Hielo y Sombra - La guerra del norte

Extra - Los demonios de la sombra

Déctor — Isla de Itzoz, Agyry.

 

Al llegar a Aistara, con la niña en brazos, Déctor se encontró con la sorpresa de que Celia también cargaba un bebé. Ambos se miraron sorprendidos, no se veían desde su noche de bodas, cuando el joven príncipe había dejado la campaña unos días para casarse, para luego retomar la búsqueda de su hermana.

 

— ¡Déctor!

 

— ¡Celia!

 

Hablaron al unísono y en ese momento entraba Aurora corriendo.

 

— ¡Hijo!

 

— ¿De quién es ese niño? — Preguntó Celia acercándose dubitativa.

 

— Es una niña — respondió entregándosela a su madre que ya estaba a su lado. — Es hija de Dreysha y el alfa de los dragones de Barena.

 

— ¿Y Dreysha? — Aurora habló con voz quebrada, seguramente intuía que por algo Déctor había traído solo a la niña.

 

El joven negó con la cabeza sin poder hablar, las lágrimas habían comenzado a derramarse por sus mejillas mientras se acercaba a Celia. Cayó de rodillas delante de su esposa, a la cual abrazó por la cadera, dejando salir el llanto contenido por días.

 

— Ella está muerta, yo… yo… la maté, por accidente — hablaba de manera entrecortada. — Ella se acercó corriendo por detrás de mí mientras yo luchaba y al girar la espada dio en su vientre.

 

— No es posible — decía Aurora que lloraba al igual que la joven esposa.

 

Luego de un rato se puso de pie por fin y miró a su hijo, era tan pequeño como la niña de su hermana, de hecho se parecían mucho.

 

— Dreysha me pidió que me ocupara de su hija, su esposo también murió.

 

— ¿Su esposo? — Preguntó su madre contrariada.

 

— Dreysha no fue secuestrada, se enamoró de ese dragón y huyó con él — explicaba. — Padre nos mintió porque quería las tierras de los dragones.

 

— Entonces, la guerra… — comenzó a decir Celia.

 

— Fue una matanza provocada por un hombre avaro.

 

— ¿Y Dinaro? — inquirió Aurora.

 

— Él no sabía nada tampoco.

 

— Esta niña no cometerá la locura de su madre — dijo Aurora inconscientemente, provocando la ira de Déctor quien arrebató la pequeña de sus brazos.

 

— Esta niña será nuestra hija, su nombre es Alana, y tendrá toda la libertad que mi hermana no tuvo — reprochó con los dientes apretados.

 

— Pero…

 

— ¡Por tu culpa mi hermana tuvo que huir, por tu culpa y de ese maldito esposo tuyo! ¡Ella ahora está muerta! — Gritó. Luego de un silencio tenso continuo en voz más baja: — El rey ha muerto, por tanto, ya no tienes ningún poder. Te respetaré porque eres mi madre, pero de ahora en más, las cosas serán diferentes — espetó.

 

Déctor siempre había sido un joven muy maduro para su edad, pero a partir de aquella tragedia pareció que años extras se le habían sumado haciéndolo verse como un hombre mayor.

 

***

 

Dinaro — Castillo de Anakaris, Agyry

 

 

El viaje de regreso fue lento, aunque los asesores del consejo real, de inmediato lo nombraron sucesor de su padre, sabía que tendría que enfrentar no solo toda una ceremonia de coronación, sino también el funeral del rey, la explicación a la nobleza de lo que había sucedido. Por lo que, su primer mandato como rey fue pasar por todas las ciudades asediadas y hacer el recuento de los daños, esto era necesario hacerlo para ayudar al pueblo, además le daba tiempo para procesar los recientes acontecimientos.

 

Siempre supo que su padre no era bueno, pero no imaginaba la magnitud de su perversidad, y aunque durante el año de guerra había descubierto muchas cosas, hasta que Déctor le dijo en su cara como era realmente la situación, no tuvo el valor de enfrentarlas. Siendo tan joven, su hermano lo superaba en temple de una manera que lo sorprendía.

 

Déctor no había oído al rey hablar sobre las tierras de los dragones, como sí lo hizo Dinaro; sin embargo, no tardó en darse cuenta de las motivaciones de su padre. Tampoco había visto el desinterés con el que veía las atrocidades realizadas por los grupos renegados de vampiros, lobos y mimetistas.

 

Dinaro siempre fue apegado con su padre, lo imitaba en todo, buscaba su aprobación constantemente, quería ser el heredero que Leico esperaba. Muchas veces hizo oídos sordos a comentarios maliciosos, o peor aún se había unido a sus malvadas elucubraciones, sin ningún escrúpulo.

 

¿Se convertiría él en la copia fiel del anterior rey? ¿Quería ser igual a su padre? Definitivamente no.

 

— ¿Por qué estás tan distante? — Su esposa Ritha se acercó a abrazarlo por detrás, se encontraban en su alcoba y él se había apoyado contra la ventana observando la nieve.

 

— Nunca me dejes ser como mi padre — murmuró, a ella jamás le había caído bien Leico y todas sus despóticas reglas.

 

— No eres como él, Din — respondió Ritha besando su mejilla.

 

— Haré cambios en el reino, esto no puede volver a suceder.

 

Y así lo hizo. Luego de las respectivas ceremonias, tanto el funeral como la coronación, consideró prioritario restablecer la relación con Déctor, por lo que mandó redactar un edicto real por el cual reconocía la Isla de Itzos, un territorio independiente; y a su hermano, rey del mismo. Aunque tuvo oposición de algunos de los miembros del consejo, los cuales casualmente habían sido muy cercanos a su padre, procedió de la forma en que había decidido y junto a su esposa viajaron hasta Aistara para resolver el asunto.

 

***

 

Déctor — Itzoz, Agyry

 

Déctor se sorprendió al ver a su hermano llegar de improviso y solo, ya que lo esperaba junto con su comitiva unas horas más tarde.




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