Hermandad: Ciudad Oscura (vol.4)

Por ser mi mejor amiga.

Iris aún recuerda que se acercó a aquella niña solitaria, sentada en el columpio con una expresión triste porque el caballo rosa que traía en la mano le gustó mucho, aunque no fuera de su color favorito. Sin mencionar que noto que les estuvo lanzado miradas a ella y a sus amigas.

Y se alegró mucho cuando acepto jugar con ellas la próxima vez que fueran al parque.

Quizá fue en ese momento que ella se volvió una pieza importante en su vida que la propia Iris no lo hubiese notado.

—Ya que vives aquí cerca ¿Quieres venir a mi casa?— Preguntó Iris hacia Esmeralda cuando el grupo de niñas se separó y solo quedaron ellas— Mi hermano es muy responsable y yo también así que…

Esmeralda sabía que como su padre, los de los hermanos habían muerto cumpliendo con sus deberes como héroes.

— ¡S-sí!, Solo debo avisar a mi mamá— Le dijo está, mostrándose un poquito emocionada.

Iris estaba muy contenta también.  

Después de eso, con tal familiaridad que ella comenzó a ir a su casa más a menudo.

— ¿Tu papá también era un héroe? ¿Tenía un poder como el tuyo?— Preguntó Iris mientras ambas estaban acostadas en la cama de Iris mirando al techo con despreocupación.

—Sí y también murió hace tiempo— Dijo ella, mirando en el techo las pegatinas que tenía de estrellas, dinosaurios y animales que brillaban en la oscuridad— Y con su poder podía congelar cosas.

— ¡Increíble!— Dijo Iris, girándose hacia ella con una sonrisa emocionada— Yo tengo el poder de mi papá pero él podía hacer muchas más cosas ¡Como lanzar luz y crear armas! Creo...

— ¡Genial! ¿Tú podrás hacer eso también?

—Sí, eso espero ¡Me esforzaré!— Dijo esta con mucha emoción y entonces tomo la mano de Esmeralda— ¡Seamos heroínas juntas!

— ¡Sí!— Respondió Esmeralda, apretando su mano de regreso.

Iris quería desde el fondo de su ser, ser heroína, no solo porque sonaba muy divertido y no tendría que estudiar si no porque tras la muerte de sus padres, ella termino adaptando la forma de hacer las cosas de su papá, tal vez, como una forma de superar el dolor y la tristeza. Era una niña, al fin y al cabo.

Esto era algo que solo Santiago sabia y había tratado de corregir pero sin éxito.

Esmeralda se percató más tarde, cuando el daño comenzaba a ser visible.   

— ¿Segura que estás bien?— Preguntó Esmeralda, mirando a su amiga que sonreía como si nada pasara pese a que acaban de ser regañadas porque un ejercicio salió mal gracias a ella.

Pese a que nadie la culpo, Esmeralda sabía que aquella sonrisa, pese a que muy brillante, no era honesta.

— ¿De qué hablas? ¡Claro que estoy bien!— Dijo está, tratando de evitar que su sonrisa se volteara.

—¡No es verdad!— Esmeralda negó con la cabeza y se acercó a ella, solo para abrazarla— Está bien que quieras sonreír para calmar a todos, no está mal pero es dañino a la larga para ti, y yo siempre… Siempre estaré cuando no puedas sonreír, como tus hermanos, así que…

Iris solo pudo congelarse ante aquel cálido abrazo.

Ella estaba por apartarla pero tras unos segundos, se derrumbó— ¡Lo siento! ¡Yo no quería fallar, de verdad lo siento!

Esmeralda solo pudo abrazarla con más fuerza mientras esta lloraba y se apretaba con fuerza con ella.

Esmeralda se volvió un pilar importante en su vida, no solo porque ella aceptaba su debilidad, sino porque no se guardaba nada y podía hacerla sentir mal cuando era necesario y a la vez, hacerla ver las cosas de la mejor manera.

Era así de importante para ella.

Al mismo tiempo era por ella que sonreía, ya no era para todos, si no para ella, porque quería demostrarle que estaba bien sin ella, que no necesitaba tenerla siempre y que por el contrario, Esmeralda también podía contar con ella cuando sea necesaria.

Era su forma de demostrarle que ella también era fuerte, que ella también podía cuidarla.

Esa pequeña sensación de inferioridad creció más cuando ocurrió aquel incidente donde Esmeralda salió herida.

Esmeralda seguía sin contarle lo que paso ese día y era respetable pero Iris se sentía inútil, un tanto celosa e incluso ansiosa de no poder ayudarle como le gustaría.

¿Era egoísta? Mucho pero eso si se lo reservaría.

Ganarle ahora sería gritarle en la cara que Esmeralda también podía apoyarse en ella, que eran amigas y que juntas podrían afrontarlo todo. Que no importara que problema cruzara Esmeralda, ella estaría ahí para ella.

—“Siempre tienes que sonreír, incluso si las cosas van mal”— Siempre decía su padre, Luis Castellanos.                    

Ambas se contemplaron con atención antes de reanudar su combate.

Iris se movió primero, tomando bastante aire para no doblarse, logrando dar una patada hasta su rival, está en el último momento logro cubrirse el rostro con ambas manos, entonces le sujeto la pierna y trato de patearla también, pero esta giro aun con el pie atrapado y lanzo una segunda patada que termino apartándola.




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