Hermandad: Ciudad Oscura (vol.4)

Un poder dulce y cruel.

—Esa chica de verdad es increíble— Señalo Iris, un tanto nerviosa por lo que estaba viendo. Su amigo tenía una gran desventaja debido a la versatilidad de la chica al atacar, incluso cuando el mismo era muy versátil con los cuatro elementos que manipulaba.

—Supongo que su fama la preside— Kolenka se mostró de acuerdo— Espero poder enfrentarla cuando llegue el momento.

—Primero tendrás que derrotarme, suponiendo que nos enfrentemos— Le dijo Iris, mirándola de reojo con una confiada sonrisa.

Ambas se comenzaron a reír pese a la gran tensión que se formó tras aquella frase.

— ¿Qué piensas?— Preguntó Mariana al darse cuenta de que Santiago se veía bastante pensativo en ese momento.

—Ah, lo siento, solo me quede pensando en ese poder, la fitoquinesis, es bastante escaso ¿No es así?— Santiago estaba casi seguro de eso y Mariana a su lado se lo confirmo— Debe de ser muy riesgoso.

— ¿De qué hablas?

—No entiendo cómo funciona, en realidad pero sospecho como— Santiago le regalo una sonrisa quebrada— Quizá lo estoy pensando mucho, lo siento, deberíamos apoyar a Javier.

—No, no espera, quiero escuchar— Le dijo esta, sujetando su brazo pero al instante ella misma se apartó, sonrojada. El chico ni lo noto y por el contrario se preguntó si había hecho algo malo para que se apartara así.

—Bien… Solo digo que el crear vida o incluso revitalizar algo debe de ser un poder que exige mucho de su usuario, digo, no sé qué tanto pero estoy casi seguro de que algo le ha de exigir— Aseguro Santiago.

—En teoría, tienes razón— La chica a su lado asintió— A puesto a que la debe de agotar mucho. Y espero que la chica haya nacido con la bendición genética de que su poder no rechace su cuerpo porque sería aún peor.

—De hecho, así que espero que no— Santiago había olvidado ese pequeño detalle.

Javier avanzo utilizando el impulso de fuego mientras la chica lanzaba espinas desde algunas de las plantas de hace rato, a lo que Javier, utilizando el fuego se rodeó de llamas potenciadas con viento que crearon una barrera y evitaron que las espinas le dieran, además de quemar las varias raíces más que trataban de golpearlo.

La chica al instante creo una barrera de raíces para evitar que se acercara a ella.

El fuego quemaba las raíces que eran al instante sustituidas por nuevas mientras que más plantas aparecían a su alrededor para tratar de morderlo o bien, de darle con aquellas espinas pero ninguno de los dos se detenía.

El plan de Javier era doblegarla pero estaba siendo más difícil de lo que pensó. Sus manos ardían, algo que le pasaba de vez en cuando pues consideraba que el poder del fuego no estaba del todo hecho para su cuerpo.

Pudo sentir como un par de aquellos picos le daban, lo que lo orillo a apartarse, utilizando el fuego para impulsarse hacia atrás mientras utilizaba el viento para dirigirse de mejor manera al suelo.

Tenía una rasgadura en el hombro, bastante leve pero la otra espina estaba en su pie, clavada, aunque no muy profundo.

Esa chica de verdad era cosa seria.

Mientras tanto, Irina miraba con atención al chico entre su barrera de raíces gruesas que pese a que estaban quemadas y humeaban, en general estaban enteras. Las plantas a su alrededor se removían, dejando en claro que estaban vivas y listas para interceptar a Javier si se acercaba.

Las carnívoras y las normales no eran el problema, si no aquellas que lanzaban las espinas.

Por otro lado, Irina sabía que debía terminar con el chico rápido ya que ella conocía mejor que nadie los riesgos de su poder.

Ella nació bendita por su poder, igual que su madre, no tenía problemas con respecto a un desgaste inhumano pero eso no quería decir que el propio poder no conllevara un riesgo en concreto.

Como pasaba con algunos poderes, la fitoquinesis era de esos que tenían variantes que pese a entrar en la misma categoría le daban al usuario y al poder, propiedades únicas dependiendo de la genética del mismo.

Ella si daba vida a las plantas, podía hacerlas crecer y cambiar dependiendo de lo que ella quería y dependiendo de la planta pero el utilizarlo gastaba cantidades increíbles de energía.

Ella lo supo hace mucho tiempo, durante uno de esos exámenes médicos que hacían durante la secundaria.

—No se trata de simple cansancio— Le había dicho el médico de la Academia mientras revisaba sus datos— Utilizas tu propia vitalidad para dar vida y pese a que las plantas son seres en general pequeños y que se alimentan del sol, aun así es un desgaste tremendo en tu cuerpo. Mientras más usas tu poder, más se desgastan tus células.

—Ah, tu madre tenía ese problema también— Señalo la mujer mayor que siempre la cuidaba.

— ¿De verdad? ¿Y de todas formas se convirtió en una heroína?— Preguntó Irina, interesada en eso.

—Claro que sí, tu mamá decía que eso no la detendría, que quería ayudar a quienes pudiera, sobre todo a las plantitas— Aseguro la mujer mayor— De hecho, tu papá la secundaba. No olvides que el invernadero de la familia lo construyo tu mamá von sus propias manos.




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