Hermandad de sangre, parte ll

Capítulo dos ll


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—Necesitamos hablar Gregori.

La voz de su padre le arrancó de sus pensamientos, no se movió, ni se volvió a verlo. Estaba parado frente al imponente jardín húngaro, por alguna razón ese lugar le traía paz.

—No solo tú… los perdiste…
—¿Cómo puedo ser tu hijo y tener otro padre? —le interrumpido volviéndose a verlo —¿Por qué me abandonaste? —susurro.

Alastor sintió como si le atascaba el aire los pulmones, él nunca lo abandonó, más bien él nunca supo.

—No recordaba, ni entendía nada de cómo… es que había sido posible, pero tuve mucho tiempo para volverte a ver mis recuerdos —algo en la voz de Alastor, activó el sistema de alarma de Gregori —Hace 20 años conocí a una chica… ella era hermosa, de un cabello negro y ojos como la luna…
—Isa… Isabel era su nombre. 
—Sí, Gregori, se llamaba Isabel Allende. 
—Es el nombre de mi madre, Pero ¿Por qué lo conoces tú?

Alastor se cruzó de brazos suspirando un poco, y clavó la mirada en la belleza del jardín que había visto por este desde que era un niño. Por un momento recordó a su madre, decorando y escogiendo las flores y árboles para ese lugar.

—Desde que tu madre Ishmi… no hubo nadie más… Pero, la conocí a ella en el centro de la ciudad, cerca del edificio de Lucían. Yo había ido allí a reunirme con él… —el pronunciar su nombre le causó una punzada de dolor, o fue recordará y las dos mujeres de su vida, Alastor no lo supo —Ella me robó el aliento, era hermosa.

Gregori estaba confundido, realmente, sabía que el hombre que vivía con ellos no era su padre biológico… pero podía intuir lo que estaba por venir lo hizo sentir furioso.

—Y pese a ello… me abandonaste. 
—No, yo no… Ella estaba comprometida… la amé cada momento por tres años hasta, que me pidió que me alejara.
—¿Y yo… yo no te importaba? 
—No supe de ti… nunca. Fue una coincidencia que Moira te reconociera con siquiera tocar tu sangre.
—¡Nuestra vida fue un infierno Alastor!

El rey sombra se tragó el mundo que de pronto lo asfixiaba, se había enterado después de la vida que llevo su hijo. Por Moira, le detallo día a día de la vida del pequeño hasta que fue “recatado” en ese banco.

—Sé por todo lo que pasaste hijo. 
—No, no lo sabes. Ellos me hacían sangrar una y otra vez… mis heridas sanaban en una noche… por ello lo hacían de nuevo… mil veces pedí la muerte… mil veces supliqué que alguien… quien fuera… pero nadie me escuchó, Alastor.

El corazón de Alastor se sentía pesado, una cosa había sido escuchar el “resumen” de la vida de su hijo, pero escuchar el dolor en su voz fue desgarrador.

—Lo lamento… de verdad.
—Sentirlo no elimina las cosas. 
—Eso no es justo Gregori, yo no sabía nada… ella no me dijo que estaba embarazada.

Los bellos ojos de Gregori, estaban llenos de lágrimas.

—No soy ese Gregori. 
—No hijo, pero aun así eres mío.

Alastor abrazo a su hijo dejándole llorar, envuelto entre sombras donde nadie podría verlo. Donde nadie presenciara su dolor, el dolor de ambos. Una vez que ambos se hubieran calmado y hablado un poco más, volvieron al interior de la mansión. En cuanto estuvieron en la habitación con los demás, la mirada de Gregori encontró la de Moira. Con un asentimiento de cabeza le indicó que estaba bien, el Lobo le respondió con una sonrisa.

—Bien, ahora ¿La Hermandad se quedará o solo está de paso? 
—Creo que nos quedaremos por un tiempo, después veremos qué siguiente paso tenemos que dar… quizá ir a Croacia a organizar otro centro allá.

Alastor sonrío, pero fue una sonrisa fría.

—¿Vel, por fin vuelve a su hogar, de donde nunca debió salir? 
—Así es —confirmo Lyubor hija de Dreyken.
—La nación de los vampiros fue grande, pero tu padre no supo ver la verdad… espero que ahora logré recuperar el brillo que una vez tuvo —le dijo Alastor a Dagonet Vel.
—Todos fuimos un poco… tontos.

El silencio cayó pesado e incómodo, sabían que habían Sido más que eso, y sobre todo que esa excipiente excusa de disculpa no resarcía nada.

—Padre, ¿Ya están las cosas tal como la sugerí?

Las miradas se volvieron a Gregori, que parecía haber envejecido un par de siglos en solo unos minutos.

—¿De qué hablas? —interrogó Moira. 
—Cuando estábamos con lo del ataque… me propuso una idea, con ayuda de mi padre fue desarrollada.
—Sin ofender Gregori, pero, ¿Qué idea? —lo interrumpió Airic Joren un hermano de sangre. 
—La Hermandad de sangre necesita no solo un lugar donde establecerse, como su centro de operaciones, así que aprovechando la tecnología y disponiendo de todo lo que se dispone ahora. Tendremos un cc global o centro de control global que se enlazara con Croacia, Siria, y una vez que estos se establezcan también.
—¿Con qué propósito?—le interrogó Ettard sorprendido.
—Crear una base de datos de todas las razas, desde un sitio web donde pueden contactarnos en caso de necesitar ayuda… una línea telefónica e incluso recuperar viejas costumbres de la sociedad civil.

Su voz fue apagándose mientras se daba cuenta de que todos lo estaban viendo, atentos a sus palabras. Él creía que era por qué ellos eran seres de magia, la tecnología actual… o quizá el hecho de que era muy joven. Pero, en realidad, ese joven se había adentrado tanto su mundo, que comenzaba a ser lo que fue en una vida anterior, un gran estratega, ingeniero. Al darse cuenta de que no hubo réplicas, se siente un poco estúpido.

—¡Bueno! Solo era una idea… 
—Creo que la mejor del mundo —corrigió Moira poniéndose de pie y acercándose al chico — Amigo, quedas a cargo, es tu idea, tú eres el ejecutor… Además, nosotros somos invitados en tu hogar.

Al chico le pareció que El pulgoso sabía algo más, pero también sabia, no se lo diría. Aun así, Gregori y agradeció las palabras de Lobo.

—De acuerdo, aún quedan detalles que afinar. 
—Claro que sí, pero te apoyaremos en lo necesario.
—¡Por ahora solo quiero tragarme un delicioso vaso de leche!




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