Hermandad: Ciudad Oscura (vol.4)

Reflejo.

Kolenka había encontrado a una rival perfecta después de mucho tiempo.

De hecho, ella consideraba que todos los que estaban ahí eran rivales dignos, entre ellos su amiga Annika quien también la consideraba una rival pero había algo especial en Iris, algo que la hizo conectar en cuanto se conocieron.

Era diferente a Aylin, por ejemplo, a la que le había echado el ojo por su poder.

Muy en el fondo, consideraba que Iris era como ella aunque no sabía explicar porque.

Había visto las peleas de Iris con suma atención y mientras más lo hacía, más convencida estaba que esa era la verdad. Ambas daban todo en cada enfrentamiento, ambas eran capaces de sonreír en los peores momentos.

Kolenka había decidido su camino de heroína hace tiempo, el mismo camino que el de su mamá, o sea, siempre sonreír, sin importar lo horrible que sea la situación, sin importar lo horrible que ella misma se sienta, cargar con todo sola y hacer lo mejor para todos.

Y de alguna manera no se equivocaba, pues Iris si llego a ser así en algún punto de su vida.

—“Si las cosas van mal, tienes que sonreír para calmarte tú y calmar a los demás ¿Entendido?”— Esa era la frase que siempre le había dicho su padre, Luis Castellanos, un hombre que murió siendo un héroe y que era su más gran ejemplo a seguir.

Cuando su padre murió, ella decidió ser como él, sonriendo sin importar lo mucho que le dolía no tener a sus padres, sin importar lo mucho que sufría en silencio por no poder sacar todo aquello que sentía.

Aunque eso, claro que preocupo a sus hermanos, sobre todo a su hermano mayor.

— ¿Segura que estás bien? No necesitas presionarte— Le dijo esté mientras supervisaba su entrenamiento. La había visto seguir entrenando sin parar, sonriendo como si nada aunque en sus ojos podía ver la tristeza, una muy reprimida tristeza en sus ojos— Sabes que puedes contar conmigo para hablar ¿Verdad?

—Sí, lo sé— Iris limpio sus labios pues acababan de tomar agua de su termo— Estoy bien, hermanito, claro que me duele pero no puedo detenerme ¿Cierto? Si no, entonces no seré una gran heroína como ellos.

Los labios de Santiago se fruncieron en ese momento pero no pudo decirle nada. Habrá hablado de forma inconsciente.

En el entrenamiento, Iris destacaba mucho, tanto que Santiago pensaba que podría aprender y utilizar en menor tiempo la técnica más poderosa de su padre: Destello Celestial, una técnica que utilizaba luz solida no solo para defender, si no para atacar. Era un único ataque simple pero devastador que según entendía, a su padre le costó mucho perfeccionar.

La cosa es que si se lo mencionaba ahora, la chica se pondría manos a la obra y pese a que estaba lista para comenzar, su hermano mayor consideraba que mentalmente aun le quedaba madurar más. O al menos, valorarse más porque esa técnica era riesgosa hasta para el usuario con la genética más pura.

Iris por otro lado, pensaba que debía ser más fuerte para entonces no preocupar a nadie, para entonces poder sonreír sin temor a mentirle a la gente, sin temor a tener que morir y abandonar a sus hermanos como lo hicieron sus padres.

¿Qué era lo que sentía, tristeza, enojo o algo más? La verdad es que Iris se convenció a si misma de que no necesitaba pensar en eso.

—Hay que descansar— Le dijo Santiago mientras notaba como Iris ya no tenía aliento pero se mantenía firme en su lugar. Estaba temblorosa— Continuaremos mañana.

Iris negó con la cabeza y se fue sobre él, moviendo la luz a su alrededor para ser más rápida a lo que Santiago solo pudo desviar su golpe con su mano, entonces este trato de empujarla como hacia siempre, pero esta lo evito deslizándose hacia un lado, tratando de atacar sus costados a lo que Santiago esta vez sí desvió su golpe con su codo, haciéndola retroceder.

Aún era fácil predecir sus movimientos pero su velocidad y fuerza habían aumentado, eso si debía admitirlo el mayor.

Como siempre, Santiago no pudo evitar sentirse orgulloso de lo lejos que había llegado su hermana menor.   

— ¡No, aun puedo continuar!— Iris miro con severidad y confianza a su hermano pero antes de que pudiera dar un paso adelante, se desplomo al suelo, sostenida por poco por Santiago que evito el golpe de su cabeza contra el suelo.

—“Si las cosas van mal, tienes que sonreír para calmarte tú y calmar a los demás ¿Entendido?”— Volvió a escuchar la voz de su padre en su cabeza.

—Lo sé, papá, me estoy esforzando— Respondió está, tratando de sonar segura y no con ganas de llorar, como estaba ahora.

—Lo sé y me enorgulleces mucho— Le dijo, mientras sentía como alguien acariciaba su cabeza.

Esas eran las palabras que Iris siempre había querido escuchar de su papá. 

La relación que tuvo Iris con Luis era muy cercana, no solo porque era su única hija si no porque había heredado el mismo poder que él, así que se fijaba mucho en su entrenamiento, en su desarrollo y siempre la motivaba a seguir adelante por el camino del héroe.

—Aunque podrías dedicarte a otra cosa, creo que sería lo mejor… ¡Como chef profesional o ser política!— Luis en realidad estaba feliz de que su hija siguiera su camino pero también se preocupaba por que pudiera terminar como todos esos héroes muertos que solo recordaban unos pocos.




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