Capítulo 9 — El Último Hilo

La fuerza oscura que emergió del pasado de Kael era más poderosa de lo que habían imaginado. Cada movimiento suyo absorbía fragmentos de la Fuente Lúmina, alimentándose del vínculo entre Aria y Kael. Las criaturas formadas por hilos rotos rodeaban el campo de batalla, devorando cualquier energía que quedara sin control.
—¡Aria, mantén los hilos estables! —gritó Kael mientras lanzaba una onda de energía azul para contener un ataque de sombras que venían del suelo.
Aria extendió sus manos, los hilos dorados y plateados surgiendo en remolinos que atrapaban a las criaturas, pero el esfuerzo la agotaba. Su pecho dolía con cada fragmento de emociones que absorbía, sintiendo la desesperación y el miedo de la ciudad como si fueran propios.
—No puedo… mantenerlos todos —jadeó, tambaleándose.
—No estás sola —dijo Kael, tomando su mano y fusionando su energía con la de ella—. Cada hilo nuestro combinado es más fuerte que cualquier sombra.
El enemigo lanzó un último ataque masivo, oscureciendo el cielo y sacudiendo el Reino Bajo el Velo. Kael se lanzó al frente para proteger a Aria, y un pulso de energía los envolvió a ambos, mezclando sus hilos y esencias en un flujo luminoso que explotó en un resplandor cegador.
Cuando la luz se disipó, la sombra había sido destruida, y la Fuente Lúmina brillaba con intensidad pura, restaurada y tranquila. Kael y Aria yacían juntos, exhaustos pero vivos, sus manos aún entrelazadas, el vínculo más fuerte que nunca.
—Lo logramos… —susurró Aria, sintiendo cada latido de Kael como propio.
—Sí… juntos —respondió Kael, rozando su frente contra la de ella, y por primera vez en días, la calma inundó sus corazones.