Solomon temía perder su oportunidad, nada detuvo a la flecha, está paso por un lado de los guerreros, golpeando a Erina por encima del pecho, la guerrera se detuvo todos se mantuvieron a la expectativa de la caída del último miembro del grupo de Eastwood, pero no ocurrió ella se mantenía en pie y contraataco atizándole un tajo a Emil de forma ascendente, al mismo tiempo le atina a darle con su arma en la pierna izquierda, derribándola en el acto.
—¡Esto se acabó! ¡Ni siquiera el castillo seguirá en pie tras esto! — El Barón Emil alzo su lucero del alba resplandeciente con ambas manos, estando frente al castillo.
Un agudo dolor en su vientre le aquejo inesperadamente, fue Solomon quien lo apuñaló con su daga, Cilan no lo vio venir, tan solo dejo caer su arco y fue en auxilio a su amigo, quien caía al suelo sin entender el motivo del golpe bajo.
—Has hecho suficiente — le dijo al dejarlo en el suelo con sus propias manos, el Barón realmente no podía entenderlo.
Erina intentaba volver a ponerse de pie, sin éxito alguno, Solomon se colocó frente a ella, sacando la flauta con grabados.
—Madre es hora que puedas descansar en paz -— vocifero, para enseguida tocar la flauta.
Hace cinco años atrás Solomon junto Alexis tuvieron una misión de traer la cabeza de la bruja de los lamentos, debido a su atrevimiento por embrujar a un noble; al llegar al pie de la montaña los esperaba un gran grupo de criaturas.
—Que grotescas son las quimeras, meras bestias que fueron torturadas por la magia — era claro el desagradó de Solomon, quien fue a atravesar la multitud de seres anormales.
Con su espada cortaba los brazos llenos de bultos antinaturales, las colas de las bestias sujetaron al guerrero, quien no imagino dicha situación, siendo llevado al suelo de un tirón, al instante pudo sentir la irá y la frustración de las bestias, quienes odiaban su actual situación, un criatura rosada de grandes piernas delanteras, pero diminutas piernas se arrojó sobre un Solomon de larga melena, la deforme criatura contaba con un cráneo enorme, la cual era constituida por unas fauces anómala, sus dientes amarillentos rasgaban las cota del guerrero, este intentaba llegar a la daga en su cintura, al haber perdido su espada en la caída.
—¡Resiste! — escucho la voz de Alexis, quien salto sobre la quimera, enterrándole su arma en la espalda.
El monstruo cayó sobre las piernas de Solomon inmovilizándolo, Alexis quedó solo rodeado de las demás quimeras quiénes deseaban descargar sus frustraciones en él, sin dudar el guerrero cegó a una de las bestias de un tajo y con su otra mano arrojó una daga contra otro deforme de aspecto escamoso, el aventurero de Ardemis aportaba su ayuda cercenando piernas sorpresivamente, brindándole una oportunidad más de continuar a su protegido, pero más cadáveres caían sobre Solomon limitando más sus movimientos, he incluso ponerse de pie, cosa que Alexis se percató.
—¡Mi señor manténganse abajo, yo me encargaré de todos ellos por usted, le dejaré el camino libre! — recibió un zarpazo por la espalda apenas lo dijo, pero dio una patada para apartarlo de él y con una oscilación de su espada decapitó a la bestia.
Recibió otro zarpazo ahora en su brazo izquierdo, Alexis pudo ver a los últimas cinco quimeras, uno de ellos le sujeto de la pierna derecha para llevarlo al piso como su maestro, pero fue más rápido el guerrero quien le cortó el brazo al momento de sentir sus garras.
—¡Debo demostrar que soy digno de estar a su lado! ¡Debe saber usted que no alimento a un vago inútil! — un garra se aproximaba al rostro de Alexis, su espada la corto con tiempo, pero recibió otro golpe en su espalda.
Su arma goteaba sangre, su filo se perdió entre tantos cortes de huesos, la sangre no hacía otra cosa que empeorar el estado de la espada, al verlo el guerrero la tiro, sacando dos dagas, Solomon forcejeaba con los cuerpos carentes de vida sobre el, liberando únicamente su brazo derecho, sintiendo una gran desesperación, la cual se desvaneció al ver cómo Alexis era capaz de evadir los golpes de las criaturas y usar sus dagas al mismo tiempo, era tan armónico sus movimientos que Solomon quedó hipnotizado, cada acción era precisa, eludía las zarpas para enseguida dañar la extremidad con sus dagas, volviendo los golpes enemigos más torpes y lentos, ninguno de sus pasos era innecesario, todo era justo y exacto.
—Realmente has crecido — musitó, pero el momento de alivio desapareció, al ver a una bestia con aspecto a un tigre humanoide asechaba.
—¡Alexis! ¡Existe una sexta bestia! ¡Ten cuidado con ella! — vociferaba a todo pulmón.
La concentración del guerrero no le permita ver más allá de las quimeras alrededor, menos escuchar la importante advertencia.
—¡Si esto sigue así será devorado! — la feroz criatura esperaba el momento oportuno.
El guerrero se agacha evitando otro golpe de sus salvajes enemigos, para apuñalar a su agresor en el costado un par de veces, consiguiendo que retrocediera, el monstruo escamoso se arrojó sobre Alexis, quien se dejó caer para usar la misma fuerza empleada tirándolo al suelo con sus piernas y quedando sobre el, al haberlo tomado por sorpresa le facilito abrirle la garganta con su daga, al levantar la mirada se encontró con unas fauces listas para destrozar su cráneo, sin más opción pone su brazo izquierdo, los filosos dientes atravesaron si piel con facilidad, el protegido de Solomon apretaba los dientes aguantando el dolor, pero sabía que no sería por mucho, ya que su daga volvía a degollar al enemigo, la batalla no terminaba allí, una bestia con cabeza de león y cuernos de toro sujeto con sus garras el rostro de Alexis, exponiendo su cuello, trayendo a la quimera su antiguo instinto depredador.
—Tonto felino — musitó el guerrero, quien volvió a abrir el cuello de su adversario, el cual intentaba parar la hemorragia con sus garras, sin éxito.