Hijas De La Luna

Capitulo 10 Entre Luz Y Sombra

EL ESTALLIDO.

El cielo se abrió en un rugido de energía, iluminando las ruinas con destellos dorados y plateados. De las grietas emergían criaturas deformes: cuerpos retorcidos, ojos rojos, piel cenicienta. No eran ni de la luna ni del sol… eran el eco de algo más antiguo, algo que había esperado la conjunción para escapar.

Luna fue la primera en reaccionar, extendiendo las manos hacia el cielo. Un haz de luz plateada cayó en espiral, envolviendo a varias bestias y desintegrándolas.

—¡No dejen que salgan del círculo! —gritó.

Kael apareció a su lado, con sus cuchillas solares brillando como fuego líquido.

—Tú cúbrelos desde arriba… yo me encargo de destrozarlos de cerca.

Ella le lanzó una mirada dura, pero asintió.

ALMAS ENTRELAZADAS.

Alma, con su serenidad natural, alzó un muro de sombras protectoras alrededor de las demás. Pero una de las criaturas atravesó el escudo, lanzándose sobre ella.

Un destello dorado la apartó a tiempo: Elias, con su lanza ardiente, había llegado justo a salvarla.

—No me debes las gracias todavía —dijo él con arrogancia.

Alma, jadeante, le sonrió con calma.

—Te las daré cuando acabes de ser tan insufrible.

Elias frunció el ceño… pero por primera vez, vaciló.

UN DUELO QUE SE TRANSFORMA.

Estrella blandía una daga bañada en luz lunar, rápida como una centella. A su lado, Soren lanzaba llamaradas que convertían el aire en fuego puro.

Al principio peleaban separados, chocando más entre ellos que contra los monstruos.

—¡Cuidado! —gritó Estrella cuando una bestia estuvo a punto de atraparlo.

Ella lo empujó, y él, sorprendido, usó el impulso para prender fuego al enemigo, destruyéndolo.

Se quedaron unos segundos mirándose, respirando fuerte.

—No está mal para una hija de la noche —admitió él.

Estrella arqueó una ceja, desafiante.

—Y tú tampoco peleas tan mal… para un arrogante de fuego.

EL VÍNCULO MÁS OSCURO.

Violeta, envuelta en sombras que parecían vivas, luchaba con una precisión cruel. Pero una criatura logró sujetarla del cuello, hundiendo sus garras en su piel.

Un brazo fuerte la arrancó de allí en el último segundo. Era Lucan, con su armadura bañada en luz solar. Sus ojos dorados se encontraron con los de ella, oscuros como un eclipse.

—No me malinterpretes —murmuró él mientras destrozaba a la bestia con una fuerza brutal—. No pienso dejar que mueras… no todavía.

Violeta sonrió con ironía, incluso sangrando.

—Qué caballeroso. Aunque juraría que lo dijiste con más odio que cariño.

Lucan no contestó, pero apretó la mandíbula. Por dentro, algo en él se había estremecido.

EL FINAL DE LA BATALLA.

Juntos, los ocho formaron un círculo. Lunas y Soles, luz plateada y dorada entrelazadas, lanzaron un ataque combinado.

La energía estalló en un rugido celestial que arrasó con todas las criaturas.

El silencio volvió a las ruinas… solo quedaba el eco de sus respiraciones agitadas.

—Esto no cambia nada —dijo Kael, limpiando la sangre de su cuchilla.

—No —respondió Luna, con la mirada fija en él—. Pero ahora sabemos que solos… ninguno tiene oportunidad.

Las palabras quedaron suspendidas en el aire. Ninguno lo admitió en voz alta, pero todos comprendieron lo mismo:

Ese enemigo no era ni del sol ni de la luna. Era de ambos.

Y tarde o temprano, tendrían que elegir entre seguir odiándose… o sobrevivir juntos.



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Editado: 22.08.2025

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