Capítulo 28: Borracha de nuevo.

Pasaron unos días y Rubén regresó, esperé en la entrada de su casa durante casi todo el día, mientras editaba algunos diseños para las próximas renovaciones de publicidad que harían varias empresas, recuerdo que cuando lo vi, casi dejo caer mi laptop por salir corriendo y darle un gran abrazo.

Pero él no me correspondió, lo miré confundida y vi su mirada triste, había estado llorando, lo sabía por la hinchazón de sus ojos. Me separó de él bruscamente y yo no supe que hacer, no sabía si algo había sucedido en su viaje y tampoco me animaba a preguntárselo, pero al fin y al cabo, yo era su novia.

—¿Sucede algo, cariño? —Lo seguí con cautela, su estado no se miraba muy estable y tuve miedo de que pudiera explotar en cualquier momento—. Rubén, contéstame.

—Deja de decirme Rubén —me encaró con una mirada furiosa, retrocedí por inercia y lo miré asustada—, solo mi familia y amigos cercanos me pueden llamar así —Sentí como el mundo se me venía abajo, ¿qué acaso yo no era su novia?

—¿¡Qué demonios te pasa?! —Le grité, sentí mis ojos escocer por las lágrimas que amenazaban con salir en cualquier momento—. ¿¡No soy tu novia acaso?! —Elevé más la voz y lo empujé con poca fuerza. Algunos vecinos salieron a ver que sucedía, pero me importó una mierda.

—¡No, no lo eres _____! —Gritó con sarna—. ¡No después de lo que me hiciste! ¿En serio creíste que iba ser tan estúpido para perdonarte? Lo que has hecho, nunca te lo perdonaré —sus ojos se llenaron de lágrimas, yo ya lloraba, se podría decir que era una catarata andante.

—¿Qué te he hecho? —Pregunté indignada—. ¡Dímelo porque yo no sé de qué mierda hablas, Rubius! —Mi voz se quebró y sentí la famosa opresión en el pecho que siempre solía sentir en momentos así.

—No te hagas la tonta, _____. ¿Engañarme con ese tal Kevin? —Soltó una risa sarcástica—. Lo peor de todo fue que decidieron restregármelo en la cara —comenzó a llorar y se acurrucó en su lugar—. ¿Cómo pudiste hacerme eso, _____? ¿Hice algo mal?

Quise abrazarlo, pero sabía que él no me lo permitiría y me alejaría de nuevo, me acurruqué frente a él y vi su rostro lleno de lágrimas, rojo por la furia que contenía.

—No has hecho nada malo —traté de levantar su cara y alejó mi mano con enojo—, no entiendo por qué dices que te he sido infiel con Kevin —sonreí aunque me doliera.

—El día que me encontraste en el antro, borracho, fue porque Irina me escribió diciendo que me quería ver, me sentí furioso cuando me dijo que me quería presentar a su nuevo novio y resultó todo ser una mentira, solo quería verme —todas esas palabras me herían como balas, aunque no sabía por qué—. Cuando me la encontré ella me besó, pero yo no le correspondí. Luego de eso me fui a emborrachar porque me sentí sucio, porque creí que te había engañado de una forma muy mala. Aunque después comprendí que no era así porque yo no la había besado a ella.

Se refregó los ojos, molesto. Me miró con sus ojos cafés con toques verdes, aquellos en los que me perdía cada vez que hacía contacto visual conmigo, se levantó y yo hice lo mismo, sonrió cansado.

—Ojalá hubiera correspondido —mi corazón se quebró al escuchar aquellas palabras—. Si hubiera sabido que esto pasaría… —Suspiró—. No quiero volver a verte, _____. No me importa si somos vecinos… ¡No me hables, no me mires, haz de cuenta que yo no existo! ¡Solo sal de mi vida!

Se dio la vuelta y entró a su casa dando un portazo, sin dedicarme una última mirada, me quedé esperándolo ahí, parada en su jardín viendo la puerta con la esperanza de que la abriera y me dijera que no podría dejarme nunca. Pero no sucedió así, tomé mi laptop que aún estaba en el suelo del porche de su casa y la dejé al lado de la puerta de la mía.