Hermandad: Ciudad Oscura (vol.4)

Más brillante que el sol.

Solo Hotaru sabía la razón por la que se había metido al mundo de la farándula.

Ella comenzó como una idol bastante conocida en los barrios bajos, por un lado gracias a su representante y por otro lado a su impecable apariencia, su gran talento y carisma en el escenario.

Pero no era su sueño quedarse ahí pues no quería ganar fama por su apariencia, si no por su talento, el talento de poder hacer feliz a la gente.

Aunque en Japón, donde ser exitoso es un sinónimo de ser perfecto, soñar con llegar alto casi siempre significaba perderte a ti mismo en el camino y convertirte en el éxito personificado.

Quizá por eso siempre trataba de ser ella misma cuando podía, cuando nadie veía y cuando estaba con la gente más cercana a ella y cuando salía al escenario, era ahí cuando tenía que ser la chica multitalentosa que todos esperaban ver.  

—No es que no crea en ti ¿Bien? ¡Eres brillante! Pero esos tipos son muy duros, estrictos y te pueden destrozar con sus palabras— Dijo su represente, Kenji Sato con una mueca preocupada mientras sobaba su mano con mucha fuerza— ¡Podrían terminar con tu carrera! ¡Tienen cuentas de Twriter ¿Sabías?!

Su representante era un hombre delgado de tez clara, ojos café oscuros, cabellos castaños, labios delgados, nariz respingada. Llevaba unos lentes de pasta negra. Siempre llevaba un traje gris con zapatos negros y una corbata roja.

— ¿De verdad es tu forma de apoyarme?— Hotaru estaba igual de nerviosa pero también trataba de mentalizarse para salir y dar una gran audición— ¡Ya estoy lo bastante nerviosa como para que me pegues lo tuyo ¿Que no confías en mí ni un poco?

Ella portaba un vestido de color negro pegado y sus cabellos amarrados en una trenza que estaba rodeando la parte trasera de su cabeza y sujetada por un par de palillos chinos elegantes de un tono blanco.

Ese día deicidio ir con el color natural de sus ojos, uno café oscuro y otro rojo. 

— ¡Claro que confió! Tarde o temprano lo haríamos pero diste el salto muy rápido ¡Íbamos a presentarnos al festival de idols dentro de poco y ahora estas aquí!— Le dijo el chico mientras se levantaba y comenzaba a dar vueltas— ¿Por qué siempre te hago caso? Necesito unos antiácidos.

Se estaba por presentar ante un montón de jueces que estaban buscando a la protagonista para una obra de teatro que era muy importante, tanto así que podría recorrer el mundo si el recibimiento era el indicado en Japón.

Si no encontraban talentos nacientes, entonces recurrirían a los profesionales, así que no tenían nada que perder si eran rechazados.

—La participante número 83, por favor al escenario— Llamaron desde una bocina.

— ¡Es tu numero!— Kenji se pegó a la pared— Si nos vamos… ¡No, mierda, incluso eso podría destrozarnos! ¡Estaremos acabados si o si!

Hotaru se levantó, soltando un largo suspiro y entonces tomo la cara de Kenji para que ambos pudieran verse a los ojos— ¡Basta, yo me haré cargo de ganar ¿Bien?! Confía en mí y todo irá como la seda ¿Con quién crees que hablas?!

Kenji entendió que ya había comenzado a actuar.

Cuando se encontraba en problemas sabía que debía ser la Hotaru valiente, orgullosa y hermosa, la Hotaru que podía actuar y hacer sonreír a la gente, no la débil Hotaru que tenía muchas dudas.

Aquella presentación término tan bien que fue su debut en los grandes escenarios y pese a que obtuvo un papel menor, fue más de lo que ninguno de los otros participantes logró aquella noche.

Ser exitosa era importante para ella ¿Para qué? Para poder llegar a todo el mundo y entonces poder hacerlos felices a todos sin excepción.

Esa era la razón para ser una idol, para ser quien era y sobre todo, para formar parte de los Top. Si ella podía proteger a la gente y además, tranquilizarla y hacerlas felices en los momentos más oscuros de sus vidas, entonces iba por el camino correcto.

Ella siempre acudía a los grandes desastres, al menos siempre trataba de estar ahí, incluso dando conciertos virtuales con el fin de poder hacer feliz a la gente que lo había perdido todo, con tal de hacerlos al menos sonreír un poco.

Estaba claro que quería hacer más pero era difícil y eso la deprimía pues entonces no estaba cumpliendo su propósito.

— ¡Ah, Hotaru!— Una niña se le acerco con mucha emoción en el rostro— ¡Me encantan tus canciones! ¡Soshike watashi no soka wa anata no shinsen de tersa ramasu! Oh pero también está la de ¡Shokite rioko ja nakute o tsudskete ikimatzu!

— ¿De verdad? Por cierto, que buen canto pero falta algo más de sentimiento ¡Inténtalo de nuevo y esta vez que se sienta el amor y la pasión!— Admitió Hotaru, quien solo podía verla con ternura.

La chica volvió a cantar, sin entender bien esos conceptos pero cargada con mucha más emoción mientras Hotaru escuchaba con atención y la incitaba con la mirada a subir más intensidad. 

— ¡Yo algún día quiero ser una idol como tú!— Le decían algunos niños, hombres y mujeres cuando la iban a saludar y eso, muchas veces la hacía derramar lágrimas de felicidad tras bambalinas.

—Esfuérzate y entonces quizá un día compitas conmigo ¡Veremos de que estas hecho!— Les expresaba con orgullo con tal de motivarlos.




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