Hijo de la oscuridad

Capítulo 3

El calor que se formaba después de una noche helada, era de esperarse a eso de díez a once del día. Las aves animadas cantaban una vieja canción.

Aquella azabache de baja estatura, de cuerpo no muy formado, su piel pálida y ojos ámbar misteriosos. Estaba recorriendo aquel templo. Se había dado cuenta que el templo quedaba en aquella antigua montaña, detrás de un bosque, ese bosque que se rumorea que han habido apariciones de fantasmas.

Habían dos maneras de entrar : la principal era subir unas hermosas pero muy altas escaleras, las cuales llevaban horas subirlas. La segunda era traspasar aquel bosque después de escalar más de una subida, lo cual fue lo que hizo ella en medio de su miedo y desesperación. La parte trasera mostraba un gran barranco, daba miedo de techo.

Era grande el templo, con más de una habitación vacia, sin uso. Aún así siendo un templo, no había a quien rezarle, a ningún dios... Eso fue lo más curioso que encontró. Además de al frente observar el más hermoso lago que halla visto, su color era tan transparente, repletos de patos amarillos y blancos.

Había un sótano, pero estaba trancado, sin llave. Pero en estos momentos se encontraba en esa gigante biblioteca, usualmente repleta de cuentos de hadas para niños. Pero muy al fondo había una estantería completa acerca de magia, de artes oscuras y tenebrosas, de criaturas extrañas e increíbles. Además de haber tres libros cubiertos de cadenas color negro, con cubierta desteñida, uno era verde esmeralda, uno pupura, uno rojo escarlata. Le dió curiosidad de que eran, pero estaban sellados por esas cadenas y el candado, cada candado era diferente. El verde esmeralda tenía una calavera como candado, el rojo escarlata tenía un candado con alas, mientras que el púrpura real tenía un candado en forma de un ojo. Muy extraño, pero decidió ignorarlo y leer el libro de la Cenicienta.

Es la adaptación de los hermanos Grimm, no te gustará- escuchó la voz fría y calculadora de aquel azabache , por lo que se sobresalto y dejó caer el libro delgado de un susto.

Me asustaste - explicó mientras levantaba el libro - creí que tardarías más... Dijiste que comprarías - dijo un poco incómoda, ella aún no se acostumbraba a su rostro inexpresivo.

Ninguna mujer le interesa mi biblioteca ni mucho menos llega hasta al fondo - dijo entonces con una sonrisa - nunca me dijiste tu edad - dijo tomando aquel libro verde esmeralda que le causó intrigada al tenerte ese candado en forma de calavera.

Catorce - expresó abrazando aquel libro delgado - disculpa... ¿Cuando comenzarás a entrenarme? - pregunto tímidamente dejando que sus mechones largos cubrieran su delicado rostro.

¿Cómo esta tu tobillo? - preguntó mirándola con aquella mirada de superioridad que la hacían sentir insegura.

Estoy bien - dijo con timidez - de verdad.

Pareció dudarlo por un segundo, pero sólo la observaba como si fuera un misterio indescifrable.

Ella lo miró por un momento tomando un ligero suspiro - ¿De qué es ese libro? - pregunto entonces.

Magia negra, demonios... Hechiceria prohibida - aseguró con seriedad mientras miraba aquel libro - la habilidad de la chica que encerró a tu familiar - continuó - solo yo tengo la llave.

¿Puedo leerlo? - pregunto entonces - al menos las páginas de las brujas.

Él la miró con tranquilidad tomando un suspiro - si quieres leerlo tienes que preparar tu mente por años para soportar tal información.

¿Porque? - pregunto arqueando una ceja.

Muchas preguntas - dijo severo - pero responderé - comentó con fastidió - porque tu mente es el de una adolescente... No sabés ni que chico te gusta, no sabrás jamás ni nunca cual es el camino correcto... Sólo serás una presa para demonios, te lavaran el cerebro y terminarás siendo el portal de ellos. Entonces tendré que matarte si sucede - concluyó entonces.

Ella tragó grueso mientras un leve sudor corría su cien.

Ven a entrenar - dijo dándole la espalda para caminar. Era extraño, nunca sabía lo que iba hacer, así que simplemente lo siguió hasta llegar a el patio del templo, dejando que sus pulmones se llenaran de un aire puro muy fresco.

Entonces observó a aquella hermosa pero odiosa pelirroja. No desaprovechaba el momento para humillar su falta de conocimiento. Pero a su lado vió a aquel amable hombre de cabello largo, de un negro opaco a diferencia del chico que ahora era su maestro, su ojos si eran de un negro brillante pero parecían dos pozos sin fondo, su mirada era amable pero vacía... Completamente vacía. Estaba vestido con camisa blanca y pantalones ocre. Notó que prefiera prendas blancas.

Hola - le saludo con ánimos y gran amabilidad - mi alumna Zoey dijo algunas cosas de ti.

¿Alumna? - pregunto sorprendida .

Así es - aclaró muy animadamente - ella es mi alumna, está entrenando para ser bruja ancestral ¿No es genial? - pregunto con entusiasmo dejando ver sus dientes algo amarillentos pero no de un amarillo desagradable.

Aquella pelirroja solo tenía los brazos cruzados mirándola cómo si fuera una astilla en la pata - permanecen juntos por lo que veo - se quejó entonces.

Él hombre de ojos azules frunció el entrecejo ligeramente - no seas idiota - dijo finalmente mostrando su rostro Tranquilo - es solo una niña - comentó finamente para mirar a la chica con tranquilidad - Raven ¿Cierto?  - le pregunto con tranquilidad. Ella sólo asintió - te enseñaré mis técnicas, así lograrás objetivo... Pero no te aseguro que podrás ganar o vivir de esta - dijo con seriedad - aún puedes retirarte. Debés saber que serás cómo una antigua espadachín, no puedes dejarlo a medio plazo, ni dejar de ser uno cuando ya lo seas... Tus manos estarán para siempre manchadas... Yo tendré que corromper tu alma pura ¿Comprendes? - su mirada fría, su semblante tranquilo.

Estoy dispuesta - aseguró.

¿Qué tanto? - pregunto.

Lo suficientemente - susurró dejando que sus mechones cubrieran su rostro.




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