Historia de una Cantante

CAPÍTULO 1: SOY SOFÍA FE

Heme aquí, plantada con la firmeza y la dignidad en cada trazo de mi semblante. Una sonrisa se abre paso, reflejando la emoción que brilla en mis ojos color miel, y que me envuelve por completo. Permítanme presentarme, soy Sofía Victoria Fernández Acuña, hija de Paco y Magdalena, que Dios los tenga en su santa gloria. En el firmamento de las estrellas del espectáculo, soy conocida como Sofía Fe y la coincidencia no es casual: Fe no solo compone las dos primeras letras de mi apellido, sino que también encapsula mi esencia. El poder de la fe, que ha sido mi brújula, guiándome a través de tempestades y adversidades, llevándome hasta este pináculo de éxito en el cual me hallo hoy y donde aspiro permanecer hasta el ocaso de mis días.

Me hallo en un escenario grandioso, envuelto por una cúpula de luces resplandecientes que irradian en la oscuridad de la noche. El escenario mismo es un espectáculo, con luces de todos los colores entrelazándose en un hipnótico baile sobre el público. Las pantallas gigantes capturan cada detalle, cada gesto, cada sonrisa. El sonido de la música y las voces se funden en el aire, creando una atmósfera mágica que convierte este instante en algo eterno.

Frente a mí, se extiende una multitud de más de cincuenta mil almas, cada una vibrando en sintonía con este momento compartido. El eco de los aplausos reverbera en el inmenso recinto, tejiendo una sinfonía de apoyo que me inunda de energía.

Sumergida en esta atmósfera vibrante y cargada de emociones, me percato de que cada paso en mi trayecto ha merecido la pena. Este momento es el fruto de la perseverancia, el esfuerzo inquebrantable y, ante todo, de una fe constante.

Con el micrófono en mi mano derecha, mi voz se eleva clara y firme, rebosante de toda mi gratitud y una gran emoción contenida.

—¡Buenas noches, amado público!— pronuncio, luchando por contener las lágrimas que pugnan por salir. —Las palabras no bastan para describir lo que siento en este instante. Verlos a todos aquí, brindándome su apoyo, supera mis más grandes sueños—.

Una oleada de aplausos y vítores llena el aire, creando un estruendo ensordecedor que, sin embargo, me toca profundamente el corazón.

—Quiero compartir con ustedes mi historia— continúo, mi voz tiembla ligeramente. —Mi vida no ha sido fácil. Hubo momentos oscuros, desafíos que parecían insuperables. Pero siempre tuve fe. Fe en mí misma, fe en mis sueños, y fe en ustedes, mi público, que son el motor que me impulsa a seguir adelante—.

Me detengo por un instante, permitiendo que mis palabras se infiltren en la multitud y encuentren su eco en cada corazón presente.

—Gracias a ustedes, hoy estoy aquí. Gracias a su apoyo incondicional, he logrado llegar a la cima. Prometo seguir esforzándome, seguir dando lo mejor de mí, para que juntos podamos continuar este increíble viaje—.

La multitud irrumpe en un estruendo atronador, y no puedo evitar que un nudo de emoción se forme en mi garganta.

De repente, los primeros acordes de la que considero mi mejor canción llenan el aire. Es una melodía nacida en uno de los momentos más difíciles de mi vida, y encarna todo mi valor. Con cada nota, los aplausos del público se multiplican, pues ya la han reconocido. La presento con una dedicatoria sentida y, con un fervor sin precedentes, comienzo a cantar “Mi Fe” como nunca antes lo había hecho…

En cada sombra oscura encontré mi luz,

mi fe me sostuvo cuando el alma perdí,

tu amor fue el faro en la tormenta gris,

mi fe, tu amor, mi razón de vivir…

Dos horas antes de este instante mágico, me encontraba en mi camerino, ensayando y preparando mi voz. De repente, el timbre de mi teléfono celular interrumpió mi tranquilidad. Al mirar la pantalla, reconocí el nombre de Antonio, mi manager, mi mano derecha, y un amigo entrañable.

—¡Antonio, qué sorpresa! —respondí al contestar la llamada.

—Sofía, no vas a creer esto— dijo Antonio, con una emoción palpable en su voz. —Acabo de recibir una llamada de una productora cinematográfica muy importante. Quieren hacer una película sobre tu vida, Sofía.

El corazón me dio un vuelco de emoción y asombro.

—¿Una película sobre mi vida? —repetí, intentando asimilar la magnitud de la noticia.

—Sí, exactamente— confirmó Antonio. —Pero hay algo más. La periodista Linda Roma, sí, la famosa Linda Roma, quiere entrevistarte para preparar el guión. Este es un gran paso, Sofía.

Sentí cómo la emoción me invadía por completo, mezclándose con una oleada de gratitud y nerviosismo.

—Esto es increíble, Antonio— dije con la voz temblorosa. —Estoy lista para ello. Acepto la entrevista y todo lo que venga con ella.

—Sabía que dirías eso— respondió Antonio, con una risa cálida. —Voy a coordinar los detalles y te mantendré al tanto. Prepárate, Sofía, el mundo está a punto de conocer tu historia.

—Gracias, Antonio— murmuré, sintiendo una renovada fuerza interior. —Nos vemos pronto.

Colgué el teléfono, permitiendo que la inmensidad de la noticia calara hondo en mi corazón. Una película sobre mi vida. Debo haber hecho algo verdaderamente significativo para que Dios me concediera una bendición tan magnífica. Justo en ese instante, Iván, mi maquillador y estilista de confianza, irrumpió en mi oasis de alegría para obrar su magia y transformar a Sofía Fernández en Sofía Fe.




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