Hilos del destino

1.

Capítulo 1

Ojos color Sol, cabello color oro

«Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper»

Recuerdo curiosamente la frase que el cantinero aquella noche me había dirigido mientras servía mi trago número 10 – no se preocupe señorita que así como el amor hace pasar el tiempo el mismo tiempo hace pasar el amor. Supongo que el pobre hombre sintió pena por mi estado, y es que a decir verdad hasta yo hubiese sentido pena porque me encontraba destruida, totalmente irreconocible

– Bah! Tontería, no bebo por amor o despecho, bebo porque soy una adicta al alcohol, a la tequila para ser exacta, en realidad en mi vida solo somos ella y yo- Grite fuertemente mientras levantaba la cabeza de la barra y me iba al encuentro de mi trago de tequila que deseoso y provocativamente esperaba por mí, pero antes de hacer realidad el acto de hacernos uno, puse en mi boca un poco de sal para luego beber mi trago rápidamente, tan rápido que pude sentir su amargo sabor quemando como un rayo mi garganta. Acto seguido dirigí nuevamente mi mirada al cantinero y balbuceé- Me da otro trago por favor?- solicite mientras que retomaba la misma posición.

-¿Otro señorita? – Pregunto el hombre sorprendido al mismo tiempo que me miraba con preocupación-

A decir verdad su indiscreción ya me estaba sacando de quicio. Si estaba en la fiesta detrás de esa barra sirviendo tragos es porque se le había contratado para eso ¿por qué no se dedicaba entonces a servirme mis tragos sin emitir opiniones, ni comentarios al respecto?

Indignada levante nuevamente la cabeza de la mesa y trate de sentarme erguida en la silla pero en el proceso tambalee un poco por la sencilla razón de que extrañamente todo a mi alrededor daba vueltas, muchas vueltas. Me quede mirando por un par de minutos todo en cámara lenta y después de unos segundos más intente recuperar la compostura. Entonces mi perdida mirada se transformo en una mirada una furtiva dedicada solo a él para entonces le dedique también algunas palabras…

– Puede dedicarse a realizar su trabajo, SI YO LE DIGO QUEEE ME SIRVAA UN TRAGO, usted me sirve el trago, o sea me lo da! Lo coloca aquí en esta linda mesita para que entonces yo pueda agarrarlo, sostenerlo en mis manos llevarlo a mi boca y hacernos uno, ¡HACERNOS UNO! ¿ENTIENDE?- grite nuevamente, pero esta vez con más fuerzas llamando la atención de mucho de los presentes en el lugar, entre ellos mi padre quien furioso se levantaba de su asiento y junto a la vieja bruja de su nueva esposa se acercaban al lugar donde yo me encontraba viviendo la parte que me tocaba de esta boda de ensueño.

- ¿Anabelle qué es lo que se supones estás haciendo?- Pregunto mi padre molesto mientras dirigía una mirada fulminante hacia mí-

-Pues bebiendo papá ¿acaso no es obvio?- dije mientras me reía como una idiota y al instante levantaba el trago y luego lo bebía rápidamente-

-¡Eso ya lo sé Anabelle! ¿Podrías tener un poco de respeto hacia mí? Es la celebración de mi boda y tú con estos espectáculos la estas arruinando! Todo el mundo habla de ti en la fiesta, todo el mundo comenta que mi hija es una borracha maleducada…- Respondió enojado mientras me tomaba del brazo y me levantaba de la silla de golpe.

- Pero papito mío por que te enojas yo nunca he conocido una borracha educada, en su mayoría siempre dicen cosas desagradables y hasta vomitan… Por mi parte diría que tengo un punto a mi favor, aun no he vomitado- dije sarcásticamente mientras el continuaba apretándome fuerte el brazo y mirándome con desaprobación.

La verdad era que estaba lo suficientemente enojada con el como para armar un verdadero espectáculo, no obstante la realidad es que también me encontraba muy mareada y eso me impedía hacerlo, o eso pensé yo hasta que la vieja bruja se entrometió en nuestra hasta ahora pacifica conversación. Para que sepan esta mujer es todo un espanto, ella piensa que a punta de votox va ocultar los casi 100 años que tiene, y debo decir que eso no es todo pues para completar tiene la nariz mas torcida que la torre de pisa y los senos mas caídos que las torres gemelas. A decir verdad no se que estaba pensando mi padre cuando se fijo en ella, si no lo conociera tanto diría que se caso con ella por su fortuna, pero ella no tiene tanto dinero y nosotros tampoco vivimos tan mal como para hacer semejante sacrificio. El hecho es que ahora era su esposa y tendría que vivir con ella, incluso nada mas el simple hecho de que mi padre insistía en que la llamara madre hacia que de pronto me diera muchas ganas de vomitar.

-Ya cariño cálmate estas cayendo en su juego, Anabelle ha demostrado ser extremadamente caprichosa y malcriada, creo que el hecho de que creció si una madre hizo que fueras muy condescendiente con ella y por eso es como es, pero ahora que me tiene a mi comenzara a comportarse como la señorita que es- dijo eufórica mientras me retaba con la mirada

- ¡Ja! ¿Crees que por que te casaste con mi padre ya eso te convierte en mi madre? No seas ilusa por favor, quiero que te quede algo bien claro: TÚ NUNCA VAS A SER MI MADRE ¿OK?- Respondí al mismo tiempo que me soltaba bruscamente de las manos de mi padre y comenzaba a caminar muy mareada entre las mesas de los invitados que cotilleaban en voz baja. Sin embargo un brazo fuerte me detuvo, era mi padre quien me había perseguido y no tardo mucho en alcanzarme.

- ¡Anabelle!- dijo con voz muy seria-

- ¿Ahora qué quieres?- conteste cortante-

- Yo quiero muchas cosas, entre ellas que te comportes de una vez ¿ Crees que tienes 5 años? ¿Crees que debo aguantarme tus berrinches? La respuesta a todo eso es ¡NOO! El padre aquí soy y harás lo que yo te diga. Punto- contestó con voz autoritaria frunciendo las cejas. Podía ver fuego en su mirada, estaba tan enojado que la vena de su cuello se le marcaba, y sus manos, sus manos estaban calientes y apretaban con fuerza mi brazo derecho con tanta fuerza que estoy segura que su manos quedarían marcada en mi blanca piel. Confieso que tenía mucho miedo, no había visto a mi padre así desde aquel día… Y a pesar de que no dije ni una palabra le sostuve la mirada. Mis grandes ojos azul cielo le miraban fijamente.




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