Darién Seuton permanecía inmóvil evaluado a su oponenete, había pasando la última hora en este combate y no pensaba perder.
–es mejor que te rindas ya– dijo cómo advertencia luego de planificar un ataque.
–antes de que nacieras yo ya era campeón– su oponente, el mayor Lein nunca se rendiría.
Con una sonrisa Seuton movió la pieza en el tablero del juego.
–¿dime cómo ganarás después de eso?
El mayor Lein se quedó callado un momento viendo el tablero.
Se encontraban jugando un antiguo juego de mesa, decían que los mismos seres mágicos lo habían creado, el juego consistía en eliminar todas las piezas del oponente.
–podría hacer esto– con un solo movimiento el mayor Lein arrasó con todas las piezas de Seuton.
Esté se quedó con la boca abierta mientras el anciano de 83 años le ganaba.
–¿me estás diciendo que cuando llegue a tu edad seré imparable en este juego?–le pregunto al mayor mientras recogía las piezas.
–no, no, yo gano porque soy bueno, tu nunca podras–respondio el mayor sonriendo.
Seuton ocultó su rostro para que el mayor no notara su sonrisa.
Había pasado los últimos meses con el mayor, y lo que al principio pareció una tarea aburrida se había convertido en un buena opción para pasar el tiempo.
Había abandonado los vigías por orden de Meúno, y había sido promovido a Sargento, nuevamente avanzaba en la escala militar de una manera más rápida que el denominador común.
Con el cargo de sargento fue enviado a la zona central, cómo subordinado del mayor Lein, esté se encargaba dirigir a la academia.
Cuando Seuton estuvo en la academia la figura de Lein era sinónimo de miedo y un respeto exagerado.
Pero ahora, luego de conocerlo de cerca, se daba cuenta que el mayor Lein era lo más parecido a un abuelo amable.
Seuton nunca había conocido sus abuelos, estos se habían quedado en el monte Rajash, así que ahora con su nueva amistad con Lein sentía que se había llenado una parte de su ser.
El trabajo era más que sencillo, y pasaba la mayor parte de su tiempo jugando con el Mayor.
El mayor se levantó con cuidado y se acercó a la ventana de la oficina; esta daba al patio de entrenamiento de la academia.
–estan llegando los alumnos nuevos– comento apoyándose en su bastón.
–¿preparado para recibirlos?–Seuton de un salto se subió en el sillón del mayor preparado para dormir un rato.
–espero que tú estes preparado–el mayor con un movimiento de bastón hizo que Seuton cayera al suelo–porque irás tu a rexibirlos– esto lo dijo ocupando el espacio en el sillón.
–pero ese es tu trabajo.
–mi trabajo es darte órdenes y eso hago, además soy un pobre anciano–dijo con indiferencia.
Seuton se levantó y acomodó su capa.
–espero que entienda que eso es aprovechar su condición.
–llegaras tarde.
Seuton suspiro y salió de la oficina; nunca había recibido a los nuevos alumnos, ese siempre era trabajo del Mayor Lein o el Sargento Ghoul, un hombre increíblemente robusto y aterrador, pero esa semana había sido mandado a la zona norte, el rumor decía que había sido ascendido.
–¡sargento!– una voz chillona se acercaba corriendo a su espalda– se está haciendo tarde, los alumnos están esperando, ¿Dónde está el mayor? – al darse vuelta se encontró frente a la sargento Lan, mano derecha de Ghoul, la sargento contrario su compañero, no media más de 1.55, a pesar de su edad, 40 años, parecía una adolescente.
–sargento Lan el mayor se encuentra indispuesto.
–eso es imposible, Ghoul aún no llega de la zona norte y...
–calma, yo voy a recibir a los nuevos.
–no, no, solo pueden recibir a los nuevos el mayor y Ghoul.
–pues por órdenes del Mayor iré yo.
La sargento se quedó con una respuesta probablemente mordaz en la boca, con resignación acompaño a Seuton al patio.
Los nuevos alumnos esperaban en grupos, al verlos inmediatamente Seunton pudo reconocer los grupos.
Por un lado estaban los que venían de la zona sur, aproximadamente 15 chicos, los reconoció por su actuar, chicos gritando y sonriendo entre ellos, además vestidos de maneras desprolijas; se vio así mismo hace algunos años en ellos.
Luego están los que venían de la zona central: 10 chicos sentados juntos pero sin charlar, y perfectamente sentados, además de que sus trajes estaban sumamente limpios.
Estos eran siempre los nuevos alumnos, chicos de la zona sur y centro.
Pero esta vez había dos chicos que no combinaban con ninguno de los grupos.
Ambos, chico y chica se mantenían muy cerca charlando entre ellos con la cabeza baja.
Seuton tuvo la impresión de que eran de la zona norte, nunca había visto nuevos alumnos de esa zona, pero el mayor Lein le había dicho que a veces pasaba.
Cuando se colocó frente a su audiencia tuvo un escalofrío, mirando al frente recordó lo que había pasado hace 5 años, se vio a sí mismo entrando en un navío y rescatando a un niño.
El patio guardaba silencio esperando a que alguien hablara.
–sargento, sargento, ya es hora– Lan susurro a su lado.
–si, si. Bienvenidos a todos a la academia– siempre había un monólogo planificado, solo tenia que recordarlo, pero el recién nombrado Sargento Seuton no tenía más en su mente que la antigua embarcación– desde que nuestra sociedad inicio la presencia y responsabilidad de esta armada fue clara–recordaba el impulso sobrehumano que sintió cuando le dijeron que un barco desconocido se acercaba– proteger nuestra forma pacífica de vida, proteger nuestro mundo tal y como lo conocemos– recordaba la impresión que tuvo al ver al pequeño niño inconsiente– nuestra vida en la ciudad Bastión se la debemos a los valientes que dieron su vida para enfrentarse a la injusticias que los oprimian en la ciudad dorada del monte Rajash– recordaba su extraño atuendo color vinotinto, y la daga con inscripciones– al ser parte de esta academia cada uno de ustedes asume la responsabilidad histórica de este Barco y de todos los grandes soldados que la fundaron.