Historias cortas

Chocolates para San Valentín

El niño tomó un poco de harina y la agregó a la mezcla, luego lo revolvió un poco, tomó pequeñas porciones de masa con un cucharón  fue poniendo pequeñas porciones en la bandeja.

-¡Listo! – exclamó  con una sonrisa de triunfo y metió la bandeja al horno.

-¿Qué es esto? – preguntó un hombre entrando a la cocina y fue la niña que observaba sentada en una silla quien le contestó .

-¡Hola papá, hacíamos galletas!

El hombre miró alrededor, había harina en el suelo y varios cuencos sucios sobre la mesada.

-Parece más bien una batalla campal-acotó.

-Lo siento señor, fue mi culpa – se disculpó el niño.

-¡Claro que no, es mi casa, es mi culpa! – dijo la niña poniéndose de pie .

El hombre miró a los dos niños y sacudió la cabeza.

-Está bien, está bien, limpien cuando acaben y por favor Dee no quemen la casa ni nada por el estilo. Estoy cansado, voy a dormir un rato.

-Claro papá- respondió la niña con una sonrisa y él se retiró.

-Disculpa Dee, no quería meterte en problemas con tu padre – dijo el niño.

-No te preocupes, él no se enojó. ¿Cuándo estarán listas las galletas?

-En media hora....-dijo aún temeroso de haber causado problemas a su amiga.

-En serio Gabriel, no hay problema, más vale que tus galletas de nuez estén ricas –dijo ella sonriendo y él se relajó.

Las galletas eran una delicia, como todo lo que Gabriel cocinaba.

A él le encantaba la pastelería, su abuela lo había iniciado en aquel camino y cuando ella falleció, la forma que tuvo de estar cerca fue empezar a cocinar galletas y pasteles. Sin embargo su padre se oponía a aquella pasión  “ es de afeminados” decía y se enfurecía cuando Gabriel lo contradecía. Su madre estaba enferma y era débil, así que no había nadie que lo defendiera de aquel hombre que descargaba su frustración e ira en el niño.

El muchacho hubiese estado muy solo y su mundo hubiera sido muy oscuro si no hubiera tenido a Dee, ella hacía que todo fuera llevadero.

Dee o Desdémona  Cherie, aunque nadie la llamaba por su nombre completo, era  su mejor amiga, su aliada y su compañera. Siempre podía contar con ella, la niña le permitía ir a su casa a cocinar , lo cubría y lo alentaba. También lo defendía cada vez que alguien se metía con él.

Gabriel era reservado y tímido, además era delgado y no muy alto, Dee era todo lo contrario, con trece años era muy alta para su edad, tenía una personalidad enérgica y extrovertida y no dejaba que nada ni nadie la intimidara. Eso sí, era bastante torpe, solía caerse y chocarse con todo y era muy poco femenina, ya que le gustaban los deportes y la había criado su padre solo, su madre había muerto poco después de que ella naciera.

Eran los mejores amigos en el mundo, se comprendían y ayudaban.

Finalmente Gabriel sacó las galletas del horno y Dee  corrió a su lado.

-¿Ya están?

-Sí.- dijo él y ella extendió su mano para tomar una.

-Vas a quemarte Dee, espera que estén frías- le sugirió y ella frunció el ceño, era impaciente por naturaleza.

Un rato después los dos estaban saboreando las galletas sentados en el porche.

-Bueno, ya es hora de irme – dijo Gabriel de pronto con una triste expresión.

-De acuerdo, nos vemos mañana en la escuela- se despidió ella y el niño se marchó.

 

 

Estaban sentados en la hierba del patio de la casa de Desdémona, la niña estaba casi todo el día sola pues su padre trabajaba, así que la mayor parte del tiempo Gabriel estaba junto a ella haciéndole compañía.

Se veían en la escuela y luego, tan pronto como su padre se marchaba, él corría a casa de Dee.

-¿Cómo te hiciste esto? – preguntó Gabriel poniendo una bandita en una herida en la frente de la niña.

-Digamos que el partido de básquet no salió muy bien...

-Todos estos golpes y cortes, ¿te los hiciste en el partido? Parece más bien producto de alguna pelea, ¿peleaste con alguien Dee? – le preguntó al tiempo que ponía otra bandita en su rodilla.

-Hagamos un trato, yo no pregunto por tu golpe y tú no preguntas por los míos- sugirió ella señalando la mejilla moreteada del niño.

-Le dije a mi padre que quería participar del concurso de pasteles...y bueno...la idea no le gustó – explicó bajando su tono de voz.

-Yo me peleé con las niñas del equipo contrario-confesó ella

-Ya veo , luego dicen que a vida de los niños es fácil  -dijo él y se acostó sobre la hierba cruzando los brazos tras su cabeza.

-Gab...tengo una idea –dijo ella recostándose a su lado.

-¿Qué es?

-¿Qué tal si yo participo en tu nombre? Tú haces el pastel y yo pongo mi cara... aunque no puedas decir que tú lo hiciste te sentirás feliz cuando ganes, ¿verdad?




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