Al día siguiente Lucas se despertó gracias a un estruendo proveniente de la puerta principal. Se acercó a la puerta de su cámara y pegó su oído a esta para escuchar.
-Traemos a una niña de cuatro años, su nombre es Sara viene del laboratorio 37 pero ahí no disponen de suficiente material para investigarla –
Dijo la voz de un hombre.
-Bueno, dame la hoja de los datos que llevaban recopilados de ella y déjala aquí, en un momento Joseph le dirá como trabajamos aquí –
Lucas reconoció la voz de Lucy, se escucharon un par de pasos alejarse y no tardó mucho tiempo en que llegara el que, a juzgar por la voz, Lucas lo reconoció como Joseph.
-Bien soy Joseph y desde ahora me encargaré de estar al pendiente de tu progreso y te recomiendo que no trates de usar tu don dentro de las instalaciones, si no se te indica no lo uses si no quieres terminar como tu compañera –
En ese momento se escuchó un golpe en el suelo seguido de un suave sollozo.
-Así como la vez a ella podrías terminar tú; bien, sígueme y te llevaré a tu cámara-
La puerta de la cámara de Lucas se abrió y este tapó su boca sorprendido al ver a Dulce arrodillada y con varios golpes en sus brazos, piernas y rostro; su mejilla derecha estaba ya bastante raspada, sus manos atadas y tenía varios cortes en las piernas, la que una vez fue una camisa completamente blanca ahora tenía pequeñas gotas de sangre y algo de tierra impregnada en ella. Abraham tomaba el cabello de Dulce así manteniéndola arrodillada mientras esta sollozaba.
- Sígueme, descubrimos algo y tenemos que tomar medidas contra ello-
Dijo Lucy haciendo que el pequeño la siguiera. Una vez que llegaron a una habitación, la puerta fue cerrada después de que entrar dos más de aquellos investigadores.
-Eres lo que al parecer se considera un demonio, tus alas te dan fuerza extra además de que con ellas liberas en su totalidad un poder demoníaco-
Lucy tomó una jeringa con un líquido blanquecino, el cual inyectó en el brazo de Lucas, en ese momento Lucas no pudo sentir el cuerpo y aquellos que habían entrado al cuarto antes de que se cerraran las puertas lo recostaron boca abajo en una camilla.
Lucas decidió dormir un poco y cuando despertó sintió algo bastante diferente; se sentó en la camilla y talló sus ojos, trató de mover sus alas, pero sin embargo no pasó nada. Fue entonces cuando miró a su alrededor buscando con su mirada a Lucy y los otros que estaban con ella, se percató de que la puerta estaba abierta así que bajó de la camilla y caminó hasta salir de la habitación.
Mientras salía pudo sentir unas gotas resbalar por su espalda, llevó una mano a su espalda limpiando aquellas gotas, pero cuando observó su mano pudo apreciar la sangre que estaba en las yemas de sus dedos, alarmado volvió a llevar su mano a su espalda tocando la zona en la que se suponía debían estar sus alas. Con inmensa tristeza y dolor notó como estas ya no estaban, en su lugar había unos cortes de los cuales emanaba sangre.
Con la cabeza agachada caminó hasta su cámara donde una vez ahí se recostó en la cama ocultando su rostro en su almohada dejando que las lágrimas resbalaran por sus mejillas sin detenerse, mojando así su almohada.
En otra parte del laboratorio 48 se encontraba la pequeña Sara. Con su cabello castaño sus ojos cafés y de la edad de tan solo cuatro años había probado que tenía un don que le permitía sanar cualquier herida, es por eso que se la llevaron al laboratorio 37 pero al no estar capacitado el laboratorio para investigar esa clase de cosas la mandaron junto con Dulce y Lucas.
Se encuentra ahora en su cámara, por el día de hoy tendrían que reunir las pruebas suficientes como para saber qué tipo de investigación realizar con ella.
Llegada la hora de la comida los tres pequeños se reunieron en el comedor, Lucas y Dulce al verse corrieron a abrazarse soltando una queja de dolor por las heridas en su cuerpo.
-Lucas... tus alas... ¿Qué les pasó? ¿Dónde están? –
Preguntó alarmada la pequeña de ojos zafiro viendo negar con la cabeza a su amigo azabache.
-Las cortaron... ya no están... dicen que con ellas soy muy peligroso. ¿Qué te pasó a ti? Desde ayer no te vi y estas muy lastimada –
La pequeña sonrió suavemente para después guiar a su amigo a donde las encargadas tomando ambos la bandeja que les correspondía y tal como el día anterior se sentaron juntos. Sara por su parte decidió darles su espacio y sentarse en una mesa diferente.
-Solo me dijeron que no podía usar mi don cuando yo quisiera, y para que aprendiera me golpearon... -
Dijo entristecida la peliazul desviando la mirada hacia donde estaba Sara, al percatarse que estaba sola le comentó a Lucas y ambos se levantaron tomando sus bandejas con comida para luego ir a sentarse a la misma mesa en donde estaba Sara.
-Hola mi nombre es Dulce y el nombre de él es Lucas ¿Cuál es el tuyo? –
Preguntó animada mientras esperaba la respuesta de la castaña.
-Mm... s-soy Sara y es un gusto conocerlos, aunque ambos están lastimados y me gustaría ayudarlos, no puedo porque entonces me golpearían-
Dijo agachando la cabeza.
-No te preocupes, se de experiencia propia que te lastimarán así que no pasa nada-
-Sí, pero podemos ser amigos, así no tendríamos que pasar solos todo este tormento-
Sara asintió un poco más animada y los tres comenzaron a comer haciendo pequeñas pausas para charlar.