Hielo y Sombra - La guerra del norte

Capítulo 8

Praxius - Barena

 

 

Decidió que no quedarían otra noche a la intemperie, por lo que luego de que cenaran, volvieron a tomar vuelo llegando a Barena en la madrugada.

 

Se sorprendió de haber podido llegar tan rápido, les sacó una ventaja de casi un día, habiendo salido más tarde, al resto de sus compañeros de viaje.

 

—Si no te molesta dormirás conmigo esta noche y mañana haré que te preparen una habitación.

 

—No me molesta, estoy muy cansada, me tiraría a dormir aquí mismo en el hielo.

 

Avanzaron por las instalaciones de piedra apenas iluminadas por algunas antorchas, ella lo seguía a paso veloz, le costaba un poco porque era menuda, pero en ningún momento se quejaba.

 

Al llegar a la gran alcoba, ella avanzó por delante de él y se lanzó sobre la enorme cama con dosel. Le sorprendía la forma en que se quedaba dormida tan rápido.

 

Le quitó las botas, la falda y la capa, le aflojo un poco el corsé y la cintura de los pantalones y la cubrió con una manta para luego desvestirse a sí mismo y acostarse junto a ella.

 

El lecho era lo suficientemente grande como para que no se tocaran, así que se relajó y todo el cansancio de haber volado desesperadamente cayó sobre él haciendo que se durmiera profundamente.

 

***

 

Dreysha - Barena

 

 

Al despertar, se encontraba sola en la habitación de Praxius, era una estancia enorme, de un suave piso de madera que nunca había visto, aunque aquel clima que era igual de gélido que el de Itzoz o más, al pisar el suelo notó que se sentía tibio y esto la trajo a cuenta de que estaba descalza y varias prendas de su atuendo no estaban en su sitio.

 

Al dar una mirada por el lugar, encontró su equipaje y su ropa faltante en un diván junto a una amplia ventana, la cual se hallaba congelada por el exterior, pero del lado interno crecían líquenes en todo su derredor.

 

También había frente a la cama un largo tocador con agua para refrescarse y varios frascos que prefirió no tocar.

 

Se acicaló y cambió el vestuario y salió a buscar a Praxius, no tuvo que ir muy lejos, ya que al pasar al corredor, la puerta de la habitación de enfrente estaba abierta y de ella provenían voces alteradas.

 

—¡No puedo creer que no me di cuenta! ¡Debí suponer que cediste con demasiada facilidad!

 

—No la he secuestrado, Fabien. Dreysha me pidió que la ayudara— explicaba Praxius a su beta cuando ella cruzaba el umbral.

 

—Es verdad—intervino.—Yo le he pedido que me trajera.

 

—Tú también, niña tonta—el hombre estaba tan enardecido que humo blanco se desprendía de sus fosas nasales.—¿Te das cuenta de que han podido iniciar una guerra?

 

—No te pases, Fabien—amenazó el alfa.

 

El hombre respiró profundo y descendió el nivel de su voz.

 

—Mil disculpas, princesa—se excusó.

 

—Está bien—aceptó.—Si alguien es culpable soy yo, Praxius solo respondía a mi pedido de ayuda. Pero… nadie sabe que estoy aquí, dejé una nota diciendo que me iba al sur.

 

—Mantendremos el secreto lo más que se pueda—intervino su protector.

 

—Si nadie nos delata, podrían pasar años hasta que se enteren de que estoy aquí.

 

Ella se había colocado delante de Praxius, apoyando su espalda contra el cuerpo de él, quien la sostenía suavemente con sus manos por ambos brazos.

 

El hombre mayor los miraba a uno y a otro alternativamente, guardando un meditativo silencio.

 

—¡Están enamorados!—Exclamó.—Ya lo entiendo todo. Llamaré al chamán para que los bendiga esta misma noche en una ceremonia privada—dijo saliendo de la habitación a grandes zancadas.

 

Ellos quedaron callados un momento. ¿Estaba enamorada de Praxius? Se volvió a verlo de frente, sin duda era un hombre atractivo y tenía todas las cualidades que ella hubiera deseado en Arelio, muchas veces se había encontrado a sí misma pensando al respecto. Pero… ¿Lo amaba?

 

—Lo siento—comenzó él.—Sé que te prometí esperar, no quisiera faltar a mi palabra, pero…

 

—Está bien—dijo.—Fabien parece un hombre prudente, seguramente tiene razón en que debemos ser bendecidos de inmediato, si así no fuera podrían creer que me has traído por la fuerza o que me has deshonrado, o alguna otra tontería de esas que a la gente le gusta chismorrear.




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