Capítulo 21: Discusión.

—¿En serio no pensaste en que Rubén y yo podríamos encontrarnos en la fiesta cuando lo invitaste a salir? —Irina y yo conversábamos en mi oficina, se le notaba enfadada, y eso me daba miedo.

—Estoy consciente de que fui egoísta al no pensar en ti, fue solo un impulso y no esperaba que tú aparecieras —me mordí el interior de la mejilla por lo que estaba diciendo—. Lo siento, pero no estoy acostumbrada a que tú estés en mi vida.

—Pero si de Rubén ¿no? —Bajé la mirada, no quería ver si de verdad estaba herida o solo quería herirme a mí—. Genial… ¿Es lo mejor que puedes decir, _____? ¿En serio? Decir que no estás acostumbrada a mí, y que por eso trajiste a mí ex a la fiesta de Halloween de tu trabajo. Esto me hace pensar que Rubius terminó conmigo por ti.

—¡No! ¡Claro que no! —Grité—. Rubius y yo solo somos amigos, y con suerte lo somos. Y estoy más que segura que a él le dolió terminar contigo; lo vi llorar, Irina, y solo puedo decirte que ver lágrimas en alguien que has visto en sus mejores momentos, que prácticamente es parte de tu vida, duele, como no te imaginas.

—¿Por qué lo quieres tanto? —Alcé una ceja y traté de no soltar una risa sarcástica.

—Porque él fue quien me sacó de la depresión, y lo sé, es una historia cliché y además quien se lo creería viendo como he crecido gracias al esfuerzo de mis padres ¿Tendría motivos para caer en una enfermedad tan grave? Tal vez, no lo sé. Pero, es algo que de verdad logró hundirme —una lágrima rodó por mi mejilla que ni siquiera me molesté en limpiar.

—Él también es mi soporte, _____. Aun miro sus vídeos y me gustaría ser la que sostiene la cámara cuando no graba en su habitación o… Simplemente estar con él cuando lo necesita, porque sé que aún lo agobia este mundo de YouTube —bajó la cabeza, mordí mi labio inferior, tal vez había ido muy lejos.

—Lo siento —solté sin más, ella me miró para luego salir de mi oficina dando un portazo.

Me dejé caer en mi silla soltando un bufido. Ese día me fui más temprano de lo acordado con mi padre cuando hubiesen pasantes, pero solo usé la excusa más barata que se me pudo ocurrir: “No me siento bien”. Los chicos también se fueron temprano, pues sin mí, no tenían mucho que hacer.

Llegué a casa con un poco de mal humor, no tenía ganas de hacer nada. Las manos en los bolsillos, espalda jorobada, cabeza gacha y una cara de culo bien delineada ¿Es una buena manera para describir que podía mandar a la mierda a cualquiera que se me acercase en ese momento?

—Hola _____ —excepto a una persona.

—Hola Rubén —contesté tratando de disimular una sonrisa—. ¿Has estado esperando por mí? —Sus mejillas se pusieron rojas y bajó la cabeza intentando ocultarlo, fue una ventaja ser baja y poder caminar hasta estar cerca de él y ver a la perfección su tierna expresión, a solo unos pocos centímetros de distancia.

—Algo así, pero no esperé que volvieras tan temprano —se rascó el cuello mientras me miraba, él tenía que mirar había abajo y yo hacia arriba para poder tener contacto visual. Siempre fui de ignorar las indirectas y el lenguaje corporal, y siempre ignoré esas miradas rápidas que Rubén hacía al ver mis labios.

—Es que no me sentía bien —no me sentía bien porque su exnovia estaba molesta conmigo, porque yo estaba molesta conmigo y porque seguí haciendo algo que no debí, pero no podía parar.

—¡Oh! Yo quería invitarte a cenar pero si no te sientes bien será mejor que no salgas hoy —asentí repetidas veces, si quería salir con él, pero no era lo mejor para mí en esos momentos—. Mejor cenemos en mi casa —habló de repente haciendo que me sorprendiera.

Pensé en Itzel, pero ella había salido una semana atrás a un viaje con alguien que no conocía, nunca me preocupé por conocer a los amigos de ella, pero tampoco era un tema que ella quisiese tocar conmigo. A veces era extraño y hasta incomodo verla hablar por teléfono con alguien más. Pero no debía hacer nada, no era mi problema.