Hermandad: Ciudad Oscura (vol.4)

Dulces y oscuros recuerdos.

Aquella noche, Dulce no pudo evitar derramar unas cuantas lágrimas y pese a que quería negarlo era por aquellos niños. Por primera vez en casi dos años de trabajar con ellos y verlos morir, pudo exteriorizar su culpa, su terror y su pesar.

Cuando se unió a D.A entendió que los sentimientos no eran necesarios y hasta cierto punto se había acostumbrado pero todos tienen un límite.

Recordó cuando se unió a D.A.

—Sí, sí, es horrendo pero no podrás encontrar otro lugar en el que trabajar tan líberamente— Le dijo Dylan mientras estriaba el contrato hacia ella por el escritorio— ¿Moral? ¿Ética? No, no, eso no existe aquí.

—Si eres moral, no eres ético y viceversa…

—¡Odio la filosofía!— El hombre levanto un poco más la voz— Siempre te complica las cosas, que si esto es bueno, que si no lo es, lo único genial que hicieron los filósofos fue crear la teología.

—Eres un científico ¿Qué tiene eso que ver con dioses?

—Oh, mucho— Dylan ensancho un poco más su sonrisa— Pero no vamos a hablar de eso, de momento, centrémonos en lo que puedes llegar a hacer aquí ¿Por qué te volviste científica? Quieres, como todos, desvelar los secretos de la naturaleza ¿No? Por eso cree este lugar, para que nada más que eso importe.

Dulce miraba el contrato.

No pudo evitar pensar en la razón por el que se volvió una científica y paso saliva mientras firmaba el contrato. En ese momento, lo que más importaba era su objetivo y si podía obtenerlo más rápido, entonces haría lo que sea.

Por ese objetivo, ella llego a ver cosas horrendas, crímenes contra todo tipo de seres vivos y pese que las primeras veces fue lo suficiente como para dejarlo todo e irse, recordar su objetivo la mantenía firme.

Por eso, de alguna manera sintió alivio al enseñar a los niños y pese a que ella misma preparaba las dolorosas pruebas, esos niños siempre la recibían con una sonrisa, quizá porque ignoraban quien era ella.

Con el tiempo, aprendió a ignorar sus propios sentimientos.

— ¡Maestra!— Un niño se acercó a preguntarle una duda sobre el trabajo que les había dejado— Tengo una duda aquí ¿Podría volverme a explicar?

— ¡Y a mí!— Dijo otro.

Dulce no pudo evitar contemplar aquellos ojos llenos de vida que parecían de verdad hambrientas por aprender.

—Bien, bien, tranquilos, esto se hace así…

Los niños sufrían en las pruebas, lloraban y muchas veces se rendían en medio de una pero ella solo podía mirar con indiferencia mientras mordía su mejilla por dentro, a veces, sangrándose.

Sí, no podía involucrarse mucho con ellos. No debía hacerlo.

— ¿Qué pasa?— Preguntó Dulce al ver a una chica de cabellos violetas, resultado de un experimento y que de hecho, tenía el rostro deformado, un poco debido a otras pruebas— ¿Tienes duda de la clase?

—N-no— La niña estaba nerviosa y avergonzada— Yo… Estuve hablando con algunos chicos y muchos decían que yo era bonita, sin importar, pues mi rostro ahora nada pero bueno, no importa, gracias a eso he pensado que quizá pueda volverme una actriz.

— ¿Actriz?— Dulce abrió un poco los ojos con sorpresa— Ah, entiendo. Sé que lo lograras, así que…

— ¡Lo que quiero decir es que…! Se que las actrices deben de ser bonitas así que quería preguntarle si ¿Podría arreglarme? Cuando salga de aquí, quiero actuar y enorgullecerla.

— ¿A m-mí?

—C-claro— La chica asintió, bajando el rostro con vergüenza— Muchos crecimos sin padres y la vemos como una figura materna, yo incluida, así que… ¿Le molestaría? Si es así, lo siento, yo…

—N-no, está bien, no te preocupes— Dulce le sonrió, y por primera vez, toco a uno pero sin pensar que debía hacer una prueba que podía matarlo. Le acaricio la cabeza de forma torpe— Me hace muy feliz…

Esa era la única verdad.

Pese a trabajar en su proyecto personal con todas las prisas del mundo y con total libertad, debía admitir que las únicas veces en que disfrutaba estar en ese horrible lugar era cuando se encerraba en su laboratorio y cuando estaba con esos niños.

—Bueno, según nuestro horario, hoy nos toca matemáticas pero he decidió cambiarlo por mi cuenta— Les dijo Dulce, guiñando su ojo hacia los niños que la miraban extrañados— Hoy vamos a hablar sobre sus sueños, quizá puedan mostrarme un talento.

— ¿Talentos?— Las voces de los niños sonaban confundidas.

—Ayer, Jocelyn me conto algo muy hermoso y pensé que quizá, ya saben, deberíamos explotar esas cosas y no solo enseñarles aburridas matemáticas— Dulce les sonrió mientras estos se mostraban expectantes— Así que quiero que me presenten sus cosas favoritas, su sueño ¿Qué les parece?

Los niños comenzaron a emocionarse.

— ¡Yo empiezo, yo empiezo!— Dijo uno, levantando sus mano pero otros tantos hicieron lo mismo.

—Vale, vale, hagámoslo por turnos— Dulce no pudo evitar emocionarse— A ver… ¡Tú!

Aquella clase fue la más divertida que tuvo en su vida y para los niños fue lo mismo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.