* * *
—No puedo dejar mi vida perseguirte por medio mundo, solo por qué crees que perdiste algo y tienes que buscarlo.
—Anabell, ¿Alguna vez has perdido la memoria?
—No.
—Entonces no eres capaz de entender por lo que estoy pasando… no quiero tener que meterte bajo una compulsión para que me acompañes… ¿No te da curiosidad científica?
Anabell lo observo sentado frente a ella, en ese pequeño restaurante. Su cabello negro un poco despeinado, sus hermosos ojos amatista. En ese momento entendió que quizá se sentía fascinada por Ozitter más que por el origen de este, lo cual no era una buena señal. Le dio un sorbo a su café, tratando de aclarar sus propios pensamientos. ¿Qué tenía que perder? No era allegada a su familia, muchos de ellos ni siquiera sabían de su existencia o la reconocerían como familia.
—¿Qué pasa si encontramos a tu familia y no me aceptan? Es obvio que no eres humano…
—¡Vamos Anne! —le dijo tomando su mano para reconfortarla —Te prometo que siempre estarás a mi lado.
—¿Cómo estás seguro de que eso será así?
—Hasta ahora he roto alguna promesa?
—No.
—¿Pero tenías que traernos a este lugar tan raro?
—Vamos Siria no es un lugar raro, además es el último recuerdo que tengo y en el que puedo confiar.
—Qué pasará si las personas con las que vivías…no te quieren de regreso?
Oz meditó las palabras de Anabel, en realidad ni siquiera había pensado que él podría ser el villano en la historia de alguien más.
—Pues entonces pasarán dos cosas, la primera podría ser que me den muerte y me castiguen por lo que sea que haya hecho… la segunda que tengamos que retirarnos entonces volveremos a hogar y continuaremos con tus investigaciones.
—¿Me lo prometes?
—Sí.
Durante su viaje habían seguido los vagos recuerdos de Ozitter, pero en realidad no sabía exactamente como acceder a algunos lugares o llegar a esas personas de su memoria. Había una en particular, que necesitaba ver con urgencia. Solo lograba recordar su sonrisa y unos ojos azul ártico, con doble halo a su alrededor. Por momentos se Sentía frustrado, porque siempre sentía que estaba en el lugar o en el tiempo equivocado. Y entonces tenía que moverse de ubicación, y seguía sintiendo lo mismo.
Dejo que Anabell se dirigiera a su habitación a descansar, él se quedó sentado junto a la ventana observando las calles alrededor del departamento. Se moría por recordar, necesitaba hacerlo. Si Anabell tenía razón y Las personas a quienes añoraba de forma tan vehemente no le querían cerca o eran sus enemigos. ¿Qué ocurriría con ella? ¿Podría protegerla? ¿Podría caminar a su lado en lo que le quede de vida ella?
Ozitter comenzó a tener esa sensación de desasosiego, otra vez. Como si algo le hubiese sido arrancado, se veía la muñeca, pero no había nada allí. ¿Habría sido un ser tan terrible para que lo sometieran a ese castigo? Tomo sus llaves y salió del apartamento, recorrió las calles que le eran familiares esperando que alguien le reconociera, pero esto no ocurrió. ¿Qué pasaría si no había nada o nadie a quien volver? Si por alguna razón su familia estuviese muerta, y solo él hubiera sobrevivido… tenía demasiadas dudasen su cabeza y ninguna respuesta.
Al primer lugar que viajaron fue al norte, a un edificio en específico. Le costó un poco rastrearlo, pero lo logro. El edificio Engery, conforme se acercaba podía sentir su corazón latir a mil por hora. Pero al llegar se encontraron con que estaba cerrado, pronto sería demolido. Los últimos pisos del edificio habían volado en una explosión aparentemente de una gran acumulación de gas. Cualquier rastro de las personas que vivieron allí había desaparecido, nadie supo o le quiso decir que ocurrió realmente.
Un tiempo después de estar por allí rondando, sintió la necesidad de venir a Siria, y ahora aquí estaba sentía que sería el mismo resultado que en el maldito edificio. Pero, también sentía que tenía que seguirse moviendo, que aún no llegaba realmente a su destino, fuera cual fuera este. Regreso al departamento casi al amanecer, Anabell se habla despertado al escuchar que abría la puerta. Le pareció que él se veía derrotado, se acercó con calma a Ozitter y lo envolvió en sus brazos.
* * *
Alastor estaba sentado en su oficina leyendo unos documentos, nada importante en realidad. Solo quería distraer su mente, de todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor. Por un par de hora como siempre lo hacían saldrían de patrulla para eliminar a cuantos Muriaks lograran encontrar, le gustaría encontrar la manera de liquidarlos más rápido o de localizarlos con más decisión. En ocasiones se ponían de carnada a ellos mismos para que esos hijos de puta salieran de su escondite.
Hacía un tiempo habían encontrado un “nido” de Muriaks, esto se volvió un patrón repetitivo, pero lo cierto era que esos engendros también aprendía, lento, pero lo hacían y comenzaron a mover sus nidos, de madera que en algunas ocasiones encontraban el lugar después de que hubiera Sido abandonado. Lo que le hacía sentir más frustrado que nada, pero tenía que aprender a ser paciente y confiar en sus aliados y hermanos de armas.
De pronto unos golpes en la puerta llamaron su atención, en ese momento no se sentía con ánimos de recibir a nadie, pero era el soberano de esa nación y tenía que recibirlos.
—Papa…
—Oh mi sombririta, entra.
Gregori ario la puerta, se veía cansado, como si no hubiera dormido en semanas. Lo que realmente había estado pasando, desde que le dijeron de la conversión. Se preguntó si podrían convertir a cualquier humano a cualquier otra raza, pero era algo que solo podía lograrse si en la sangre de esa persona corría un poco de sangre de las razas de sangre.
—¿Te sientes bien?
—Si… no, bueno sí, estoy Bien… solo un poco confundido.
—¿La conversión?
—Si no es que tenga miedo de hacerlo… se que no perderé Los recuerdos de mi madre… es solo, ¿Qué pasa si no lo logro?
—¿Por qué no podrías lograrlo?
—Las crónicas de sangre… dicen que no todos los cambios se logran…
Su papá se puso de pie haciendo que cortara sus palabras, se dirigió a él y lo hizo sentarse en la salita de la oficina.
—¿Decía por qué no se logran?
—No… faltaban esas hojas.
—No se logran porque los segadores, los donadores no tienen el poder suficiente para sostener la vida del cambiante.
—Pero Lucían…
—Lo se mi sobririta, Lucían no está, pero tenemos a la Gran Madre. ella tiene el poder suficiente para sostener tu vida y a los cuatro reyes Lobatiam, además de mi propio poder.
—Entonces, ¿Cuándo podremos hacerlo?
Su padre sonrió aliviado, no perdería a su hijo otra vez.
—Si estás seguro de hacerlo, será en veintiún días.
—Bien, veintiún días.
+ + +
¡Por la madre de todas las palabrotas que existen en el mundo! En veintiún días ya no seré un humano, en veintiún días seré una Sombra… de pies a cabeza. ¿Sabes? No había pensado en eso, ahora necesitaré de sangre para sobrevivir… aunque en realidad no se si realmente un ser de sangre muere de inanición si no bebe sangre, es un proceso que tengo que investigar. Pero, estoy divagando… tomé la decisión de hacerlo, porque finalmente este es mi mundo, ellos son mi familia. ¿Qué caso tenía seguir negándome a estar dentro?
Aunque me da miedo pensar en verme al espejo y no poder reconocer mi propio rostro, o saber situado acceder algo recuerdos de mi vida pasada… ¿Sería importante que los recordara realmente? Finalmente, son cosas que ya no puedo cambiar, una familia desaparecida, una esposa, un hijo que jamás volveré a ver. El dolor de una vida de quinientos años que no tengo sobre mis hombros, la verdad que no es algo que me urja sentir.
Pero estos miedos solo puedo expresártelos a ti, no puedo ir con mi papá y decirle que no quiero recordar al padre que tuve en mi primera vida y que solo me conformo con el de esta… porque, sé que es lo lastimaría… siento que El aun añora al Gregori del pasado….
¡No! Me niego a ir por esa línea de pensamientos… si, mi padre extraña al Gregori que solía ser, pero se que me ama por quien soy ahora. SE que todos ellos me aprecian por mí, no por quien fui y perdieron. La verdad, estoy más que aterrado. Según leí en las crónicas de sangre, es un proceso doloroso, se equipara al hecho de que te arranquen la piel en vida… pero tengo que hacerlo, debo hacerlo.
+ + +
—Vamos G, son pocas ocasiones en las que podemos salir en “noches de chicos”.
—No podemos descuidarnos, si Alastor o su gente sabe que estamos aquí…
—¿Qué te hace pensar que no lo saben?
Las palabras de Dirtton hicieron que el grupo se quedará en silencio, eso era verdad. Después de todo Alastor era el rey de su raza, y acompañado por la gente que lo acompañaba…
—De ser así, entonces…
—Mayor razón para salir a divertirse —Dominik siempre el más imprudente, pero sus palabras eran reales. No sabían cuando vendrían por ellos, siquiera si podrían escapar.
—Dom tiene razón, G.
—¡Por los grandes padres creadores! Jamás pensé que viviría hasta este grandioso día, en que Dirtton me diera la razón.
G sacudió su cabeza riendo de su amigo, las personalidades de esos dos eran abismalmente diferentes. Dirtton era serio, cuidados, estructurado, por otro lado Dominik, ni siquiera le importaba dónde dormiría esa noche.
—Bien, pero quiero que mantengan bajo perfil.
—Como órdenes gran jefe —grito Dominik con una amplia sonrisa.
Llegaron a un bar de las razas de sangre, aunque sus ropas no permitían que los curiosos les reconocieran, no se iban a arriesgar. Y entrar a un bar humano, bueno, ellos no tenían un componente que necesitaban. No podían llegar y pedir una copa de sangre, tampoco andar mordiendo cuellos ajenos. Por lo tanto, el acudir a ese bar era la mejor opción.
Una vez que analizaron el lugar, idearon una estrategia de salida en caso de algún problema. Escogieron uno de los privados que estaba cerca a una de las dos salidas de emergencia, estrategia pura, podían ver las tres puertas y la barra del bar. Hicieron sus pedidos, y aguardaron con mucha paciencia a la camarera.
—¡Muero de hambre, G! —comento Brön haciendo una clase de puchero.
Ge no pudo evitar reír, al ver a uno de los machos más despiadados que conocía, haciendo cara de bebe.
—Tú siempre tienes hambre de algo —se burló Dirtton.
—Muérdeme perro callejero…
Cualquiera que los conociera sabría que eso era solo una fachada, en realidad estaban alerta ante cualquier situación. Y con la suerte que el grupo de los siete bastardos tenía, con seguridad esa moche algo iba a pasar.
Hacía había sido su vida, de un infortunio a otro. Todos y cada uno de ellos habían nacido bajo la estrella oscura, según les habían dicho alguna vez as oráculo de su raza. No era que esto les hiciera indignos de ser de la raza de las sombras de sangre, los hacía portadores de desgracias. Así que el nombre de su grupo, no solo era por casualidad.
—G, en la puerta.
G volvió su mirada a
La puerta principal se encontró con una guerrero sombra que no había visto desde el día de su expulsión. Era la mismísima Sker Urjan, tan hermosa como letal. Detrás de ella entró un desenfadado vampiro y Gregori hijo de Alastor. En ese momento G. se preguntó si a caso había hecho enojar al universo si cualquiera que escoltara al príncipe los descubría, eran hombres muertos.
—Solo permanezcan alerta, perfil bajo.
Vieron al chico y a su escolta sentarse en una de las mesas cercanas, a esa hora de la noche el bar tenía música en vivo y un montón de gente entre ellos, por el momento agradecieron que no iba un Lobo con ellos o no habría como enmascarar su aroma. Trataron de aparentar normalidad, pero el que sacaran a Gregori del palacio de su padre era peligroso.
Ellos se habían enterado de las amenazas hacia su rey y su descendiente, solo por casualidad. Alguien les mando la información, ya que creían los siete tenían resentimiento hacia Alastor por se desterró. Lo cierto era que no, sabían que parte de lo que había pasado esa vez, era su responsabilidad y tenían que agar por Ello, no eran blancas palomitas inocentes.
Si bien no dudaba de las proezas y habilidades de los guardaespaldas del príncipe, sabía que existían las personas que estaban en contra del rey y quizá un ataque a gran escala sí podría meterlos en problemas. De manera que duplicaron su vigilancia, después de un par de horas G comenzó a pensar que solo estaba exagerando las cosas. El bar estaba tranquilo, las personas se divertían, y nadie parecía reparar en la presencia del chico.
Se puso de pie metiendo la mano en su chaqueta para sacar su cartera, era momento de retirarse y que nadie se diera cuenta de que ellos estaban allí… pero el destino nunca dejaba que hiciera las cosas con tanta seguridad, las enormes puertas de cristal junto a los ventanales laterales estallaron en una explosión, sinónimo de un posible ataque telequinetico.
G ordenó Asus hombres moverse hacia el príncipe, en ese momento lo que parecieron ser cuatro escuadrones irrumpieron por las tres puertas. Vio a Sker Ponerse de pie con la grasa de un felino, le dio indicaciones al vampiro para que protegiera al chico, pero ambos sabían que no sería suficiente.
La pandilla de los siete bastardos rodeó la mesa donde se encontraba Gregori y su escolta, quedaron ellos entre los escuadrones de ataque. Los reconocieron como sombras, aunque también se percataron que había algunas hadas y vampiros entre ellos. Seguramente hay gente convocada, por el rencor hacia el rey Alastor.
—No deberías estar aquí —le gruño Sker a G.
—Tienes razón no debería estar aquí, pero estoy y voy a apoyarlos.
Ella estaba realmente confundida, pero en ese momento no aceptaría la ayuda sin importar que fueran unos traidores, dejarían que se encargarán del escuadrón y después ella misma podría encargarse de los 7. La gente del bar comenzó a abandonar el lugar en cuanto entró el primer escuadrón, de manera que sí se desatara una batalla sería más fácil, ya que no habría inocentes en medio de todo eso salvo Gregori.
Dirtton tuvo que moverse rápido al percatarse de que una sombra se estaba acercando a la mesa, con una patada en el pecho al sujeto lo lanzó a 2 m de distancia, y entonces la pelea comenzó. La atención de todos estaba dividida entre protegerse, atacar y proteger a Gregori. Tenían que encontrar una ventana para sacar al chico de allí, él no podía desmaterializarse junto con ellos de manera que el grupo entero tendría que salir junto con el chico.
Con cada uno de los miembros de los escuadrones que derribaban aparecían otros 2, seguramente habían estado esperando el momento en que sacaran al chico del palacio de Alastor. Entonces posiblemente la información venía desde adentro, qué posibilidades había de que los enemigos del rey supieran exactamente a qué bar llevarían al chico esa noche, la aerolínea radicaba en qué posibilidad existía que ellos estuvieran ahí esa noche.
Athor Faragó fue el que encontró la ventana que necesitaban para poder sacar al chico, le avisó a G que cada vez que derribaban a cuatro al mismo tiempo había una ventana de tiempo de cerca de un minuto para que otros llegasen. Entonces lo que tenían que hacer era coordinar un ataque para derribar a más de cuatro, o de otro modo esto podría volverse más largo de lo normal y terminarían perdiendo por agotamiento.
G transmitió la idea a Sker, ella no estaba muy convencida de confiar en él, pero tenían que intentarlo sobre todo tenía que mantener a Gregori a salvo. Sker y Toss estaban en contra de que esos bastardos se hicieran cargo de Gregori, pero los refuerzos tardarían en llegar. La ironía era que podían viajar en el éter, pero había cosas que los retenía, incluso al rey Alastor. Toss se acercó a G, serían ellos dos los que se encargarían de sacar a Gregori.
—Escucha, cuando Sker haga lo suyo, saldremos por la puerta este. Los refuerzos están a cinco minutos…
—También debo sacar a mi chico —lo interrumpió G.
—El príncipe es más importante, que tú, yo o ellos.
—¡Maldición, lo sé! Solo…
—Te prometo que sea que pase aquí, ustedes están bajo la jurisdicción de la Hermandad de sangre y el reino Lobatiam… ahora, tienes que confiar, no jugaría con la vida de él.
¡Por la madre de todas las palabrotas! La Hermandad de sangre y los reyes Lobo, estaban jodidos a todos los niveles.
—Bien, saquemos al chico.
Con una señal Toss le indico a la sombra que hicieran su ataque, ella tenía una habilidad que no tenía cualquiera, no solo manipulaba las sombras. Sker hija de Urjan podía manipular la luz, en ocasiones usarla como escudo o arma. Era un ataque rápido, devastador y altamente desgastante. Los hombres de G comenzaron a manipular las sombras para escudarse y que Sker fuese su “arma”. Las sombras inundaron el lugar, oscureciendo todo. De pronto, un destello rompió la oscuridad cagando a todo aquel que estuviera a varias calles a la redonda.
La pandilla de Bastardos atacó, al en ese momento desaparecieron a más de la mitad de los atacantes, habían volado casi medio bar, pero Toss y G habían logrado el objetivo. El aroma a carne chamuscada y el humo de cenizas interrumpió el ambiente que había habido en el lugar. Entonces, la artillería pesada cayó, la Hermandad de sangre. Ellos barrieron con el resto y los que alcanzaron a escapar, serían seguidos por otras sombras subordinadas. La pandilla de Bastardos sabían una sola cosa, sus vidas habían llegado a su fin.