El aire mecía mis largos pantalones de algodón y mi suave blusa. Mis cabellos azotaban mi cara con cada ráfaga pero realmente no me importaba.
¿Cómo he llegado aquí?¿Por qué estoy aquí?
Observo el suelo, estoy en un risco. Miro mis pies desnudos para no pensar en lo que pasaría si diera otro paso, así que, me concentro en el frío que trasmite la piedra a mis pies y trato de pensar solo en eso.
Quiero ahogar las voces en mi mente, bueno, solo una en específico y aunque no sé cómo, no debería tomar la muerte como una opción, como si no tuviera otra alternativa.
¿Quiero gritar, huir, pero a dónde?
Pero por más que desee, no puedo. Muchas personas dicen que cuando se quiere se puede, pero este no es el caso; estoy atada de pies y manos, no puedo hacer absolutamente nada, algo que lo único que consigue además de causarme dolores de cabeza, es frustrarme.
Hace no mucho, era una buena chica, una buena hija o así lo creía, una buena amiga y ahora qué me queda?Nada.
Algunas veces me pregunto si tomé las mejores decisiones, si hice lo correcto. Vuelvo atrás en mis pensamientos y los repaso uno por uno, tratando de ver mi error, mi fallo. La verdad es que, no siento que me haya equivocado en nada, aunque muchas personas aseguran que en algún momento me descarrilé y mi vida tomó un camino que no debía, arruinando mi futuro.
Pero yo no siento como si hubiera hecho algo malo; traté por tantos años de ser buena en todo, quería que mi madre me mirara orgullosa por mis logros, trabajé tan duro para que alguien me notara; pero nadie nunca me dio una palmadita en la espalda para felicitarme, nadie se preocupó realmente por mí.
Escucho alguien a mi espalda, y sé quién es, pero no tengo miedo, solo quiero que se marche, que se aleje de mí.
Toma parte del cabello del lado izquierdo de mi cabeza, apartándolo.
-Salta-susurra tan cerca que casi roza con sus labios mi oreja-Salta.
Observo como un relámpago, ilumina por un segundo el cielo nocturno, y sé que pronto se desatará una tormenta eléctrica, y por el color de las nubes, deduzco que la lluvia la acompañará.
Aparto a Holly de un empujón, cuando se pone a trenzarme el cabello.
-Vamos no puedes culparme-dice entre risas-No soy la culpable.
-Déjame en paz-bufo, ¿qué no podía dejarme sola?
Cierro los ojos tratando de tranquilizarme. Si finjo que no está aquí, se cansará de llamar la atención y se irá.
Pero tengo que preguntar.
-¿Por qué estás aquí de todas maneras?
Veo asombro en su mirada; no esperaba que le preguntara eso y siento como si hubiera ganado algo.
-Eres mi mejor amiga, chica rebelde...
Niego con la cabeza frenéticamente, interrumpiéndola. Tapo mis oídos con mis manos, queriendo dejar de escuchar ese maldito y ridículo apodo que me puso. No quiero saber más, no quiero escuchar más.
Durante un tiempo, viví con miedo. Solo estaba a su lado porque sabía que ella se comportaría como una perra si yo decidía dejar de ser su amiga aunque dudo mucho que alguna vez lo fuéramos. Holly no tiene amigos porque es una mala persona, del tipo rastrero, cruel, egoísta. Yo solo era su juguetito, yo era la chica que tenía que cubrirla cuando la cagaba y la que tenía que bajar la cabeza cuando hacía una de las suyas.
Se acerca y forcejea conmigo para despegar mis manos de los costados de mi cabeza pero me resisto. Aprieta tan fuerte mis muñecas que creo que dejará la marca de sus dedos.
-Aparta las manos-me ordena, pero se detiene por un minuto-¿Sabes qué?Estoy segura que me escuchas igual-achina los ojos y continúa-Solo para que quede claro tú eres la culpable, tú y solo tú. Hayley, eres una cobarde y lo sabes. Solo te inventas mentiras aunque sabes que te engañas a ti misma, bien en lo profundo temes admitirte que tengo razón. Sé que no quieres parecerte en nada a mí pero tienes que entender....
-Cállate-digo de golpe-Me da igual lo que digas, no debí escucharte, no debí pensar que podía ser tu amiga¡Eres una zorra controladora!Manipulas a todo el mundo como te da la gana.
Cambia su mirada media burlona por una fría como la piedra en la que estamos paradas. Está dejando caer su máscara y sé a qué me enfrento, ya he luchado antes con esta faceta suya.
-Salta y este infierno que crees que vives va a terminar. Tú pequeño viaje, habrá terminado. Pero que sepas, que somos iguales, como dos gotas de agua. Dos gotas idénticas-dice con una maliciosa sonrisa-¿No es así, mejor amiga?