Hermanas por corazón

Colegio nuevo, Vida nueva (AINOHA)

- Me voy a morir de los nervios - Llevo toda la mañana vomitando y aunque todavía tengo arcadas ya no hay nada más que soltar.

Después de mucho tiempo siendo víctima de los abusos de las chicas de mi antiguo instituto, solo porque se aburrían por fin mi madre decidió escucharme (cosa que raramente hacía) y se dió cuenta de lo mal que lo estaba pasando en ese lugar, así que decidió cambiarme a uno en el centro de Madrid. (uno de esos que costaban un dineral a los que solo iba gente pija).

Le aseguraron que allí los niños estaban seguros y que por fin podría llevar una vida tranquila, yo lo estaba deseando y esperaba que todo el dinero que mi madre había gastado para matricularme habría servido para algo y no solamente para darle más problemas a ella.

Cosa que según ella hacía muy a menudo.

Me había despertado dos horas antes para prepararme pero después de intentar hacerme una coleta por décima vez decidí que lo mejor sería dejarme de tonterías y dejarlo suelto aunque eso significase soportar los comentarios de mi madre.

- Rápido, que llegamos tarde! - escucho gritar a mi madre al otro lado de la puerta.

Cuando por fin salgo del baño observo que mi madre frunce el ceño al verme.

- ¿Por qué llevas el pelo suelto? - . Ahí están, los típicos comentarios que siempre me dice. Y luego vendrá con que a mí no me queda bien porque no tengo el mismo pelo que mi hermana "la mari perfecta" y bla bla bla. Lo típico de siempre.

- No me salía la coleta - digo encogiéndome de hombros.

Ella, no muy convencida decide dejarlo estar y me pregunta la única pregunta a la que no creo tener respuesta.

- ¿Cómo estás? - "¿Bien?, la verdad es que no tengo ni idea, son demasiadas emociones para decantarse por una. Pero obviamente no le voy a decir eso.

- Perfectamente - contesto en su lugar.

- ¿Segura? - me dice nerviosa, aunque no tanto como yo. Lo que pasa es que yo intento ocultarlo.

- Super segura - añado con una sonrisa intentando llegar a creerme yo misma.

- Pues vamos que luego tengo que volver a llevar a tu hermana, que no puede llegar tarde - como siempre, nunca podíamos mantener una conversación sin que mi madre mencionara a la "maravillosa" Aitana.

Por un día que me iba a llevar al instituto su máxima preocupación era que Aitana llegase cinco minutos tarde a clase. Ella solamente había accedido a llevarme porque mi hermana entraba hoy más tarde, aunque ella perfectamente podría haber ido andando porque solo estaba a diez minutos andando, pero yo, como a nadie le importaba que yo llegará tarde tenía que ir en autobús, en el que se tardaba 45 minutos llegar y que nunca aparecía a la hora.

Podía parecer una exagerada pero tenía mis razones.

- Ya claro - respondí a secas.

30 MINUTOS MÁS TARDE...

Hace diez minutos que mi madre me ha dejado en la puerta de mi nuevo instituto, el BRISHTON COLLEGE.

Pero todavía no me he atrevido a entrar.

Siento que si no hubiera potado ya todo lo que tenía en mi estómago lo estaría haciendo ahora. Mi madre no me a ayudado nada a calmar mis nervios, creo que incluso lo a empeorado porque se ha pasado todo el trayecto contándome todos los premios que tiene mi hermana y obviamente diciéndome por décimo tercera vez que a mí no me queda el pelo suelto tan bien como a ella y a mi hermana porque yo se lo saqué a mi padre y ellas literalmente son copias exactas.

Al final creo que mi madre puede que tenga algo de razón porque todo el mundo me está mirando.

A lo mejor les parezco fea.

O no les gusta que venga gente nueva y para ellos solo soy un incordio.

O... RELÁJATE AINOHA - me digo a mi misma. Simplemente se te habrán quedado mirando porque no te conocen. Y aunque esa es la ide que más concuerda, mi cerebro no para de pensar un montón de cosas que la gente podría estar pensando de mí.

Solo espero que aquí no sea como en mi antiguo instituto, que no me traten como me trataron allí y como básicamente me han tratado en toda mi vida.

Solo espero que todo cambie...

- Venga Ainoha, tu puedes - digo para darme confianza.

No me lo pienso dos veces y comienzo a avanzar hacía las enormes puertas con grandes ladrillos a los costados.

Cuando entro lo primero que hago es buscar en el móvil el número de mi taquilla. La 120, fácil, solo tengo que encontrar en donde se encuentran las taquillas. Pero hay un problema porque cuando voy a empezar a buscar me doy cuenta de que hay taquillas por todas partes y en literalmente todos los pasillos. Vale, esto va a ser más difícil de lo que creía. Sobre todo porque mi mochila pesa una barbaridad de todos los libros y casi no puedo mantenerme en pie.

Creo que de tantas vueltas que he dado ya me sé el instituto de memoria, la buena noticia es que por fin he encontrado mi taquilla. La mala? Pues que hay una chica guardando libros en la misma taquilla, la 120. Y no es un error mío porque lo he revisado como veinte veces.

"A lo mejor es nueva como yo" pienso. Pero luego descarto la idea al ver que saluda a varias personas que pasan por el pasillo. ¿Qué más puede ser?

Después de un rato pensando decido que debería acercarme y decirle lo que ocurre, total, que tengo que perder.




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