"Amado mio, durante todos estos años nuestro amor ha estado fundido dentro de las maravillas del alma humana, nuestra vida esta enlazada desde las entrañas oscuras hasta la ultima hebra. Desafortunadamente hemos tenido ciertos...inconvenientes donde nuestros ideales chocan pero que tu corazon puro no se aflija. Ambos sabemos que nuestro amor perdurara.
Con amor. Eva. "
Su matrimonio era mal visto, siempre lo habia sido. Sus padres nunca habian aprovado que su adorado hijo se casara con una mujer trivial como ellos solian decir. Varias veces su amada esposa tuvo que soportar los infames comentarios familiares, ella habia llorado incontables veces. Pero él siempre trataba de animarla.
- ¿Crees que con este vestido me vere mejor? - Preguntaba ella siempre que compraba algo nuevo.
- Eres hermosa. Incluso si vistes un saco de papas. - Le decia él y ella sonreia iluminando su rostro.
Ella era el amor de su vida, su alma gemela. La persona que siempre habia soñado.
Él siempre se habia sentido como un idiota.
Habian pasado varios meses desde la última carta que recibió de su esposa, los mismos meses en las que ella ha estado hospitalizada. Ella no había enviado más, él sabía que no era posible. Así que al ver el remitente de la carta no pudo evitar llorar de alegria.
Hace mucho tiempo ella había sufrido un accidente, fue durante la fiesta de año nuevo, obviamente él no pensaba que fuera por accidente y lo estuvo replicando a su padre y a su hermano por ello, y aunque lo negaron todo él había visto el brillo en sus rostros. Hoy tenía que volver a verlos, dentro de unos minutos llegaria a la lujosa mansión, después de saber sus razones para haberlo llamado volvería ver a Eva al hospital, después de ver la carta había corrido hasta ahí pero no pudo entrar a verla porque la enfermera le alego que no era la hora de visitas así que se daría otra vuelta después de esto.
Estacionó su coche en la entrada de la gran mansión y comenzó a pasar los escalones, al llegar a la puerta fue muy extraño no ser recibido por el mayordomo pero no le tomo importancia. Abrió la puerta y un extraño silencio inundaba cada rincón de la casa, no había ningún tintineo de las mucamas, ni de su familia. Con cuidado se dirigió al estudio de su padre, lo primero que había visto al abrir la puerta fue a Eva con la bata del hospital cubierta de sangre, luego el cadáver de su padre, estaba tirado en el escritorio, el cuerpo no tenía color alguno y en el cuello había dos marcas donde Eva había estado bebiendo su sangre.
—No quería hacerlo. —Comenzó a decir ella, en su rostro reflejaba el pánico que sentía. — No sé cómo pasó esto, simplemente abrí los ojos y estaba aquí, luego sentí la necesidad de atacar a todos, entonces fue como un sueño, no pude detenerme. No entiendo qué sucedió.
Ella estaba temblando, él también. La emoción lo había inundado. Había funcionado ¡El hechizo había funcionado! Cuando le dijeron los médicos que Eva no volvería a despertar, él no se rindió, intentó varias cosas, medicina antigua, ritos, consultó inumerables libros de magia y visitó a varios charlatanes que prometían el despertar de su esposa pero nada funcionó. Hasta que encontró el libro. Fue en una tienda de antigüedades, simplemente había entrado porque sintió un tirón hacia él, lo siguió y encontró el libro, al principio creyó que era algún tipo de broma porqur era tan pequeño, no parecía muy antigüo y no le costó nada comprarlo. Lo había ojeado y encontró uno que parecía estar casi hecho para él, los ingredientes que necesitaba eran difíciles de encontrar pero la promesa del despertar de su amada Eva a cambio de la sangre de los que le habían casi asesinado lo había motivado a intentarlo una vez más. Así que él había hecho el hechizo desganado, no tenía esperanza alguna de que fuera certero pero ahora, viendo a su esposa, a su querida esposa sabía que había hecho bien.
Adam se acercó a Eva, corroboro que la sangre no fuera por alguna herida y la estrechó entre sus brazos, no podía contener su felicidad de volver a sentir su calor. Había funcionado y eso era lo único que le importaba así que aún con ella en brazos le dijo. —No te preocupes cariño, resolveremos esto.