Sin Clim presente, Lesson estaba todavía más ocupado, por lo que no podíamos vernos para charlar o hacer una mínima cosa juntos. Lo que no habría sido tan frustrante de no tener tres soldados tras mi, a cada paso que daba, fuera y dentro de mis "habitaciones temporales".
—¡Esperame Clim! —Corría tras él, olvidando atar mi cabello antes de saltar fuera de su casa.
—No, quédate aquí —dijo, deteniéndose unos pasos tras los chicos con que se dirigía hacia algún lugar.
—Pero...
—¡Hey! ¡No te quedes atrás, Clim! —gritó él más grande de ellos. Al menos tres años más que nosotros.
—¡Si! —gritó de vuelta, para luego darme una mirada cargada con pesar—. Volveré en un rato, ¿si? No necesitas acompañarnos, son cosas de hombres.
Mordí mi lengua deteniendo una respuesta nada agradable a su "desagradable excusa". Y le vi partir, sintiendo el pecho en un puño y el enfado como un nuevo amigo que me ayudaba a planear una pequeña venganza. Una que lleve a cabo sin demora, una vez él puso un pie frente a la puerta de su casa.
—¡¡Macy!!
Su madre rió conmigo mientras le observábamos desde la ventana, completamente cubierto por una gruesa capa de nieve que, enfurecido, se dispuso a derretir. Uno de aquellos días rebosantes de emociones que me ayudaron a soportar mi prisión, mi dolor y... mi soledad.
La triste verdad era que estaba tan sedienta de compañía que, ignorando el molesto hecho de la "siempre compañía militar", acepte ver y charlar con Lord Tyrone. Consciente de que a ninguno de mis cercanos le agradaba la mera idea de ello.
Los días pronto se convirtieron en semanas, y fueron aliviados de la presión que el estropeado clima ejercía sobre mí, gracias a la gentileza de quien menos habría creído.
—Pero, Lord Tyrone... —gimoteaba Cyna, en un nuevo intento por convencerme de no verlo.
Di una mirada a Lyssa, quien observaba algo o a alguien a través de la ventana con una sonrisa. Sentía mucha curiosidad, pero opte por saber si ella daría finalmente su opinión al respecto. O continuaría en silencio.
—¿Lyssa? —Ella brinco, ¿asustada? Y luego me dio una mirada un tanto tímida y avergonzada.
—¿Sí, milady? —Jugueteo con la tela de su delantal, balanceándose sobre sus talones.
—¿Qué opinas de Lord Tyrone?
La sorpresa reflejada en sus facciones, perduró durante un puñado de segundos antes de convertirse en un ligero sonrojo.
—¿Lo-lord Tyrone? —inquirió, con un balbuceo impropio de su persona.
Asentí, sin perderme ninguno de sus movimientos y gestos cargados con nerviosismo.
—Bueno...
—No debería preguntarle... —Medio gimoteo Cyna, pero la detuve con un gesto de mi mano.
—¿Lyssa? —Le inste suavemente.
Intercambió una mirada con Cyna, antes de finalmente inhalar y responder.
—Yo... creo que Lord Tyrone es un líder capaz, con un gran corazón y un sentido de justicia envidiable... —Un bufido por parte de Cyna la interrumpió—. No obstante, sé que su majestad lo mantiene vigilado por ciertas... circunstancias.
—"Circunstancias" más que importantes, Lyssa —gruñó Cyna.
—¡Hey! —Les detuve, en sus obvias intenciones de comenzar a discutir un asunto, que me confundió un poco—. ¿De qué hablan? ¿Cuales son esas "circunstancias" y por qué nadie ha querido hablarme sobre ello?
Intercambiaron otra mirada. Cyna suspiró, sentándose frente a mi, y Lyssa se acercó al sofá en que yo estaba.
—Lord Tyrone es primo del Traidor.
No voy a mentir y decir que "no sentí nada", que no hubo una parte de mi alma que se estremeció por la mención de mi antiguo celador, ni que las implicaciones de tal lazo consanguíneo con una persona que hasta entonces había contado como un "amigo", pese a las objeciones de mis otros amigos, calaron hondo en mi alma.
Estaba aterrada. Me estremecí de pies a cabeza, con un frío externo a mi magia, a mis fuerzas que entonces amenazaban con desbordarse del férreo control anteriormente ganado.
—¿Macy? —La preocupada voz de Lyssa, me arrastró fuera del estupor.
Se inclinaba hacia mí con el ceño fruncido, y Cyna un paso detrás. Boquee unos segundos, incapaz de decir algo que no sonase a mentira, o que es su defecto, fuese una completa mentira.
—Es la razón por la que no debe acercarse a él —dijo Cyna con brusquedad.
—No es-no podéis juzgarlo por algo que él no puede controlar —dijo, casi rogándome con la mirada que comprendiera—. Lord Tyrone no tiene nada que ver con el Traidor...
—¡Son primos! —Insistió Cyna.
—Y eso solo le ha dado penurias —gruñó Lyssa a Cyna, dándole una mirada antes de volver a enfocarse en mi—. Lord Tyrone fue traído contra su voluntad a las catacumbas hace unos cinco años, y solo se le permitió marcharse cuando el Rey fue coronado. Estuvo básicamente encerrado y aislado, porque era el único miembro de su familia vivo y del que disponían las autoridades de Zufhwyth. Su madre falleció años antes, su padre es un hombre mayor y convaleciente, y su hermana mayor se casó con un extranjero y no ha vuelto a Radwulf desde entonces.