Historia que caben en el bolsillo

La mujer que corría hacia la tormenta

Me encontraba en una playa. Sentado bajo una gran palmera de coco. Podía observar cómo la luna rielaba sobre la superficie del mar; y noté cómo el aire era fresco e intranquilo. Por alguna extraña razón, el viento tenía un delicioso olor a vino de uva y su toque se sentía como una delicada caricia. Al observar el cielo, este tenía una hermosa claridad, y las estrellas parecían que danzaban en forma circular alrededor de la luna. De la misma manera en que las tribus danzaban alrededor del fuego para agradecer a sus dioses.

Miré de un lado para el otro, y me percaté que a excepción de la extraña mujer sentada a mi lado; la playa estaba desierta. También noté que no existía el sonido. Sus labios se movían, y sus ojos destilaban emoción, pero yo no escucha sonido alguno. «¿Me está hablando a mí?», me pregunté. Pero así de rápido como vino ese pensamiento, con esa misma rapidez se esfumo.

Mientras observaba a la mujer a mi lado, me percaté que tenia un hermoso cabello ondulado peinado con una coleta; en el cual se vislumbraban algunas canas brillando como hilos de plata. Bajé mi mirada con lentitud y recorrí el contorno de su mandíbula. Observe sus labios, pintados con un sutil color violeta. Tenía un vestido blanco de tirantes, con un escote en v que escondía su delgado pecho. Y a través de ese delgado vestido podía observar sus pezones duros por el frío. Pero su rostro era borroso, como si estuviera cubierto por un velo invisible, impidiendo que lo detallara con claridad.

Sin mediar aviso, el viento enfureció. Y comenzó a caer una fuerte llovizna. Al observar el océano se podía visualizar grandes nubes de tormenta eléctrica, y cómo se formaba una inmensa montaña de agua que se dirigía a la orilla. Era tan grande que sería capaz de hundir a todo avión que estuviera volando por ese espacio aéreo.

Sin control alguno de mi cuerpo, este se levantó y comenzó a correr alejándose de la playa. Al voltear la mirada, vi cómo la mujer estaba corriendo hacia el mar. Como no podía usar mi voz para hablarle, usé mi alma, y hablé con la suya.

—¡Mujer ¿estás loca?! ¿Qué haces corriendo hacia la tormenta? ¿Acaso deseas morir?

—No, no deseo morir. Pero tu ego a hecho que corras solo hacia tu casa al sur, y es por eso que yo corro hacia el norte.

Al alejarse, su silueta se convirtió en un punto blanco que se perdía entre las inmensas olas del mar, desvaneciéndose para siempre. Y me desperté.

Las lágrimas corrían por mis sienes, y en mi pecho sentía un ligero dolor.

Ella dijo que se dirigía hacia la tormenta porque mi ego me hacía correr solo a casa. Al hacer un paralelismo con la mujer real, por fin lo entendí. Todo lo que yo pensaba estaba errado. Obligándome a ser racional, me había resignado a creer que sus sentimientos por mí simplemente se habían enfriado. Sin embargo, por terquedad aún guardaba la esperanza de que en el fondo de su corazón se encontrara una chispa de sentimiento por mí.

Pero el sueño es una extensión de mis emociones, así que: ¿significa este sueño que en el fondo de mi corazón, sabía que fui yo el primero en perder mi afecto hacia ella, por eso no tuvo más remedio que alejarse aunque le doliera?

No entiendo por qué muchos sueños tienen que ser tan crípticos. Pero sus emociones y palabras en el sueño era las que yo le había otorgado. Eran mías. Así que aunque quisiera buscar alguna excusa para consolarme no podría.

Al entender eso me sentí destrozado.




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