Capitulo III
Al principio todo era oscuridad, no sabía donde estaba o que era arriba o abajo, se mantenía flotando en lo que parecía la nada, y no recordaba como había llegado ahí, o que era, pero lentamente empezó a escuchar susurros, palabras tiradas al azar sin significado, le costó trabajó ordenarlas y darles sentido, así que simplemente se dedicó a escuchar, escuchaba todo lo que decían y aprendió de ellos, sin saber porqué los estaba escuchando. Pero había una voz que más se repetía y esta era dulce y calida, a veces sentía que conversaba con ella, y fuera lo que fuera la voz lo llamaba Lous, le gustó ese nombre, era extraño creer que tuviera un nombre, así paso el tiempo, el solo escuchaba cada vez más cosas, hasta que un día el sonido de algo bastante conocido hizo añicos su mundo, un sonido fuerte y seco lo hizo despertar de algo que no entendía. Cuando por fin vio el mundo solo era techo metálico, sus ojos se fijaron de donde provino el sonido y se encontró con unos ojos grandes de color claro, una niña, que grito con fuerza. Lous reconoció el sonido de su voz, quiso hacerle entender que todo estaba bien, pero no sabía cómo moverse o hablar.
Otro sonido llamo su atención y al mirar vio una puerta abierta y personas entrando al espacio donde se encontraba, una de ellas tomo a la niña y la apartó, Lous quiso gritar, decir que no se la llevarán pero no pudo hacer nada.
–llama inmediatamente al rey.
Aunque las palabras tuvieran sentido para Lous no entendía que estaba pasando.
Parecía que todos se acabaran de dar cuenta de que el existía.
–¿ Niño me escuchas?–un hombre se acercó a él, había escuchado antes su voz–¿Me entiendes?
Quiso decir que si, que le entendía, pero no encontró forma, al mirar hacia abajo vio un cuerpo, pensó que estaba junto a una persona pero tardó un segundo en darse cuenta de que él era una persona, al entender que tenía cuerpo supo que podía moverse, porque era material; coloco suavemente su mano frente a su rostro, era una mano pequeña comparada a la del hombre que le hablaba.
–¿Me entiendes? – repitió el hombre.
Lous pensó que si tenía cuerpo debía poder hablar así que lo hizo.
–lo hago–repondio con voz ronca y debil.
–es un milagro–una mujer en el borde de su cama suspiró.
–soy el comandante Meúno, y ella la mayor Yegon, ¿Tu eres?
El niño tardó un momento en responder, aunque la respuesta más simple hubiera sido decir que él era Lous, no estaba seguro de que era eso lo que el comandante preguntaba.
–no lo sé
–¿De dónde vienes?
–del vacío–respondio–¿Dónde esta la niña?
–¿Hablas de la princesa?
–la de la dulce voz, siempre la escuchaba a ella ¿Dónde la llevaron?
–podrás ver a la princesa si respondes lo que preguntamos.
–¿Que preguntas?–empezaba a darse cuenta que no solo podía mover su mano, con un pequeño empujón se logró sentar en la cama.
–¿De dónde vienes?
–ya les dije, del vacío, no había nada y yo era nadie, ahora soy Lous.
–¿Lous?
–es el nombre que le puso la princesa–dijo la mujer al borde de la cama–¿Y antes de ser Lous, antes del vacío, quien eras?
–nadie, no era nadie.
–¿Qué es lo más lejano que recuerdas?
Tardó un rato en responder, no estaba seguro de que era.
–Seuton– respondió por fin.
–¿Seuton?
–recuerdo eso, fue la primera voz que oí, no se que significa, pero alguien gritaba Seuton. Y recuerdo su voz–dijo mirando a la mujer–a usted hablando.
–el día del naufragio–el hombre lo miro –¿Y antes de eso?
–nada.
–¿Estás mintiendo?–el que hablo fue un nuevo hombre que estaba en la puerta, tenía sobre él un pesado objeto de metal en la cabeza. Pero reconoció su voz, la había escuchado hace mucho.
–no, ¿Por qué?
–Soy el rey Erinh y te he dado acogida en mi barco, te salvamos la vida, responde con sinceridad. ¿De dónde vienes?
Lous sabía que si no respondía correctamente algo malo pasaría, pero no tenía una respuesta, recordó la voz de la que ellos llamaban princesa contándole historias.
–no lo sé, no sé de donde vengo, solo había oscuridad, pero recuerdo sus voces, y la voz dulce me contó muchas historias sobre el mundo, esto es un barco, dijo ella, navegamos en agua, eso es sorprendente.
–¿La voz dulce?
–creemos que se refiere a su hija Majestad.
–¿Así que Liana te contó historias?
–¿Ese es su nombre? No lo sabía, ella me dijo todo lo que se.
–¿Y confías en ella?– el rey se mantenía en la puerta mirándolo.
–si, solo ella me ha hablado, ninguna de las otras voces hablaban conmigo, solo ella.
–bien, llamemos a mi hija para que hable contigo–Dicho esto el rey se fue acompañado del otro hombre, con Lous solo quedo la mujer que no se movía del borde de la cama.
–es importante que recuerdes de dónde vienes, sé que es confuso, pero te ayudaré ¿Bien? Te diré mi historia así sabrás cómo hacerlo, y luego tú me dieras la tuya según lo recuerdes, soy Sara Yegon, tengo 26 años y nací aquí, en el barco, mis padres fueron soldados que pelearon en la segunda gran batalla, dónde nos revelamos contra los humanos del monte Rajash, ahora soy la miembro más joven de la guardia real, y mi última misión fue cuidarte hasta que despertaras, tu turno.
–No recuerdo si antes tenía nombre, pero me nombraron Lous, puedo entender según las conversaciones que he oído que llegué en un barco, pero no sé de dónde, ni como llegué al barco.
–¿reconoces esto?– la mujer se acercó para enseñarle un aparato de metal– es una daga, estaba contigo cuando te encontramos.
Para él el aparato era tan extraño como familiar.
–si, lo conozco, pero no sé de qué, nunca antes lo había visto, pero es familiar.
–¿Y sabes lo que dice el grabado?
La pregunta le pareció absurda, el significado era tan claro como el agua.