Hielo y Sombra - La guerra del norte

Capítulo 9

Praxius - Barena

 

 

Praxius y Dreysha esperaban junto al altar, el lugar donde se realizaría la ceremonia se encontraba en el subsuelo, era un sitio preparado para la meditación y conexión con el Hálito, se hallaba tallado en la tierra misma, y las raíces del árbol más añejo de la región lo circundaban. Había en todo el perímetro antorchas de fuego azul, y los alfas portaban velas rodeando el altar con ellos y el chamán dentro.

 

Dreysha se veía nerviosa, a él siempre le preocupaba que ella en algún momento se arrepintiera, pero ahora todo estaba por hacerse definitivo.

 

Ya todos estaban presentes, sus amigos cercanos, Fabien, Belium y Carso y los otros trece alfas del continente y los siete de las tierras más allá del Remolino de la Estirge.

 

Los dragones de hielo, aunque no se mostraban particularmente sociables con otras razas, eran muy unidos y solidarios entre sí. El que todos estuvieran presentes era una confirmación de esto. Lo aprobaban. Luego de la ceremonia se realizaría un banquete, los de su especie no acostumbraban a dar dotes, pero aquellos de alto rango, daban regalos para todo el pueblo.

 

Una vez que todo estuvo dispuesto el Chamán, los hizo mirarse de frente tomados de las manos, las cuales enlazó con siete cintas de los colores del arcoíris.

 

—¿Están ambos aquí de propia voluntad?—Les preguntó.

 

“Sí” respondieron al unísono.

 

—Entonces reciban la bendición de los ancestros.

 

Cada alfa pasaba al frente y derramaba una gota de la cera de la vela que tenía en sus manos sobre la cinta que los unía. Este ritual era como un oráculo, ya que una vez que el último había pasado, el chamán leía el rastro de cera en las cintas.

 

Al llegar el último el chamán quitó las cintas y las colocó en un cuenco de agua, delante de ellos, los hizo lavar el rostro el uno al otro y luego los invitó a unirse con los demás.

 

Estuvo un momento mirando los restos de vela en aquella vasija plana y de repente sus ojos desaparecieron, quedando como dos huecos en su rostro.

 

—Princesa—dijo con voz rasgada.—Tu padre ha encontrado tu carta y la ha desechado, les ha dicho a todos que fuiste secuestrada y los demonios de la sombra ahora mismo alistan sus filas para la guerra—hizo un silencio.—En un año vendrán a asediar este lugar y durante el sitio darás a luz una hija, que crecerá lejos de su origen. Una descendiente de ella nos salvará de la devastación… No habrá más esposas entre los demonios de la sombra… No habrá más macho entre los primogénitos… Y no habrá más hembras entre los dragones de hielo…

 

El hombre cayó desvanecido. Carso y Beliam que estaban cerca corrieron a ayudarle. Dreysha estaba petrificada, blanca como la nieve.

 

Praxius la rodeó con sus brazos, mientras los demás alfas se acercaban.

 

—Praxius—el que se dirigió a él era Alfair, el más antiguo de todos, su cabello era cano y su rostro estaba cruzado por cicatrices como de una garra, dejando un rastro sobre la nariz y el ojo que le faltaba.—Te apoyamos. En la luna nueva nos reuniremos para empezar a planear las estrategias y comenzar a entrenarnos para la batalla.

 

—Así será—respondió.

 

Otros vinieron a darle su apoyo también antes de dirigirse todos hacia el banquete.

 

 

***

 

Dreysha - Barena

 

 

Sentada en el gran comedor de la fortaleza de Barena, Dreysha no podía entender que estos hombres estuvieran festejando luego de aquella terrible predicción. Pero todos reían y disfrutaban, y muy por el contrario a lo que esperaba, no la miraban con odio. Incluso la invitaban constantemente a la ronda de baile formada en el centro del salón, decían que era de buena suerte bailar con la novia.

 

Ella no podía evitar sentir culpa por aquella profecía tan nefasta, pero Praxius la consolaba diciendo que no tenía nada que ver con ellos.

 

Todos estaban alegres, decían que hacía ya demasiado tiempo que había paz, que se habían vuelto ociosos, que esto los estimulaba.

 

Más tarde, cuando llegaron a la habitación, preguntó:

 

—¿En verdad crees que esta predicción no tiene nada que ver con nosotros?

 

—Bueno, si tiene que ver. Ya que un descendiente nuestro salvará a nuestra raza.

 

—Praxius, me refiero a la guerra.




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