Hielo y Sombra - La guerra del norte

Capítulo 11

Dreysha - Barena

 

 

Ya pronto daría a luz, las piernas le pesaban, la cadera le dolía, el vientre parecia que se le iba a caer de tan abajo que lo sentía, la partera de los dragones le había dicho que “se había encajado”, lo que quería decir que estaba en posición de nacer.

 

Afortunadamente, no se sentía así todos los días, tenía momentos en los que estaba bien y aprovechaba para practicar la lucha, aunque Nemeri le decía que ya su embarazo era muy avanzado y que eso no sería bueno para la bebe, la partera le había dicho que estar encinta no era una enfermedad y que podía hacer lo que quisiera siempre que no tuviera ningún síntoma extraño.

 

Pero hoy era uno de los días en los que no se sentía bien, el ejército de los de su raza estaba a las puertas hacía tres lunas. Habían acampado allí y no solo había demonios de la sombra, sino también vampiros, hombres lobo, y otros.

 

También traían ingenios que lanzaban bolas de fuego y multitud de flechas más grandes que las normales, con ellas habían matado a varios dragones en pleno vuelo.

 

Desde que se hallaron sitiados, Praxius ordenó habilitar las instalaciones de las mujeres y el primer subsuelo donde se hallaba el lugar del Hálito, en el que se habían casado, para trasladar allí a los ancianos y niños, y también las damas que no eran guerreras. Ella estaba incluida entre estos, ya que pronto iba a parir.

 

Praxius se había ocupado ya de dejar despejado el túnel que llevaba al mar y barcos bien custodiados.

 

Tocó amorosamente su vientre, y recordó que su hija se criaría lejos de su origen, eso significaba que tendrían que huir. Le daba mucha ansiedad estar allí encerrada, Praxius estaba en las murallas exteriores, no respiraba tranquila hasta que él no regresaba a tomar algunas horas de sueño.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Praxius - Barena

 

 

La primera muralla había caído y el foso flanqueado. Eso significaba que no tardarían en llegar hasta allí. Decidió enviar un mensajero para ordenar la evacuación de la población civil, incluida su compañera y su pequeña niña, Alana, cuyo nacimiento tuvo lugar en la madrugada. Él aún no la conocía.

 

Se quedaría allí a proteger a todos hasta que lograran huir, como correspondía a un buen líder. Sólo Praxius y tres alfas más sobrevivían, de todo el gran territorio que abarcaban, habían sido abatidos, no solo por demonios de la sombra, sino por muchas otras razas aliadas con ellos, incluso hadas, cuya magia, era poderosa.

 

—¡Fabien!—Llamó determinado, a lo que el hombre se presentó de inmediato, hallándose a quince pasos de él sobre la segunda muralla.—Comienza la evacuación.

 

—Praxius…—intentó negarse.

 

—Sólo puedo confiar en tí para esto, Fabien. Sé que quisieras quedarte a la batalla, pero…

 

Una gran bola de fuego cayó muy cerca de ellos lanzándolos hacia el patio interior.

 

Al ponerse de pie tomó su forma dracónica. Buscó con la mirada a Fabien, cuando lo encontró y comprobó que estaba bien, lo increpó a obedecer.

 

Hecho lo planificado, levantó el vuelo y se unió a sus congéneres en la batalla desde el cielo. Desde arriba los ejércitos de Leico se veían como millares de hormigas que avanzaban sin parar.

 

Algunos dragones lanzaban estalactitas y bolas de hielo, que eran detenidas por los escudos mágicos de las hadas. Otros giraban en círculos muy altos en el cielo, provocando una gran tormenta de nieve, entre ellos se hallaban Carso y su querido amigo Beliam, a quien, en ese mismo instante, vio caer golpeado por el fuego de una catapulta.

 

Praxius preso de la ira y el dolor, descendió como un rayo esquivando embrujos y flechas y logró detener unos cientos lanzando por sus fauces el congelante humo de hielo por el que eran famosos los de su especie.

 

Esto se prolongó un rato, subía y volvía a descender congelando a los que estuvieran en su camino. Pero en uno de los momentos en los que retrocedió para tomar impulso, varias brujas de los demonios de las sombras, lanzaron un poderoso hechizo hacia todos ellos que se expandió como olas por el aire. Al ser tocado por esta magia se sintió paralizado por un segundo, que fue suficiente para que fuera herido por varias flechas enormes que lo hicieron caer para no volver a levantarse.




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