Hielo y Fuego

17

Capítulo 17

Lev

Odio este juego.

No por el contacto. No por correr o empujar. Eso lo puedo manejar.

Lo odio porque todos acá juegan a otra cosa.

Yelena juega a provocar.
Daen juega a marcar territorio.
Anya juega a olvidarme.
Y Luci… Luci no está jugando. Y por eso me molesta tanto.

Desde que entramos al campo la tensión es evidente. El profesor cree que este ejercicio sirve para liberar tensiones. No tiene ni idea.

Esto no es deporte. Es territorio. Dominio. Ego.

Y Daen lo sabe.

En la segunda jugada, me empuja con fuerza innecesaria. No reacciono. En la tercera, lo devuelvo con precisión. Él sonríe, provocador. Está esperando que le responda.

No está jugando para ganar. Está jugando para demostrar que Anya le pertenece.

En la cuarta jugada, nos quedamos solos. Yo lo contengo, él me traba. Ni uno cede.

Se inclina un poco, apenas lo suficiente para decir:

—Anya es mía.

No me inmuto. Lo miro sin expresión, y le respondo seco:

—Sigue soñando.

Me empujo más fuerte. Pero no basta.

Yelena grita un comentario asqueroso sobre Luci. Directo al corazón. Todos ríen.

Incluyendo él.

Y entonces miro a Anya. No se ríe, pero no dice nada.

Eso me desconcentra lo justo. Medio segundo.

Suficiente para que Daen meta un golpe bajo. Sucio. No visible.

Me muerdo la lengua. Siento la sangre en la boca. Me mantengo de pie.

No me quejo. Me limpio.

Él anota. Se celebra. Como si fuera importante.

Después se acerca a Anya. La agarra sin suavidad. La besa. Sin respeto. Casi como una marca.

El profesor los regaña. Tarde. Anya se queda quieta, tensa. Ni siquiera sabe cómo reaccionar.

Yo sí.

Estoy por reventar cuando Luci aparece. Silenciosa. Rota.

—No le sigas el juego. Es un idiota.

Me detengo. La miro. Sus ojos están llenos, pero no se rompe.

—¿Ya no te gusta?

Ella duda. Pero al final lo dice:

—Este no es el Daen del que me enamoré.

—No llores en público. Calma.

—¿Qué? ¿Yo?

—Mírame. Puedes controlar todo eso.
—Eres más fuerte de lo que crees.

Ella respira. Se lo cree por un segundo. Se limpia la lágrima.

Y entonces, como si fuera un reloj programado, Yelena lanza otra de sus frases.

—Ay, por favor, Luci. Eres tan tonta. Lloras porque tu novio perdió la pelea.

Todos ríen.

Incluido Daen.

Y Anya… callada.

Ahí se me termina la paciencia.

Me acerco. La voz baja. Fría.

—Tú cállate. —le digo a Yelena.

Miro a Anya. Miro a Daen.

—Y ustedes dos… ¿qué tipo de mejores amigos son?

Se les cae el rostro a los dos.

—Ah, no. Ya sé. Los desleales. Los falsos.

Tomo la mano de Luci.

Y me voy.

Porque entre toda esta gente podrida, ella es la única que ha sido real.

---

– Patio trasero. Tarde nublada. POV: Anya

Salí al patio con el corazón latiéndome tan fuerte que creí que me explotaría en el pecho. No sabía qué buscaba. Aire, quizá. O una forma de dejar de sentir esta mezcla de rabia, celos y confusión que no me dejaba en paz desde hacía días.

Pero entonces los vi.
A Luci.
Y a Lev.
Juntos.

Ella estaba sentada en los escalones, cabizbaja, como si el mundo le pesara encima.
Y él, parado junto a ella, sacando algo del bolsillo de su chaqueta.

Un chocolate.

Lo vi entregárselo.
Vi cómo ella lo tomaba con naturalidad, sin necesidad de palabras.

Y ahí fue cuando algo dentro de mí se rompió.

No sé por qué me dolió tanto.
O sí.
Porque Lev nunca me había dado un chocolate. Jamás. Ni uno.

Sentí una punzada en el pecho. Me ardían los ojos.

Me acerqué sin pensar.

—¿Qué es esto? —escupí, la voz cargada de veneno. Estaba temblando.

Lev me miró sorprendido.

—Anya...

—¡Nunca me diste un chocolate! —le grité, empujándolo—. ¡Ni uno! ¿Y a ella sí?

—¿Estás loca? —murmuró, con ese tono que usaba cuando perdía la paciencia—. ¿Por qué siempre saltas así? ¿Por qué no puedes confiar?

—¡Porque los veo a escondidas! ¡Tan... cercanos! —Mi voz se quebró. Lo sentí en la garganta—. ¡Y tú me hablas de confianza!

Él suspiró con frustración.

—Desde que estás con Daen y ese grupo ridículo, te preocupas más por cómo luces que por pensar con claridad.

Le di una bofetada antes de poder detenerme.

El golpe resonó en el aire.
Y el silencio que siguió fue peor.

Luci se levantó de inmediato. No parecía sorprendida. Ni enojada. Solo... dolida.

—Lo leí —dijo, tranquila. Aunque su voz vibraba un poco—. Lo del chocolate.

Me giré hacia ella. Me ardían los ojos. Me ardía el alma.

—¿Qué?

—El chocolate libera endorfinas. Ayuda a calmar el dolor emocional. Por eso lo como desde que tú y Daen están juntos. Y se lo doy a Lev... por la misma razón por la que lo necesito yo.

La miré.
La entendí.
La odié y la amé al mismo tiempo por decirlo así, tan simple.

—¿Por qué? —pregunté. Casi sin aire.

—Porque él está enamorado de ti —dijo—. Y yo estoy enamorada de Daen.

No lo esperaba. Me sentí como si me hubieran golpeado en el estómago.

—Ay, no... —susurré—. Mierda.

No lo pensé. Corrí hacia ella.
Y la abracé como si necesitara que me perdonara con solo tocarla.

—Perdón. Perdón, por favor. Lo siento tanto. Soy una idiota. Una estúpida. Perdón, Luci...

Ella me abrazó de vuelta. No dijo nada. Solo me sostuvo. Como antes. Como siempre.

Y entonces, por el rabillo del ojo, vi a Lev alejarse en silencio, metiéndose las manos en los bolsillos.

No volvió a mirar atrás.

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POV: Luci

Anya me abraza con fuerza, como si yo fuera un salvavidas en medio de un océano implacable que amenaza con tragársela. Siento cómo su cuerpo tiembla contra el mío, y aunque estoy enojada con ella, no puedo evitar devolverle el abrazo. Sé que en el fondo, todo esto no es solo culpa suya. Es culpa de todos.




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