La habitación estaba inmersa en una luz tenue que la decoraba y los primeros rayos del sol se colaban por la ventana.
Los pájaros todavía no se animaban a salir de sus nidos para deleitar a la ciudad con sus sonatas lo que indicaba que aún era demasiado temprano como para levantarse de la cama.
Y aunque así lo quisiera había un peso sobre mí que me lo impedía.
No estaba sola allí.
—Sabes, cuando éramos más jóvenes siempre Soñé con este momento. Muchas veces. Me preguntaba cómo sonaría tu respiración agitada en mí oído. Cómo tu corazón se descontrolaria al sentir mis dedos recorrer tu cuerpo, obviamente comenzaría por aquí— delineó mí cuello — Cómo gemirias cuando los acariciaran — los deslizó hasta mis pechos — Cómo me pedirias más y más. O como rogarias que termine con esta tortura y te haga mia— añadió dejando besos húmedos en mí piel.
No me malinterpreten, no crean estaba ahí quieta, permitiéndole que hiciese lo que quisiera conmigo. No. A toda costa lo estaba evitando, moviendo mí cara de un lado al otro para que así sus labios no tocaran los míos.
—Vamos. No te resistas más. Sabes que tú también lo quieres. O me vas a decir que no has soñado conmigo?
Mis ojos se abrieron de repente y comprendí de inmediato de que justamente de eso se trataba.
De un simple sueño y no uno cualquiera. Un sueño sucio y para ser honesta lo que me atormentaba y mucho no era haberlo tenido, sino el quien lo protagonizaba.
De todos los hombres con los que podía fantasear, mi larga lista de amores platónicos tantos reales como ficcionales, ¿por que tenía que ser él? ¿Por qué Keith?
¿Acaso estaba mí mente traicionándome de la peor manera posible? Porque si no era así no comprendía cómo había logrado colarse en mí lugar seguro.
La alarma sonó en mí móvil y lo único que atine a hacer fue gruñir un.
—Maldita seas, Keith Jacobs.
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No iba a negarlo, la ducha había sido de lo más relajante y hasta había logrado sacar de mí esa sensación de culpa y asco que aquella pesadilla me había generado.
Ahora una vez que me había limpiado de todos mis "pecados" podía continuar mí día con total normalidad.
Lady Gaga sonaba en los parlantes mientras yo coreaba las estrofas de lo que yo creía eran una de sus canciones más icónicas y que venía perfecta con esta situación en la que me había visto involucrada sin quererlo.
—I wanna love you, but something's pulling me away from you Jesus is my virtue and Judas is the demon I cling to, I cling to.
Si, definitivamente esas pocas oraciones pintaban esta escena perfectamente. Quieren saber por qué? Yo les diré. Resulta que soy una fiel creyente de que si una persona de su pasado regresa a tu vida es porque viene a terminar algunos asuntos pendientes que habían quedado, y si aplicaba eso con este sujeto, podía significar que quizás algún plan por parte del universo incluía uno de estos. Tal vez había vuelto para redimirse o para enseñarme una lección, una que estuviese relacionada con el hecho de que nada servía vivir con rencor y resentimiento. ¿Existiría la posibilidad que el motivo de su reaparición tuviese que ver con que esto fuese una chance perfecta para que tuviésemos una oportunidad? ¿Y la moneda se daba vuelta y acabamos enamorándonos?
¿Y teníamos nuestro final feliz? ¿Podrían el freaky y la niña buena conseguirlo?
Honestamente desconocía la respuesta a este interrogante. De lo que sí estaba segura es que yo no estaba del todo dispuesta a confiar en él de nuevo. Me costaba. Una parte de mí, como lo explicaba la reina del pop,quería tomarla, quería amarlo otra vez sin embargo la otra, tenía miedo.
Miedo a repetir la historia, de ser herida por segunda vez.
El teléfono vibró sobre la mesada interrumpiendo la coreografía espectacular que estaba ejecutando a la vez que preparaba mí desayuno.
Era Blake. Blake era la única persona que me había traído de recuerdo en mí paso por la secundaria, había estado ahí para mí siempre que la necesite y conocía todos mis secretos. Incluso los más vergonzosos.
Ella fue la primera persona a la que le admití, cuando no tuve más remedio, mis sentimientos hacia Keith, sobre todo porque ella se había percatado de que algo sucedía.
Así de mucho me conocía. Lamentablemente en la actualidad ella se encontraba literalmente en la otra punta del mundo cumpliendo su sueño de ser una reconocida súper modelo, por lo que está llamada implicaba que se había tomado unos minutos de su tiempo para ponerse al tanto de que es lo que sucedía en su ausencia.
— ¿Cómo estás? Hacen días que no sé nada de ti— sentenció a modo de reproche.
—Lo…Lo siento. He estado un tanto ocupada. Yves anunció que su mano derecha se retirará y queda esa vacante libre. Y tú sabes cuánto he soñado con poder hacerla mía.
Aquella frase revolvió mí estómago al recordar que fue justamente esta la que él había susurrado en mí oído.
—Eso es magnífico, cielo. No puedo creer que después de tantos años de lucha y de humillaciones hayas podido llegar a ese escalón que te garantiza que en un par de semanas con tu talento y un poco de suerte podrás ubicarte en la parte superior de la pirámide.
Una sonrisa se dibujó en mí rostro al escucharle decir eso. Para ella todo era así, todo se trataba del éxito y de demostrarle a los demás de lo que estábamos hechas.
—Si, bueno— pase mí mano por mí cuello — Ojalá todo fuese tan sencillo como lo estoy haciendo sonar.
— ¿A qué te refieres?— inquirió confundida.
—Hay tres personas más compitiendo por ese puesto y nuestro jefe ha decidido ponernos en grupo y armar una especie de campeonato, quien llegue vivo al final se quedará con ese trabajo.
—No veo el problema, para serte sincera. Simplemente debes sacar a relucir tu espíritu competitivo y listo. Cuando menos lo esperes lo obtendrás.