucas asintió, con un brillo de reconocimiento en los ojos. —Don Arturo. Un hombre con muchos secretos, ¿verdad?.

—¿Cómo lo conocías?. ¨pregunté, sorprendida de que supiera su nombre¨.

—Todo el mundo en este pueblo sabía de él, de una forma u otra. Pero no todos entendían lo que realmente era.”respondió, con ese aire de misterio que envolvía cada palabra.

Se acercó un poco más, el pasillo ahora sintiéndose más estrecho con su proximidad. Pude sentir la electricidad en el aire, esa extraña mezcla de curiosidad y atracción que empezaba a recorrerme.

—Algunas puertas no deben abrirse, pero otras... otras están hechas para ti. ”dijo, con esa ambigüedad que ya me frustraba y fascinaba a partes iguales.

—¿Qué hay detrás de esa puerta?. ¨pregunté, sabiendo que estaba entrando en un territorio peligroso.

—Algo que solo tú puedes decidir ver. ”respondió, sin apartar la mirada de la puerta.

Mi mano se extendió hacia la manija casi instintivamente, pero me detuve justo antes de tocarla. Sentía su mirada sobre mí, intensa y expectante, y por un momento, me pregunté si este encuentro era casual o si había algo más planeado en todo esto.

—¿Por qué yo?. ”le pregunté, bajando la mano y girándome hacia él.

Lucas dio un paso hacia mí, ahora tan cerca que podía sentir su aliento sobre mi piel. —Porque tú eres la siguiente. Y porque, como tu abuelo, tienes un destino que cumplir.

Nuestras miradas se encontraron, y en ese momento, algo cambió. Era como si el aire entre nosotros vibrara con una tensión invisible. No era solo el misterio lo que me atraía hacia él, sino algo más profundo, algo que no podía explicar pero que me hacía sentir una conexión innegable. Sabía que no debía confiar en él completamente, pero al mismo tiempo, algo en mí ya estaba enganchado.

—¿Y tú? ¿Cuál es tu papel en todo esto?. ”pregunté, sintiendo que la respuesta que me diera podría cambiarlo todo.

Lucas sonrió suavemente, su rostro apenas iluminado por la luz tenue del pasillo. —Mi papel es asegurarme de que tomes las decisiones correctas... o al menos, que no elijas la equivocada.

Su respuesta, como todas las anteriores, estaba envuelta en misterio, pero algo en su tono, en la forma en que me miraba, me hacía sentir que nuestras vidas estaban ahora entrelazadas de una manera que aún no podía comprender.