Hielo en mis venas (radwulf #1)

Epílogo

La protección del Oscuro libro del Caos, era una de las cosas más importantes para Noemia, quizá la más importante de su vida. Por ello, cuando un desconocido atravesó las barreras exteriores que mantenían a los humanos comunes lejos de su alcance, su temor y rabia la convirtieron en un pequeño explosivo. De inmediato llamó a todo Bletsun que estuviese cerca, y se dispuso a levantar tantas protecciones, escudos y sortilegios como le fuera posible.

No permitiría que semejante texto volviese a caer en manos equivocadas.

Sobre mi cadáver.

Pero, desde un rincón de aquella enorme biblioteca, una figura se asomo con sigilo. Observo con atención cada movimiento de Noemia, mas no eran sus ojos los que analizaban cada gesto y aliento de la mujer.

En otro lugar de Radwulf, oculto en la más densa oscuridad, un sonriente sujeto fijo su atención en la figura que entonces ingresaba a la Gran Biblioteca: Amace de Quajk. Su sonrisa se amplio al verla junto a Noemia, con esos claros ojos recorriendo la estancia mientras la mujer hablaba. Su gesto cargado de preocupación le recordó un tiempo atrás, cuando había mirado aquellos ojos llenos de terror.

—Ya tendremos la oportunidad de revivir los viejos tiempos —murmuró, a nadie en particular.

La figura escondida en las sombras de la gran biblioteca se escabulló sin mas hacia uno de los pasadizos, alejándose de la brillante magia que comenzaba a congregarse en el lugar.

En aquel otro rincón de Radwulf, el sonriente hombre se movió por las sombras, hasta que sus pies, calzados en gastadas botas, llegaron al borde de la silueta luminosa dibujada por la luz que entraba a través de la ventana. Sus ojos se entrecerraron, adaptándose a la molesta luminiscencia, mientras distinguía la figura femenina que había estado esperando.

El largo y negro cabello rizado que se agitaban tras la mujer, estaba atado con una cinta blanca. Un ajustado vestido azul abrazaba esos lugares que su bien proporcionado cuerpo hacían parecer, a ojos de cualquier mujer "decente" que le viera, una descarada casquivana. Pero nadie parecía capaz de descifrar lo que esos profundos ojos azules ocultaban.

Esos secretos que él conocía, y que sabía, le proporcionarían diversión ahí donde su impaciencia pugnaba por salir.

 

 

 

Fin del libro 1.

Continuar con Fuego en mis venas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.