Hilos del destino

20

Capítulo 20

Skay

Ver a Roma fue un golpe realmente bajo para mí. Todas las emociones que sentía reprimidas se descongelaron en un segundo y con un simple abrazo.

—Desee tanto este momento, lo manifesté tantas veces hasta que se hizo realidad. Te extrañe muchísimo — ella me libera del abrazo y sorpresivamente me besa.

Extrañaba sus besos, la extrañaba a ella, pero no podemos estar juntos, su familia jamás lo permitiría, Menos ahora que Mike B está libre. Además Martha Dash ha cruzado la línea, se me revuelve el estómago de recordar lo que minutos antes paso en el estudio de artes de su madre. —Roma, no— la apartó de la forma más sutil que encuentro.

—¿Pero por que sucede? ¡¿Acaso me has olvidado!?— su enorme sonrisa se le desdibuja del rostro. Luego un montón de lágrimas aparecen en un santiamén.

Me arrepiento de haber sido tan débil. Debí buscar la manera de safarme de Martha Dash. Pero terminé enredado con ella porque Emma sigue siendo lo más importante para mí.

—Eres joven, bonita e inteligente. No soy el chico adecuado para tí. Ya encontrarás alguien que merezca tu amor. — Estoy consciente de que mis palabras son pasivo- agresivas. Espero que sean suficientes para que entienda que no puedo estar con ella, y que no insista más

—No quiero a nadie más, te amo solo a tí Skay — ella intenta abrazarme, la alejo. Tomo su maleta y le doy la espalda. No quiero verla llorar, me ablandará el corazón si no soy firme.

—¿Te has enamorado de otra persona?— agrega caminando rápidamente para alcanzarme. Se para frente a mí, su cabellera rubia está despeinada y sus ojos grises están más opacos que de costumbre. —¡Mírame! ¡Dime que no me amas!— vuelve a intentar besarme. La apartó nuevamente mientras maldigo mi mala suerte...

—NO TE AMO— Le grito. Necesito que se alejé de mi, prefiero que sufra un desamor, a qué quedé atrapada en mi red de desgracias.

—Hablare con mis padres, no tienes que tener miedo — insistió. Roma me conocía bien, tendría que decirle algo que fuera creíble.

— Conocí a otra chica...— dije otra mentira

Todos a nuestro alrededor nos miran, estamos dando una escena espantosa. Puedo ver la decepción en su rostro.

—Bien, gracias por la honestidad volveré en taxi —Apenas y le escuchó.

—No, tu madre dijo que te lleve a casa. Y no puedo desobedecer— le abro la puerta del auto.

—No me importa — ella se cruza de brazos. Está conteniendo las ganas de llorar.

—tendre problemas... ¡por favor!— le suplico. Roma deja escapar un suspiro.

—Como odio lo mucho que te amo...— agrega subiendose al auto.

El resto del camino es una agonía total... La escuchó sollozar durante todo el viaje...

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Anabelle

Estoy desorientada, salgo de clases sin rumbo fijo. Recordar lo que pasó con el profesor Grey me ha descolocado totalmente. Quiero huir, al punto de que quiero irme a Londres.

— Anabelle — Una voz ronca irrumpe entré el bullicio de los pasillos. Alzó la mirada y me doy cuenta de que el Monstruo está parando frente a mí. Me quedo de piedra, paralizada sin decir ni una palabra. —Veras, he llevado nuestro caso a dirección por si se te ocurre intentar escapar—

—Voy a contarles la verdad...— Intento ocultar el miedo que tengo, pero no puedo evitar. Las manos me tiemblan, al igual que los pies.

—Nadie va a creer en ti, se tu secreto, y se lo que pasó en Londres con Adams Lee, ¿Ya te olvidaste ?— Sus palabras me atravesaron como un puñal... ¿Como mierda se había enterado de Adams Lee? ¿Me había investigado? ¿Acaso le conocía?

Mi nivel de estrés llego a su punto máximo. Era como si mi alma se me hubiese escapado del cuerpo. El nombre de Adams Lee destapo una caja de Pandora, un problema enterrad que si salía a la luz, me hundiría en el hueco más profundo del planeta.

—Muy bien Anabelle, así me gusta. En silencio y obediente— El profesor Grey musitó en voz baja luego me tomo del brazo y me arrastro hasta que quedara delante de él — Camina donde pueda verte y muy rápido—

—¿A donde Vamos?— pregunté nerviosa.

— No te angusties iremos a mi despacho. — agregó y yo obedecí.

Sabía lo que iba a pasar, y rogaba a Dios porque apareciera alguien y me ayudará. Pero nadie apareció, toda la escuela estaba emocionada por el partido, desde profesores a alumnos estaban todos en el campo de juegos. Ese día el Monstruo volvió a salirse con la suya y yo no pude hacer nada...

—De ahora en adelante nos veremos todos los viernes aquí. Tendrás clases extraescolares que subirán tus notas. Yo estaré complacido con tu compañía, también de ayudarte, guardaré tu secreto Annie...— el tocó mi cara con sus asquerosas manos, me aparte bruscamente. — No,no,no Ann, no te pongas así... no me gustan las chicas desobedientes — me toma del cuello en forma de amenaza. Vuelvo a temblar... Quiero salir de ese infierno. Tengo miedo.

—Lo siento, me portaré bien — apenas puedo hablar. El sonríe y luego me suelta.

—disfruta del partido Ann— abre la puerta para dejarme salir.

Corro en dirección al campo de juegos lo más rápido que puedo, el Monstruo me persigue divertido, mientras yo temblando, con el corazón acelerado. No miro a los lados. Y me tropiezo en la entrada con alguien. Caigo al suelo.

—Lo siento — me disculpo

—¡Pero Anabelle! ¿Por qué corres como una cabra desquiciada?— Leticia grita furiosa. Me alegro de verla aunque sea ella—¡AL MENOS MIRA A LOS LADOS!— Me grita. Yo miro al los lados, el monstruo no está. Suelto el aire y repentinamente las lágrimas comienzan desbordarse. —¿Pero que te pasa niña? ¿Te has roto algo?— Leticia está preocupada, y eso ya significa que éstoy muy mal.

No quisiera que ella me viera así, quiero calmarme, pero no lo consigo. Estoy muy alterada. Mi cuerpo no me responde, lloro, lloro, y lloro.

—¡¿Anabelle?! ¿ Que sucede?— Leticia vuelve a preguntarme. El profesor Grey aparece de la nada.




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