Nadie sabe como se creo esté mundo, o para quién fue creado, lo que se tiene claro es que en el momento que el primer hombre piso la tierra esta ya era un cementerio de antiguas civilizaciones no humanas, el humano se desarrollo entonces entre ruinas gigantes, el antiguo morador era tan alto como 100 humanos juntos y a la llegada del hombre este se encontró inmerso en un mundo que parecía un castillo gigante, lleno de galerías interminables y puertas, puertas cerradas que conducían a algún sitio prohibido, pero no había rastro de sus creadores, es un secreto el porqué desaparecieron o si aún siguen en algún sitio, escondidos, quizás de algo.
La raza humana tal y como la conocemos inicio en el monte Rajash, rodeados de seres mágicos que los crearon, llegaron a este mundo para ser su esperanza, pero no contaban con el egoísmo característico de los humanos, no tardo mucho para que estos se revelaran de sus creadores comenzando asi la primera gran batalla. La cima del monte Rajash fue testigo de la lucha, ambos bandos peleaban por conseguir el cetro, un extraño instrumento capaz de abrir las puertas a las galerías inexploradas, los seres mágicos lo mantenían resguardado, nunca abrieron ninguna puerta por el temor a lo que se ocutaba detrás, los humanos esclavizados vieron una oportunidad de poder en ese cetro. La batalla dio como resultado el inicio de la era humana, los seres mágicos entonces fueron perseguidos y acababados uno por uno; en el mismo monte Rajash se asento el primer reino humano, el nuevo rey se sento en la antigua silla del rey mágico y con el cetro se dispuso a conquistar el mundo.
A pesar de su idea de conquista el recién creado reino debía primero lograr estabilidad, en sus primeros años la civilización intento adaptarse a la antigua ciudad mágica y a la idea de sostenerse solos puesto a que solo sobrevivían gracias a los seres mágicos.
Una vez transcurridos 50 años el asentamiento humano ya era una potencia, fue entonces cuando decidieron usar el cetro pero hubo un grupo que no estaba de acuerdo, ni con el uso del cetro, ni con el reinado del rey. Asi inicio la segunda gran batalla, el asentamiento se dividio en dos, los rebeldes encabezados por lord Erinh; un comandante miembro de consejo del rey, y los clasistas encabezados por el mismo rey Uron; hijo del primer rey nombrado luego de la victoria contra los seres mágicos. La lucha solo logro diezmar aún mas las fuerzas humanas, a pesar de todos sus esfuerzos los rebeldes perdieron la pelea, los sobrevivientes se vieron obligados a huir al mar, fundaron su propia ciudad en un barco y se mantuvieron en movimiento constante, para que las fuerzas del rey Uron no pudieran encontrarlos, atentos y preparándose para a siguiente batalla.
Año 80 despues de la primera gran batalla.
La marea estaba tranquila cuando un vigía distinguió a lo lejos una pequeña embarcación con la vela rota, esta se dirigía derecho hasta el barco del vigía, un barco increíblemente grande que albergaba a una ciudad flotante cuyos habitantes fueron los rebeldes de la segunda gran batalla, la ciudad fue nombrada Bastión y era regida por el rey Erinh, sus tiempos de lucha habían pasado y ahora era un viejo dedicado a su pueblo. El vigía corrió entonces a dar aviso al comandante Seuton de su hallazgo, el comandante Seuton era un joven robusto y prometedor que nació y creció en el barco, a sus 23 años había ascendido a comandante y no era extraño encontrarlo en la cubierta mirando hacia el horizonte, deseando pisar la tierra prohibida desde su nacimiento.
–¡Capitán! Un barco se acerca, parece abandonado, o producto de algún naufragio.
El instinto de aventura del capitán no espero mas información para correr hacia donde el vigía señalaba, no era común que algún barco los encontrara, la ciudad se mantenía siempre lejos de monte Rajash. En ocasiones algún barco abandonado era encontrado, este siempre era investigado por los vigías para encontrar cosas de utilidad. El capitán solo había visto un barco extraño en todo su vida y en ese entonces no había podido acercarse a él, la perspectiva de investigar el barco lo emocionó como a un pequeño niño.
La regla decia que su deber era informar inmediatamente al rey, para que este diera la orden de revisar el navio, pero el capitan era joven y despreocupado, no planeaba dejar que nadie mas le quitara el honor de visitar la embarcación.
–Ve a los aposentos de rey e informale sobre la situación, yo ire a investigar– le dijo al vigía mientras corría.
–Pero... Señor, la regla pide que se haga un escuadrón de búsqueda...Y ...– el pobre vigía lo seguía sin mucho éxito entre los laberintos del barco.
–No, es importante reconocer el navío antes que el escuadrón, ahora ve. Es una orden –Desde que había ascendido a capitán ordenar era una de sus cosas favoritas, fue un niño intrépido e inteligente, subir rápidamente entre los peldaños de la milicia le había enseñado a mantener a sus amigos cerca, pero a sus enemigos más.
El vigía no espero más regaños para salir dirigido a la parte norte del barco, donde eran los aposentos del rey.
El capitán no tardó en llegar al sitio, dónde un grupo de soldados había atado una cuerda al navío exterior y esperaban órdenes.
–Caballeros, siempre es un gusto encontralos.
–Seuton. Esperamos ordenes– el que se dirigió a él era el cabo Loiz un sujeto que a vista del capitán había pasado demasiado tiempo en la flota para tan poco reconocimiento.
–Capitan Seuton para usted cabo– No esperó la respuesta mordaz del cabo, tomo la cuerda que sujetaba la embarcación y trepó por ella como tantas veces lo había hecho en entrenamiento.
–¿Esta usted loco?
Loco o no el capitán tenía sus propias ideas del orden militar del barco. No había tenido elección cuando ingreso, o te dedicas a la guardia o te dedicas a la producción de comida, y el nunca fue fanático de la cocina ni de su cosecha; se había mantenido siempre con un bajo perfil obedeciendo cualquier tipo de orden para ganar confianza y respeto, pero supo esa mañana que el día que estaba esperando había llegado, para ser exactos no sabía que estaba esperando, pero tenía claro que toda su vida inconscientemente se había preparado para eso, no fue algo que pensara fue algo que sintió, y a la llamada del vigía por la embarcación supo que ese era su llamado, no le importaba si por su insubordinación era desterrado de la guardia o le costaba su cargo, parecía guiado por el mismo destino.