Hit me, Cupid

Capítulo 10

April

El proyecto había funcionado bien, detestaba admitirlo. No solo Darren había hecho su parte del trabajo con quejas mínimas (después de haber superado los obstáculos iniciales), sino que también había presentado con facilidad, algo que no pensaba emular. No al frente de todas esas personas, al menos. No me importaba lo que pensasen de mí, pero si me humillaba, nunca me lo perdonaría a mí misma. Pero con él como mi compañero, tal vez, había obtenido una calificación más alta de lo que podría obtener sin él. Por supuesto, conmigo obtuvo una calificación mucho mejor.

Me recliné en la silla y vi el último par de hoy (Robertson, Smith) terminar. Habían tropezado y tartamudeado durante toda la presentación y terminaron con una nota anticlimática, pero fueron bastante mejores que el resto de tontos. Al menos no habían declarado nada descaradamente falso, como la afirmación de un grupo de que la Primera Guerra Mundial comenzó en 1912.

Sonó el timbre, sacudiéndome con incomodidad de mis pensamientos. Incluso estando distraída, todavía era una de las primeras que llegaba a clase, una habilidad que había perfeccionado durante largos años de práctica.

Por supuesto, ayudaba que ya había empacado todas mis cosas, pero ese detalle era insignificante.

—¡Jones!

Me obligué a no congelarme ante la voz dominante de Darren, sino solo para volverme de forma casual. Necesitaba a alguien que no lo obedecería ciegamente.

—¿Sí?

Caminó rápido, sin apresurarse para un McGavern, hasta mí.

—Lo hiciste bien —me informó.

Lo habría tomado como un cumplido, excepto por la condescencia que saturaba su voz.

—¡Gracias! —arrullé con sinceridad falsa—. Tú también.

Él se estremeció. Fue apenas perceptible, pero en definitiva fue una mueca de dolor.

—Para —ordenó con sequedad.

—¿Para? ¿Qué?

Él medió tembló.

—Hablas como ellas.

—¿Cómo quién?

—Mis groupies —explicó.

Sonreí. Bueno, ahora sé lo que le asusta...

—Claro. —Estuve de acuerdo con el mismo tono que antes.

Él frunció el ceño, pero parecía menos peligroso que antes, casi de buen carácter. No estaba enojado, eso lo sabía, pero aún se alejó sin responder. Al parecer, sabía que después de dar esa opción de debilidad, estaba condenado a perder. Marca otro punto para mí.

Pero era extraño que él ni siquiera intentase discutir. En nuestro inusual estallido de interacción del último tiempo, él siempre había luchado con uñas y dientes hasta que uno de nosotros perdiese (por lo general él). Se sintió... bien el tener una conversación casi civil. Bueno, civil para nosotros. Tal vez (casi incluso un tal vez es descabellado) no era tan malo como pensaba. La arrogancia insufrible y la insensibilidad podían ser solo un escudo.

Me giré al oír un gemido detrás de mí. Un estudiante de primer año se escabulló del camino de la mirada de Darren para permitirle el paso.

O podía ser un bastardo intolerable.

Me senté en mi habitación, con las notas extendidas sobre el escritorio. Estaba haciendo mi verdadero trabajo: mezclar y unir a estas personas hasta que la mayoría posible estuviese feliz.

Los nombres estaban extendidos en dos columnas, los chicos a la izquierda y las chicas a la derecha. Para aquellos que no aplicaron (trabajaba también con parejas homosexuales, siempre y cuando me informasen sobre la homosexualidad de ambas partes) había una columna en la izquierda para ser tratada más tarde.

Escogí el primer nombre al azar desde la derecha. Grace O’Shea. Ella era una chica popular, un poco frívola, pero una de las mejores. No era una groupie de Darren o cualquiera de los deportistas. Ella solo era molesta debido a un optimismo persistente e ingenuidad, junto con la falta de habilidad para concentrarse por mucho tiempo. Necesitaba a alguien para contrarrestar eso. Tal vez... Sí, Joe Morrato. Era menos popular, bastante menos, pero tenían muchas cosas en común, aunque estaba más castigado y cansado de compensar a Grace.

Saqué una hoja de papel, y comencé a redactar mis notas para ellos de forma anónima. En la nota incluía un nombre, hora y lugar. Para él podía tomar más esfuerzo, ya que ella había sido agregada a su lista de intereses, así que escribí lo que debería usar y hacer.

El restaurante tailandés cerca de la autopista debería ser el lugar de encuentro. Tenían buena comida, pero no era frecuentado por muchos estudiantes, lo que sería importante para Grace. Sin embargo, yo no lo permitiría; nadie podía quitar una cita de Cupido. Era bien sabido que, si lo hiciesen, Cupido ya no trabajaría para ellos, y muy poca gente quería arriesgarse. Aun así, sería una buena idea dejar que Grace se acostumbrase a Joe antes de que salgan a bolsa.

Ahora todo lo que quedaba era averiguar cuándo serían libres y trabajar desde allí. No sería demasiado difícil, Allan podía contarme la mayoría de los chismes sobre Grace y tenía conexiones con los amigos de Joe. Una semana y ese par podría agregarse a mi columna de éxitos.




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