Hermandad: Ciudad Oscura (vol.4)

Una pequeña pausa.

Los ojos de Esmeralda se abrieron con lentitud y al instante se dio cuenta de donde estaba, por lo que al instante trato de comerse las lágrimas que asomaron por sus ojos. Se dio cuenta de que pese a haber recibido tratamiento, aun le dolía un poco la cara lo que no le ayudo a evitar seguir llorando.

Iris era increíble. Esmeralda entendió que aunque ella no estuviera, ella seguiría adelante y se haría más fuerte.

Eso era un cierto alivio para la chica.

Aunque la frustración surgió tras unos instantes, provocando que comenzara a apretar las sabanas con mucha fuerza.

Aun no era lo bastante fuerte como para protegerla, incluso con todo lo que había logrado, aún no podía ponerse delatante de ella para protegerla y aunque sabía que no podía detenerse, que no debía hacerlo y que debía hacerse más fuerte para poder protegerla, para poder ser una mejor amiga, no pudo evitar morder las cobijas con frustración mientras ahogaba un largo grito.

Al final pudo calmarse y justo porque alguien toco la puerta.

Johan entro tras unos segundos.

— ¿Cómo lo llevas?— Le dijo a su amiga mientras se sentaba en una silla cercana a su cama.

—Lo suficientemente bien, creo— Le dijo está, medio sonriendo.

—Nos queda mucho trabajo ¿No?— Señalo Johan, sin mirarla.

—Creo que si— Esmeralda miro el techo, frunciendo los labios.

—Tampoco te avergüences, cualquiera se sentiría frustrado, y nadie te culparía sí te quejas un poco— Le dijo el chico.

— ¿Acaso escuchaste lo de antes?— La expresión de Esmeralda se ensombreció.

— ¿Eh?— Johan pudo sentir peligro en cada poro de su cuerpo— ¿Q-qué te pasa?

— ¿Escuchaste lo que…?

— ¡No sé de qué hablas, pero no escuche nada!— Johan levanto ambos brazos en señal de rendición. Sospechaba que pasa pero…— ¡Yo solo quería que te sintieras libre de desahogarte!

—Oh… Así que eso era, ya veo— Esmeralda comenzó a rascar su nuca con nerviosismo, medio aliviada de que de verdad no la haya escuchado hacer su berrinche.

—D-de todas formas, no deberías moverte tan brusco— Johan pudo notar como su amiga se relajaba. No pudo entender porque de verdad quería saltar sobre él para matarlo y era tanto así que pudo ver como las sabanas estaban cristalizadas.

—Gracias—­ Esmeralda volvió a acomodarse en la cama y miro a su amigo— La verdad es que… Es frustrante como no tienes idea. Entrene mucho y esperaba poder ponerme a su altura pero... 

De nuevo estaba llorando mientras apretaba las sabanas, mientras Johan a su lado, solo la miraba con atención.

—No podemos detenernos por esto…

— ¡Ya lo sé solo que…! ¡No lo sé! ¡Me siento frustrada, molesta conmigo misma, orgullosa por Iris y demás e incluso no siento arrepentimientos pero… Ah!— Esmeralda no tuvo más opción que cubrirse con las sabanas de la vergüenza. Estaba desvariando.

Johan lo entendió y solo se quedó a su lado mientras Esmeralda seguía retorciéndose bajo las sabanas.

—De verdad se dieron con todo ¿Eh?— Javier estaba sentado a un lado de Iris quien había sido atendida en una zona diferente, pues ella seguía dentro del torneo y debía mantenerse apartada, al menos hasta que sea eliminada.

—Ese era el punto ¿No crees?— Iris miro a su amigo.

Javier asintió.  

—Creo que el hecho de habérnoslo tomado en serio es lo que nos pudo dejar satisfechas, al menos, yo estoy satisfecha— Dijo está mirando el techo— Sin mencionar que Esmeralda de verdad se volvió muy fuerte.

—Eso es verdad­— Javier se mostró de acuerdo.

Los ojos de Iris brillaban, puede que lágrimas de felicidad o de otros muchos sentimientos como la emoción, la tristeza.

—Bueno, supongo que entonces nos veremos en el siguiente combate— Dijo Javier, mostrándose orgulloso.

— ¡Voy a patear tu trasero!

Ambos soltaron grandes risotadas.

— ¡Ese combate fue tremendo!— Esa era la voz de Kolenka Novikova, una chica de la academia rusa llamada Svyatov Mech y la cual también había logrado pasar a las finales— ¡Se dieron con todo!

Ella vestía el uniforme militar, una falda short de color negro, con calcetas blancas que le llegaban debajo de la rodilla, una playera blanca de algodón pegada y sobre esta, una camisola de color negro con botones dorados, y un par de listones en sus hombros. Llevaba la gorra clásica de su uniforme, negra con el escudo de su academia al frente.

Kolenka era una chica de baja estatura, de tez clara, ojos azules, pestañas largas, labios gruesos, mejillas pronunciadas, con un largo cabello castaño que parecía resplandecer con la luz. Una cicatriz bastante peculiar en forma de estrella adornaba su mejilla derecha.

—Muchas gracias— Iris le agradeció con cierta vergüenza.

—Ya estoy esperando poder enfrentarte— Dijo Kolenka con gran emoción mientras soltaba golpes al aire— ¡Así que espero poder verte en la final aunque si es mucho antes, que mejor!




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