Historias Cortas

ISLA DE PAZ

Imagina un lugar completamente en blanco. Un vacío eterno, interminable e infinito en el que estas tú y nadie más. No hay ni un solo sonido mas que el de tu respiración y tus latidos. Pero contrario a lo que creíste, no tienes miedo. De hecho, no sientes otra cosa que no sea paz. Una tranquilidad que domina cada fibra de tu cuerpo y te hace sentir relajada. Ninguna preocupación invade tu mente. No tienes ni un solo sentimiento negativo. Por primera vez sientes que eres tu misma, que puedes ver en tu interior como nunca antes. No hay nadie que pueda juzgarte, lastimarte o siquiera mirarte. Cierras los ojos y respiras hondo. Disfrutas del aire fresco entrando en tus pulmones y llenándote de calma. Te quedas así por unos minutos que sientes que son los mejores de tu vida.

De repente oyes algo a lo lejos, pero en lugar de abrir los ojos esperas a que ese sonido se acerque. Minutos después puedes distinguir perfectamente el sonido de unas gaviotas volando por encima de tu cabeza y sin darte cuenta también oyes el sonido de agua moviéndose. De olas yendo y viniendo.

Por fin abres los ojos y ves una inmensa extensión de agua frente a ti. Bajas la mirada al sentir que algunas pequeñas olas mojan tus pies y hacen que te hundas un poco en la arena. La temperatura del agua es perfecta. Se siente increíblemente bien y eso te lleva a suspirar y sonreír de manera casi inconsciente. Jamás te habías sentido así, tan relajada y segura.

Decides salir del pequeño trance en el que esa calma te tenía y miras a tu alrededor. Detrás de ti hay palmeras con cocos tanto arriba como al pie del tronco. Hay diferentes tipos de flores, cada una mas hermosa que la otra. Te acercas a olerlas y ese aroma te recuerda los momentos más lindos de tu vida. Te llena de felicidad. Su textura es lo mas suave que alguna vez hayas tocado. Vuelves a sonreír. Miras más allá y ese lugar parece no tener final.

Minutos después te sientas al pie de una palmera, apoyas tu espalda contra el tronco y te dispones a mirar el mar. Cada ola parece ser más perfecta que la anterior. Ninguna es agresiva, ni muy grande ni muy pequeña. Ves como la espuma que dejan en la orilla desaparece a los pocos segundos. Vuelves a cerrar los ojos, sin poder borrar la sonrisa de tu rostro, y te disponen a escuchar cada mínimo sonido que hay a tu alrededor. El viento moviendo levemente las hojas de las palmeras, las gaviotas, las olas… y de repente sientes piel de gallina por todo el cuerpo. La misma sensación que tienes cuando escuchas una canción que te gusta tanto que te llega a lo mas profundo del corazón.

Nada ni nadie puede perturbar ese momento. Nadie puede herirte, gritarte, mentirte o hacerte sentir menos. Tú eres la única persona allí y quien decide qué hacer, cómo y cuándo. Te siente tan bien que no te importa cómo llegaste ahí o cómo regresar a casa, porque en realidad nisiquiera quieres hacerlo. Ese lugar es perfecto, sin sentimientos o pensamientos negativos. Sin la oportunidad de que tú misma de deprimas al comparar tu vida con la de los demás. Por primera vez en mucho tiempo no te importa el resto, qué están haciendo, cómo se sienten o si lograron cosas que tú no. Tienes la hermosa sensación de que todo está bien, de que tú estas bien con la vida que llevas. Que la primera vida que debe importarte es la tuya y que por fin aprendiste a poner tú bienestar por sobre el resto. Y sabes que no estás siendo egoísta, sino que aprendiste a amarte a ti misma. A valorar lo que tienes en lugar de entristecerte por lo que no. Aprendiste a no permitir que tu felicidad depende de alguien más. Aprendiste a estar en calma. Aprendiste a estar en paz.    

 



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En el texto hay: tristeza, sentimientos, soledad

Editado: 01.04.2020

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