Historia De Una Prostituta

VERDADES CRUDAS

Sentí la respiración de Iván en mi rostro, poco a poco abrí los ojos, estaba recargada en el pecho cálido de aquel joven. Sonreí para mí, lo pasado la noche anterior nunca me lo hubiera imaginado, en cuestión de minutos me deje llevar por un sinfín de hormonas locas que Rafael había provocado, me moví zafándome de los brazos de Iván.

-¿Qué hora es?

-Tarde –respondió con una sonrisa

-¿Qué tan tarde?

-Siete treinta

-No es tan tarde, entonces –me senté en la cama y medio arregle mi cabello alborotado

-Para mí sí lo es, contemplando que mi hora de entrada es a las ocho de la mañana

-¿Es enserio?

-Sí, lo es.

-¿Y qué esperas?

-Estaba observando como dormías, parecías tan indefensa.

-¿Parecía?

-Sí, efectivamente, parecías; por que anoche me quedo claro que no lo eres

Solté una carcajada, eso sí que no me lo esperaba. Yo nunca me caractericé por una mujer fuerte, es más cuan más desapercibida pasará, para mí era mucho mejor.

-Es hora de que nos vayamos, tengo que ir a la oficina a platicar con mi otro jefe ¿Quieres darte un baño? –le dije vivazmente, había sido una buena noche de sexo, qué más daba terminarla con un baño, eso no cambiaría nada.

-¡Claro! –y una sonrisa se le dibujo en el rostro, me mordí el labio.

La ducha termino sin nada más que algunos cuantos besos y el toque de nuestros cuerpos. Nos cambiamos de inmediato, contemplando que ya no teníamos tiempo que perder. Subimos a mi auto y esta vez maneje yo.

-Discúlpame por lo de anoche, la verdad es que no esperaba encontrarte ahí, hace muchos años que frecuento ese lugar y jamás te vi, además que tampoco estaba planeada esa asistencia –suspire

-¿Lo amas?

Esa pregunta me saco de mis pensamientos, claro que lo amaba, qué le hacía pensar que no era así. Rafael era el hombre de mi vida, fue él quien me hizo mujer, literalmente. Todo lo habido y por haber él me lo había enseñado.

-Creo que lo ame hace algún tiempo, pero… ahora ya no importa

-¿Quién era él? ¿Dónde lo conociste?

-Su nombre es Rafael, fue mi profesor de historia del periodismo y obviamente lo conocí en la universidad

-Mmmm ya, entiendo; el típico profesor que enamora a una chica y se convierte en todo un patán

-Mmmm, no, no lo creo.

-Seguramente te mintió, te dijo que te amaba, que estaba soltero, y demás.

-Te equivocas

-¿Perdón?

-Él nunca me mintió en nada, yo sabía desde el principio que él era un hombre casado, con dos hijos, y que yo solo le atraía sexualmente.

-¿Enserio?

-Sí, pero yo estaba enamorada de él, desde el principio –él sonrió ligeramente

-¿Podría dejarme en la siguiente esquina, señorita? –y volvió a sonreír

-¿Y eso? –Dije algo desconcertada- ¿Qué no vas para el hospital?

-Sí, pero debo pasar a casa con mis padres y por mi auto

-Mmmm ya, entendido -busque un lugar donde estacionarme y lo voltee a ver, era un varón atractivo y anoche estuvo conmigo, sonreí para mí misma. Eso me alegraba, no soy de tipo de mujer que se acuesta con varones del calibre de él.

-¿Te veré por la tarde?

-Sí, seguro que sí, no puedo faltar o mi jefe me mataría –le sonreí

-Antes de irme debo decirte algo –suspiro –Ayer, justamente ayer hice un trato con Anet, sentí una gran necesidad de hacerte mía a consecuencia de una plática que escuche que tuviste con el anciano al que cuidas, pensé, dado tu aspecto que no habías tenido sexo con nadie, lo cual evidentemente me equivoque, no quiero que pienses que….

Algo así me imaginaba, estaba casi segura de eso, no me importaba; puse mi mano en sus labios haciendo que callara.

-Ya lo sabía, lo supe desde el momento de tu insistencia para salir a tomar algo; desde que tengo 15 he visto como los hombres siempre van detrás las mujeres más exuberantes a las que somos como yo siempre se acercan a menos que ganen algo, no tienes por qué preocuparte, y de verdad agradezco este acto de valentía al decírmelo. –Le sonreí –Andando, que llegaras más tarde de lo que ya ibas a llegar y al final ¿podremos ser amigos, cierto?

Él sonrío, y asintió con un leve movimiento, se acercó y me dio un ligero beso, cálido y con sabor a más.

-Pues entonces, nos vemos más tarde

-¿De verdad no quieres que te acerque al hospital?

-No, para nada. Todo está bien así, la casa esta unos metros más hacia dentro y me llevaré mi coche, ¿comemos juntos?




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