Historias de terror

Historia 3

En las afueras de un remoto pueblo, había un lago conocido por su extraña tranquilidad. Aquel lugar, rodeado de altos pinos y envuelto en una niebla perpetua, era evitado por los lugareños, quienes contaban historias de desapariciones y fenómenos inexplicables. A pesar de las advertencias, un joven llamado Daniel, fascinado por lo paranormal, decidió investigar por su cuenta.

Una fría noche de otoño, Daniel se dirigió al lago con su cámara y equipo de grabación. Al llegar, notó que el agua estaba completamente inmóvil, como un espejo oscuro que reflejaba la luna llena. Algo en la atmósfera era inquietante; el aire parecía denso, y un silencio abrumador lo rodeaba, como si el mundo mismo contuviera la respiración.

Daniel encendió su cámara y comenzó a filmar, documentando cada detalle del lago y sus alrededores. Mientras grababa, su linterna iluminó algo en la orilla opuesta: una figura vestida de blanco, inmóvil, que parecía observarlo desde la distancia. Intrigado, decidió acercarse.

A medida que se acercaba, la figura se fue volviendo más clara. Era una mujer, con un vestido blanco antiguo que parecía flotar sobre el agua. Su cabello, largo y negro, cubría parcialmente su rostro. Daniel, sintiendo una mezcla de curiosidad y temor, llamó en voz alta, pero la mujer no respondió. Sin embargo, comenzó a caminar hacia él, sin dejar una sola huella en el suelo húmedo.

El instinto le dijo a Daniel que corriera, pero estaba demasiado fascinado por la aparición. La mujer continuó acercándose, y cuando estuvo lo suficientemente cerca, levantó la cabeza, revelando su rostro. Era pálido, casi translúcido, y sus ojos, completamente negros, emanaban una tristeza profunda. Sin embargo, cuando habló, su voz era un susurro lleno de desesperación.

"Él me dejó aquí... en estas aguas... y nunca volví a casa", dijo. "No dejes que te lleve también..."

De repente, el agua del lago comenzó a moverse violentamente, como si algo enorme se agitara bajo la superficie. Daniel retrocedió, pero sus pies se hundieron en el suelo lodoso, y antes de que pudiera reaccionar, algo frío y pegajoso lo agarró por el tobillo y lo arrastró hacia el agua.

Gritando, Daniel intentó zafarse, pero la fuerza que lo arrastraba era inhumana. La mujer de blanco lo observaba desde la orilla, su expresión vacía. El agua helada lo cubrió rápidamente, y su grito fue ahogado por el lago.

Al amanecer, solo su cámara quedó en la orilla, mostrando la última imagen que había grabado: el reflejo distorsionado de la mujer, parada junto a la orilla, mientras el agua volvía a su calma inquietante.

Daniel nunca fue encontrado, pero a partir de esa noche, los aldeanos comenzaron a escuchar susurros provenientes del lago y, a veces, en las noches más oscuras, una figura vestida de blanco podía ser vista vagando por las orillas, como si buscara a alguien más para arrastrar al fondo del lago maldito.



#259 en Terror

En el texto hay: terro, historias breves

Editado: 05.09.2024

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